El paso del viento roza mi cara poco a poco y así, lentamente, casi a cuenta gotas, va desgarrándo mi pusilánime recuerdo. Hace meses que veo las estrellas girar, el sol regodearse y las flores tratar de vivir entre este desierto de arena una y otra vez, y una y otra vez mueren, me dejan, se despiden sin siquiera decirme adiós. Y cuando quiero olvidar lo que me ha traído hasta aquí, lo que me ha estancado en este mar de piedras y perenne locubración, entonces parece que la llamo y se para justo encima de mí.
Entonces recuerdo y mientras más recuerdo más siento cómo se avivan en mi las entrañas que creía olvidadas y renace en mí el fuego y las ganas y el empuje y el llanto y la embrieaguez y su calor y mis deseos y sus ojos y sus garras y su mordida feroz y el cielo entrometido y las vueltas sin fin y el torbellino que sube desde el cerebro hasta el sexo y el estallido de gloria y finalmente la negrura del abismo en el que me lanzó sin siquiera tocarme un pelo.
Me quiero resignar y veo a las caravanas cargar sus bultos de joyas y mirra y siento el coraje y la desdicha, la deshonra y me lamento por años. A veces logro hacer llover, pero la chispas que arranco del cielo con mis pensamientos son demasiado cortos. No logro olvidar, aunque lo intento. No logro hacer que todo el dolor y la aflicción se conviertan en la resignación que me acariciará con su bondad. Pero es imposible. Cierro los ojos y escucho su voz que me dice lentamente "¿Sigues aquí, y tan solo?
Una carcajada se revienta contra las rocas y produce mil sonidos y después caigo en cuenta que soy yo el que ríe. Pero ni siquiera así puedo deshacerme de su nombre, limpiar sus feas letras de mi boca. Veo a los zopilotes rodear a los cuerpos que se consumen con el calor agobiante de mi furia. Veo a otros seres que tienen la dicha de hacer sus vidas normales, de enfrentar a la naturaleza y no recordar; o que si recuerdan son miles los pensamientos que se atiborran en sus cerebros haciéndolos pensar en todo y en nada a la vez.
Yo no puedo. Yo estoy estancado. En mí se repite el mismo momento. El mismo día en que me sedujo. El mismo instante en que caí en su paraíso y en mi infierno. Y cuando quiero arrancarlo, entonces veo a algún descuidado que cae de nuevo en su red. Y cuando creo que la redención vendrá con el sufrimiento de otro, cuando creo que tendré un compañero, me doy cuenta que ese otro tiene la dicha de morir. Entonces mi soledad se multiplica infinitamente, tantas veces como su voz retumbando en mis oídos, en mis montañas, en mis piedras, en mis abismos, en mi nada.
Ay Penélope, Penélope. Sólo de algo estoy seguro, el olvido es lo que más recuerdo.
(Ver "Dulce Arena" de Perdiz, en tobbiesworld.wordpress.com/2007/03/01/dulce-arena/
Ver "En busca de Atti" de Jorge Pablo, en jorgepablo.blogspot.com/2007/06/en-busca-de-atti.html)
1 comentario:
Leashgard!!!! Muy bueno!!!! Qué bueno que parece que ya iniciamos por fin los "Mitos de Penélope". Ahora hace falta que GSUS también publique los cuentos que él ya hizo. Vamos bien y espero que esta serie de cuentos la disfruten mucho los lectores.
Publicar un comentario