lunes, 18 de junio de 2007

¿Viva Mexico?

Muchos de llamados intelectuales y artistas mexicanos contemporáneos han fijado sus ojos en "la denuncia", pero muy pocos se atreven a esbozar una propuesta para solucionar esa realidad que critican, y mucho menos se atreven a dar un paso para convertirla, y no llegan a más cosas que realizar marchas o regalar tamales para protestar contra la apertura de un McDonald's en Oaxaca.

Parece que los mexicanos así somos, mal hechos, egoístas, soberbios, con una carencia absoluta de reflexión --voltear a vernos y ver en dónde están las manchas y cómo quitarlas-- y una facilidad impensable --e impensada-- para buscar pretextos y vituperar al que señale sus errores (ver: Raymundo Rivapalacios, ¡Mexicanos!,en: Estrictamente Personal, http://www.eluniversal.com.mx/columnas/65753.html, 15 de junio de 2007). Entonces sí, son buenos para armar ofensas para el intelecto o para la madre de quien "los agrede" (v.g.: podemos encontrar comentarios como estos:

"O sea, está bien que escribas sobre el plástico burbuja o sobre lo que sea, pero por favor, estudia un poco (en realidad quiero decir un mucho) las reglas sintácticas y gramaticales porque tu redacción es verdaderamente lamentable. Dime, ¿qué grado de estudios tienes?"

o tal vez estos: "Después de revisar los textos que aparecen en tu blog, me doy cuenta que eres de esas personas que fueron víctimas del sistema educativo: reflexiones simplonas e insustentables; argumentos parecidos a cualquiera de los emitidos por los ignorantes de televisa,esos que la sociedad estupidizada llama "críticos"; no tienes idea de lo que es la estética corporal, bueno, en realidad no tienes idea de nada, hasta pareces egresado de esas mal llamadas universidades (Tec, Ibero, UP, etc,) que privilegian el amor a Dios y fomentan la lectura del periódico Reforma. Ni hablar, no cabe duda: la juventud mexicana, está por los suelos.
Desde Zacatecas,
Yo ")

Los mexicanos son buenos para las fiestas, son buenos para tener amigos, son buenos para el relajo, son buenos para "reírse hasta de la propia muerte", son buenos para hacer comidas ricas, son buenos para la hospitalidad. Estos son lugares comúnes que nos creemos, pero que no son ciertos del todo, porque si bien son características que nos definen, no son características que nos identifiquen como un grupo particular y aisaldo del resto. Los latinoamericanos son relajientos, son amigueros y fiesteros, y buenos para la hospitalidad, no SÓLO los mexicanos. Los franceses, italianos, árabes, españoles, son buenos para hacer comidas ricas, no SÓLO los mexicanos. En general el ser humano se ríe "hasta de la propia muerte", no SÓLO los mexicanos. Ni modos.

Los mexicanos estamos sentidos con lo que somos y hasta que no nos demos cuenta de que ni somos indígenas ni somos españoles, sino que no somos nada --por que no nos hemos esforzado por ser más que copiones de lo que hay allá afuera, en Europa o en Estados Unidos, pensando que al copiarlos se nos va a pegar un poco de lo que admiramos; y lo mismo pasa con los que copian a las culturas indígenas, creen que pueden resucitar a los ancestros que cayeron y que Quetzalcóatl va a regresar para salvarnos; no, está bien admitir que muchas cosas de Europa, Estados Unidos o los indígenas son dignas de elogiarse, pero no son nuestras.

El cine mexicano es un reflejo de todo el resentimiento que tenemos con nuestros paisanos y con nosotros mismos. Es por eso que el mexicano prefiere "pendejear" a que lo "pendejeen". No soporta seguir siendo el lamebotas que sigue siendo y entonces cuando alguien se encuentra una cartera en el piso, prefiere "chingársela" ("¡ya chingué!", dirá el afortunado, "¡ya me chingué", dirá el despistado) para que los demás lo miren hacia arriba y digan "Mira, qué suerte tiene este güey".

El mexicano es un ser frustrado, confundido (basta dar un paseo por toda la ciudad de México y veremos un sin número de estilos, véamos un la "explosión" de colores de cualquier mujer u hombre para saber que no sabemos lo que queremos) y temeroso (igual, en lo churrigueresco, en el horror vacuum de cualquier adorno, en la misma forma en que nos apelmazamos).

El mexicano es un ratón que sueña con ser héroe y "ya se vió" en la cima, platicando con la crema y nata de sus sueños, pero no se despierta para ver que sigue atrapado en la sima (con "s"). Pero no todo es terrible. Hay que mirar el tumor para poder extirparlo. Hay que reconocer que en México pululan los orcos --en clara referencia a los denostables seres que aparecen en los cuentos de Tolkien-- para poder ver hacia dónde caminar y convertir a esos orcos en gente productiva para el país. Si no tenemos el coraje para ver los errores, mucho menos lo tendremos para buscar el éxito.

P.S.: Ahora bien, dos noticias: la mala es que todos estos detalles no sólo definen al mexicano, me parece que le caen como anillo al dedo a muchos latinoamericanos; la buena es que todos tenemos esperanzas, pero no nos quedemos en esperar... busquemos el éxito.

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