martes, 5 de junio de 2007

Un grinch, tres peliculas y un libro...



EL VIOLÍN

Esta semana que recién acaba de terminar tuvo una extenuante gira a través de varios cines. La primera que fui a ver es la famosísima y olvidadísima "El violín". Según dicen los expertos y los críticos, esta cinta es mucho mejor que la de Iñarritu, Cuarón y Del Toro juntas. Después leía el Universal y me atrajo un pequeño reportaje a cerca de un hombrecillo que tocaba el violín. Lo leí y lo leí y lo leí, y caí en cuenta de que este viejito era el que había estelarizado la dichosa película, aunque yo todavía lo dudaba. "Lo malo es que sigo esperando que me paguen lo de la película", decía el viejito al reportero, entonces sí, todo quedó clarísimo, ese viejito era el de la película. "¡Ah canijo!", me dije a mí mismo cuando escuche tan contundentes declaraciones, y decidí que sería preponderante acudir y ver, con mis dos ojitos chinguiñosos, por qué tanto barullo a cerca de esta cinta mexicana, aclamada en el exterior, y sólo entonces, aclamada también en el país.

Fui a verla y, después de varios minutos, que se convirtieron en horas y horas y horas de película, finalmente salimos. Puedo dar dos opiniones sobre la película: la del fondo y la de la forma. En cuanto a la técnica --forma-- está bien llevada. Utiliza unos filtros que le da una realidad que ya pasó pero que no ha pasado. Como el pasado atorado en una pieza de papel periódico. Es lenta. Al principio tiene un par de escenas fortísimas y después, el aletargamiento de las horas que se deslizan frente a los ojos. Una historia que quedaría bien --otra vez, tal y como sucedió con "Un día sin mexicanos"-- si hubiera sido un poquito más corta. Las actuaciones contrastan demasiado. El viejo, que es un personaje de verdad, que no actúa y sólo posa a la cámara, se ve millones de veces más real --por obvias razones-- que los actores que lo acompañan. Es un contraste en donde se nota el "fotomontaje", el artificio. Pero en general está buena.

La historia, es muy maniquea. Los guerrilleros son los buenos y los soldados, esos entes que manda el "maldito" gobierno federal, son los malos. ¡Mueran las bestias militares". Nosotros sólo buscamos paz, tranquilidad, y ¡libertad! (pensemos en un William Wallas cuando grita ¡libertad! en sus últimos minutos de vida, según la versión de Gibson). Me parece que esta película se ha estancado en la dinámica que mueve a las artes --artistas e intelectuales-- de México: la protesta. Todos protestan sobre cualquier cosa... pero nadie dice qué hacer para solucionar las cosas. Esta película cae en lo mismo. Los pueblos indígenas están subyugados; se protesta contra la bota en el cuello. Pero no ofrecen una solución pensada y que verdaderamente sirva. Además, no hay "punch" en las escenas, falta fuerza en lo que nos cuentan. No hay esa catarsis de emociones que debe despertar una película. A mi me parece que eso le resta muchos puntos a este buen intento de cine mexicano. Pero eso sí, es mucho más película que cualquiera de las cochinadas que se están viendo actualmente --véase, niñas mal, ladies night, etc.--

El violín es una buena película, aunque me parece que está fuera de tiempo. Si hubiera salido unos añitos más atrás, hubiera sido un verdadero balazo. Si hubiera tenido más fuerza la narrativa contada, hubiera estremecido a muchos. Si hubieran dado más peso al violín, a la música. Pero ya sabemos que el hubiera no existe...

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