miércoles, 30 de julio de 2008

El abue más chipotludo

Así es señores, les presento al abue más chipotludo. Puede ser terco, gruñón, berrinchudo, molón, ocurrente, mimado, o lo que ustedes gusten o manden, pero lo único que no puede ocurrir es que lo ignores. Ni modo, aquí está el abuelito Coco (por cierto, este es el abue que subió al Popocatéptl, según él... pa saber).

Rescatando al gato Genma

Esta fue la segunda vez que la hizo en un solo día. De un día para otro se dio cuenta de que sus garritas servían para algo más que para afilarlas en los sillones. Miró el gran árbol que se le extendía infinito hasta el cielo y puso una patita arriba y luego otra y otra y mientras más subía más se daba cuenta de que el árbol nunca terminaba y seguía subiendo y subiendo y el árbol parecía emerger de cualquier lado, inventándose a cada paso, reproduciéndose explosivamente, pavimentando su paso hasta que los fríos vientos le hicieron sentir un helado sentimiento en sus orejas. Miró hacia abajo y lo inevitable sucedió. El pánico abrazó sus patas y las engarrotó. Sus bigotes buscaban con desesperación alguna señal de auxilio. No debió voltear, siempre ver para arriba, para arriba, le decía su instinto, sus ganas de flotar, pero tuvo que voltear, tuvo que recordar que era un ser vivo y que necesitaba sentir la seguridad del suelo. Lo hizo y la seguridad se esfumó. Ahora, abajo, había un gran Rotboiler (por cierto, gracias a las croquetas obesity de Royal Canin, ahora el Stan se ve acinturado y fornido, no más un tamal aunque siempre igual de brusco y túmbalo-todo), un Stan que lo miraba con ganas de juguetear un poco con su cadáver. ¿Qué hacer? Lo mejor que nos enseñó la naturaleza, grita.

Así lo hizo. Gritó y gritó hasta que alguien lo escuchó. Un par de muchachos intrépidos acudieron a su auxilio. "Estarás contento", dijo una, "que se baje solo, debe aprender; déjame encerrar al Stan". Pero era demasiado tarde para hacerlo solo. Cuando uno siente la cobija de los amigos, de los conocidos, de la amistad, entonces se deja caer y espera el apapacho que alivia (sí, igualito al de Vick). Esperamos minutos y el gato Genma no bajaba. Seguía maullando, queriendo acercarse a nosotros, pero no lo suficiente como para evitar que nos estiráramos por él. De las habitaciones salió uno más en su ayuda. ¡Caramba gato, de verdad que tienes amigos! Y los tres lo veían, conminándolo a bajar. El tercero se acercó más pero Genma no podía dominar el vértigo lo suficiente (Dios les mandó el chip para trepar, pero no para bajar de culo, que es la mejor forma de clavar las garras y bajar con poca elegancia pero mucha seguridad).

Finalmente el segundo se animó a buscar un "escalón" en el árbol. Ahí lo llamó. Genma acudió pero era lo suficientemente alto como para seguir renuente a bajar. Tuve que subir un poco más. "Espera amigo Genma, ya casi llego". No era lo suficientemente alto. Me impulsé improvisando unos cilindros de cemento en el suelo como escalones y usando mi espalda como tercer apoyo además de mis piernas. Poco a poco subí y sentí lo que sintió Genma ver que el árbol no se acaba. Finalmente alcancé su altura. Quise tomarlo y me di cuenta que no había nada de qué preocuparse pues sus garras estaban fundidas con el árbol de forma que ni un huracán lo hubieran alejado del vegetalote. Con hartas fuerzas lo arranqué de su seguridad flotante y finalmente bajamos juntos.

Bueno, Coschi quiso que aprendiera a bajar de culo, pero creo que no le gustó mucho, porque al día siguiente volvió a sentir el llamado de los árboles, se sintió pájaro y quiso volar. Ahora lo encontraron trepado en un pino. Caramba, cuándo vamos a entender que somos lo que somos y con lo que somos tenemos que hacer lo que queremos ser. No Genma, nunca serás un pájaro; pero seguro algún día llegarás a la copa más alta, eso sí, quien sabe si yo pueda llegar hasta allá para rescatarte, pero al final todos podemos bajarnos de nuestras propias nubes... je je je, pero eso es lo difícil.


El gato Genma

martes, 29 de julio de 2008

De villanos a villanos

Hoy tuve que llevar a mi papá hasta Cuautitlán, ustedes sabrán que visé mi pasaporte para llegar hasta terrenos tan insospechados. En fin, cuando estuve ahí, me di cuenta de que ya están los propedéuticos para los de nuevo ingreso, que la Uñam se ve mejor sin mucha gente y que de plano hizo mucho calor. Esto, a su vez me hizo recordar que siempre es mejor quedarse guarecido ya en la casa, ya en la oficina, pero siempre en un lugar harto cómodo y con una bonita vista y buena ventilación de preferencia. Eso fue precisamente lo que no me pasó hoy, y por eso, hasta este momento llego a mi casa, lleno de tráfico y de un calor terrífico. A modo de desestresarme escribiré el post que estaba pensando desde ayer mismo.

Decía que ayer mismo me había echado un clavadaba en la inmensa piscina de Internet. Entre muchas curiosidades encontré esta que me pareció interesante: los 10 villanos más villanos de las películas. Después de analizar a quienes propusieron, me parece que estarán de acuerdo en que, aunque suena bien la lista, nunca estará por demás incluir a uno de los villanos más cómicos y cínicos de todo el espacio de las películas hollywoodenses: Biff Tannen. Debe ser uno de los villanos más villanos por un simple hecho: lo malvado lo trae en la sangre y se ve en las tres películas de Volver al futuro.



Por cierto, días antes de que me pusiera a encontrar este tipo de información en la gran Red, la Coschi me prestó las tres películas de la increíble saga. Enorme, fue asombroso recordar viejos tiempos, sobre todo pensar que la primera de esas películas la vi en los desaparecidos cines Gemelos I y II. Recordé la conmoción pueril en la que caí, imaginándome cien mil veces al Delorian e inventando infinidad de historias a partir de un guión excelso, propio del buen Robert Zemeckis y el estilo incomparable para contar la acción de mi cuate Spielberg.

Justamente en eso estaba, viendo las películas, cuando recordé un debraye que me aventé hace casi cuatro años, cuando me duchaba. Concluí que, aunque un hombre viaje al pasado, es imposible que cambie las cosas; es decir, seríamos meros espectadores y por más cosas que cambies nada se alteraría. Supongamos que viajamos al pasado y cambiamos algo. Tomando en cuenta "n" cantidad de posibilidades que se concatenarían en un orden diferente y basándonos en la teoría del caos, necesariamente el futuro se vería afectado y por ende, el hombre que viajó no sería el hombre que viajó y con ello se realizaría una paradoja en el tiempo (al más puro estilo del buen Doc) que necesariamente cambiaría las cosas hasta ponerlas como estaban en el momento preciso en que se iba a producir el viaje en el tiempo.

Conclusión inevitable es que, el único momento en el que se pueden cambiar las cosas es en el tiempo presente. Por si son peras o son manzanas, yo prefiero volver a ver una película buena, como esta que me acabo de aventar, otra más buen Zemeckis, otra más.



(foto)

lunes, 28 de julio de 2008

Batman

(foto)


Ya hace algunos meses publiqué algo sobre uno de mis héroes cinematográficos, ahora toca el turno al que se lleva, por mucho, las palmas. En aquella ocasión, Coschi quiso darme una sorpresa y vaya que me la dio. Nos dirigimos a una plaza que se encuentra en una colina (tomando en cuenta que ella vive en una, y esta es más alta, imaginemos primero el frío y después el nivel de deforestación que esa zona de Atizapán tiene, cada vez construyen más y más, y construyen a lo bruto sin ninguna planificación, sólo incrementando la gran verruga en la que se ha convertido la ciudad de México y muchas más en el país y en el mundo). Eso sí, la plaza está re chula, utilizando lo que han denominado arquitectura orgánica basada en la tensión de plataformas de tela.

Ahí estuvimos, rápidamente caminamos hasta las taquillas porque había apartado los boletos y había que reclamar nuestros lugares. Me dijo que, mientras ella iba por los tiquetes, yo fuera por una crepa. Lo hice y vi que se había metido a la sala VIP, lo cual era muy raro, porque la Coschi y yo no solemos ir a ese lugar tan exclusivo. Total, llegué y la esperé, pensando, ilusamente, que por alguna razón meramente de sistemas, la habían llevado ahí. De hecho me recuerda la vez en que mi mamá nos compró unas palomitas de maíz hechas en microondas, cuando eran nuevas y casi no había en México; mi madre, para mantenernos alejados de las palomitas el tiempo necesario para que estuvieran lo suficientemente frías como para evitar quemaduras, nos dijo que en la bolsa había virus de mi papá. Así, cual niño inocente esperé a la Coschi a que terminara de adquirir los boletos. No hace falta decirles que mi sorpresa fue mayúscula cuando entramos a la famosa sala VIP.

No podía perder la oportunidad de ver cómo eran los baños donde gente tan conspicua entra, así que entré. No hay mucho que contar, así que os lo dejo a vuestra imaginación. Esperamos a que diera la hora y finalmente, cuando dio, entramos a la sala. Ahora, tenemos que acotar el hecho de que Coschi sólo pudo conseguir boletos en la primera fila y hasta el fondo, así que se podrán imaginar el pantallón sobre nuestras narices. Para colmo, cuando entramos y nos situamos en los reposets bellísimos, nos dimos cuenta de que, incultos en el arte del VIP, no sabíamos cómo reclinar el jodido asiento para no tener el cuello tan torcido. Encendí la lamparita que hace aparecer a un mozo después de algunos momentos. Así pasó, película y media después de que encendí la dichosa lamparita, cual Genio de la lámpara perezoso, apareció el mozuelo. "¿Qué van a ordenar?", "Nada, sólo quiero saber cómo se reclina esto". Cara de asombro, perplejidad y sorna. "Se jala de por aquí... ¿es todo?", "Así es". Se va el mozuelo pensando en que no recibió propina. Ni modo, no traía mi American Express. Pero para saber más sobre nuestra aventura les recomiendo la siguiente lectura: dar click en estas palabras.

(foto)Tan pronto apareció la película en nuestras narices (literalmente por lo que comenté ad supra) me conecté de inmediato. Me clavé con la película. Verdaderamente me encantaron los efectos, el maquillaje del extinto Heath Ledger es faVuloso, las líneas y el guión en general son casi armónicos. De hecho, y a riesgo de que alguno esté en contra de mis palabras, pienso que si la primera película de Batman fue de Batman, esta fue del guasón. Creo que los títulos están mal colocados, ésta debió llamarse "Te Jokers Poem", comprando los derechos por el título de una melodía de Elfman, y la primera debió llamarse "The Dark Knight". Ah, y por último, un último (lo prometo) reclamo, todo estuvo perfecto, pero la caracterización de Two Faces fue disonante, sobre todo pensando que el tenor de la película es "realismo", faltó una caracterización más apegada a un quemado, la carne viva y el ojo marchito. Eso hubiera sido el cúlmen. Pero no fue así.

En fin, me la pasé muy bien y doy gracias a la Coschi, quien me dio esta buena sorpresa. Les recomiendo la película, y si se van al VIP, también les recomiendo una buena sesión de masajes postfunción.

(foto)

domingo, 27 de julio de 2008

Instantes conmovedores

Metallica ha sido una de mis bandas favoritas desde que el buen Borau (hijo del profe Borau) llevó de contrabando a la escuela "And Justice For All", el llamado "Black Album" y el mítico "Master of Puppets". Desde entonces me hice una especie de fan, no de los que van a los conciertos (creo que desde que me gustaron sólo vinieron una vez por ahí del 98, y no pude ir por mi poca edad, pero en fin, algún día los veré por lo menos en la tumba, como los que ya se me pasaron) ni de los que dan la vida por ellos, pero de alguna forma me sirvieron como punto de partida para empezar a conocer algo más de música que lo que te ponen en Alfa y Reactor.

En fin, ayer, buscando unas películas que estaban "extraviadas" en la inmensidad de mi cuarto (ustedes saben cómo son estas cosas, el cuarto de uno se convierte en un microcosmos en donde todo es posible encontrar incluso años después de haberlas necesitado como verdadero demente) me di cuenta de que, ahí, perdido, estaba el disco de "Garage Inc" de los Metallicats. Me puse a escucharlo y rememoré viejos tiempos, cuando lo adquirí por allá del año 1999, cercano a mi ingreso a la preparatoria. Recuerdo que lo ponía y hacía la tarea que me dejaban en el curso propedéutico del TAE. En fin, ahora, escuchando el track número 8 del segundo disco, es decir, escuchando la canción Breadfan, me di cuenta de que la mayoría de las canciones tienen instantes conmovedores. En esta canción particular, con la que hacemos verbigracia, ese instante (que puede ser todo un momento) conmovedor entra a partir del minuto 2:47, cuando, la potencia de las guitarras dan paso a una bella balada, triste, como una pequeña laguna en medio del sol agreste, o un pequeño suspiro en medio de una pelea, o un descanso tras caer varias y variadas veces.

Otras canciones vinieron a mi memoria, como la rola de los Rolling Stones, Anybody seen my baby, en donde la guitarra de Keith Richards, en el minuto 1:43, con un simple movimiento en las cuerdas, nada complicado, una nota llana, nos da todo un sentido completo y vibrante. En la canción de Antony y los Johnsons, Hope there's someone, dejando a un lado lo fuera de serie que es la voz, la letra y la música (se te hace el corazón chiquito y ahí te quedas, mirando lo que tengas que mirar atrás de los ojos), también hay un instante conmovedor justo en el minuto 1:12, cuando el ritmo lánguido y nostálgico se ve interrumpido, como a propósito, y le da toda una vuelta a la emoción que está representando. Cuando Pavarotti canta Nessun Dorma, encontramos este famoso instante conmovedor cuando canta las líneas "¡al alba vincero, vincero, vincero!", justo en ese tercer vincero, cuando alarga la "e" hace una modulación sobrenatural que eriza el cuerpo y abre todos los conductos de por sí abiertos para sentir una ráfaga de electricidad que te moja los ojos y deja los cabellos quemados.

En suma, este instante conmovedor, como lo dice su propio nombre, es un momento específico en la canción o en la composición musical que le da un giro catártico, como un bonito detalle en un vestido, como una línea embellecedora en un condominio. Es cuando el negrito en el arroz termina por darle todo el sabor a la comida, y lo mejor es que dura unos instantes, para que termines con ganas de más, y justo esta brevedad le dé la belleza a ese instante.
(foto tomada de aquí)

El maldito Colmillo

Hace unos días, Coschi vino a mí para contarme una desgracia. Sucedió por la mañana, como todos los días, salió a su terraza para ver cómo estaba el buen Stan (Stanislao pa' los cuates). Así lo hizo pero nunca pensó que lo que encontraría le haría sentir escalofríos por la espalda. El buen Stan la miró y, como todos los días movió la colita, se dio sus tres vueltas y la volvió a mirar con ganas de que le diera su buena dotación de croquetas. Lo realmente macabro fue que el Stan estaba más de buenas que de costumbre, parecía decirle con los ojos: "hemos tenido una buena caza". La verdad no podía ser más clara, junto al están yacía un gato negro en posición fetal (o fatal, que siempre serán términos sinónimos). Decíamos, Coschi sintió un rayo frío cruzar por su columna. Miró al negro y le dio un revistazo, pero el negro lo entendió como un "muy bien hecho".

El gato que yacía se llamaba Gadet. Hacía unos años había convivido con Coschi y años después, cuando sintió el llamado de los machos, se largo de la casa. Hace algunos meses apareció nuevamente en el barrio, aunque en esta ocasión, los vecinos lo habían adoptado, bueno, realmente sólo le ponían croquetas y agua y una casita, porque el pobre gato necesitaba un poco de cariños, ya saben cómo son de reinas los gatos. El gato se veía descuidado, sus dos patas delanteras estaban chuecas, producto de fracturas mal tratadas. Su pelaje estaba terriblemente hirsuto, medio chamagoso y completamente sucio. También tenía una extraña manía por abrir el hocico intermitentemente, como si se le hubiera atorado algo (probablemente tenía dislocada la coyuntura), y babeaba constantemente. Cuando te acercabas, maullaba como una máquina descompuesta. Aún así, era feliz el gatito y se paseaba, aunque con dificultad, por los terrenos aceptablemente planos, y se veía que hacía tiempo había decidido olvidar aquello de subir azoteas y árboles.

Coschi miró al gato, muerto en su terraza y en seguida fue por un par de guantes y una bolsa para ocultar sus despojos. Antes, observó que el pelo, ya de por sí sucio, de Gadet, estaba lleno de pedacitos de pasto seco, signos, decía ella, de que había sido revolcado en una feroz lucha contra el Stan, cosa que había deducido por que encontró el cuello de Gadet destrozado, con huellas de quien lo transporta agarrado por el cogote y deja residuos de saliva, además de que, al mirar el hocico, encontró un colmillo fuera de su lugar, sin estar totalmente desprendido, pero con marcas de haber sido desprendido, pues se encontraba volteado mirando hacia afuera y hacia arriba. Todas las pruebas, decía Coschi, señalaban como único culpable al pobrecito Stan.

Yo, por mi parte, estoy seguro de que no fue él. Es verdad, los signos que presentaba Gadet eran muestra de una muerte dolorosa, pero no quieren decir que hubiera alguna conexión asesina con el Stan, simplemente mostraban que el perro bien pudo encontrar al despojo del gato en el jardín, olisquearlo, y al ver que no se movía, jugar con él, revolcarlo, clavarle y safarle dientes y lo que se quiera, pero con la probabilidad de que Gadet no hubiera sentido ninguno de los bruscos movimientos del Rottweiler. Coschi dice que no me doy cuenta de que Stan ya tenía antecedentes y que el signo del colmillo roto era prueba suficiente.

Por mi parte sólo estoy seguro de algo, el gato murió de una caída. Era bastante obvio, al ver su andar desequilibrado y con gran parte de sus felinos reflejos mellados, que no podía realizar movimientos comunes en los gatos. Creo que el gato, siguiendo el inevitable llamado de la naturaleza por perpetuarse, decidió caminar por un pasadizo hacia la casa contigua. Ahí, quiso seguir su camino a través de la línea que marca la barda, pero, al no contar con sus habilidades primarias, resbaló y, de un buen golpe, se mató. No pudo ser de otra forma, porque, la gran pregunta que me hago es, cómo, si el gato era casi un inválido, pudo trepar una barda difícil, caminar por un estrecho camino de unos 8 centímetros, recordando su falta de equilibrio, y de pronto aparecer en el jardín, en la parte baja, tomando en cuenta que las paredes son altas y sus patas ya no estaban en condiciones para aventuras, completamente vivo, sano y salvo. Definitivamente el gato murió de la caída, quizás sus gritos de dolor, pues probablemente murió lentamente, llamaron al Stan quien, al verlo muerto, lo cogió por el pescuezo y todo pareció parte de un terrible asesinato.

Yo creo en el Stan, creo en su inocencia, creo que, y en esto coincidimos Coschi y yo, es demasiado juguetón, creo que no mató a Gadet, aún cuando Coschi haya encontrado un nuevo signo para demoler mi teoría de la caída: Stan tiene una herida, que, según Coschi, fue producto de la defensa de Gadet, quien mordió al Stan en el cuello, pero, al ser este más fuerte, terminó por safarle ese maldito colmillo.

¡Vean sus ojitos de inocencia!

viernes, 25 de julio de 2008

Cosas de marketing

Hoy nos fuimos a patín hasta las mismísmas oficinas de la Seduvi en la mismísma avenida de San Antonio Abad. No fue difícil dar con este lugar, pues, gracias a nuestras autoridades contamos con un servicio de transporte harto eficiente y en dos patadas ya estábamos ahí. Sólo que, las cosas no son siempre miel sobre hojuelas, no contábamos con que la dichosa oficina estaba entre las dos estaciones posibles, por lo que, a pesar de que el buen metropolitano nos acercó bastante a nuestro destino, tuvimos que ir a patín hasta las mismísimas puertas.

En el transcurso del camino, nos encontramos con una masa de furibundos y ahuevonados perredistas vestidos en camisetas verdes con la leyenda "yo sí voy a la consulta ciudadana", o una mamada así. Claro, todos estorbando, echando la garnacha, mirando lujuriosamente a las señoritas que caminaban por la calle, mercando piratería y vacitos con fruta y chile, y en general diciéndose sarta de leperadas a modo de caricias o manoseos de estimación. Pero sólo fue una nube de estos mosquitos, así que tan pronto los pasamos, la natural tranquilidad de las calles defeñas regresó. Regresó hasta que, en la esquina, un perro estilo Stan (léase Rotboiler), empezó a ladrar como avisando que si no te quitas te come. Claro que, después de que nos fijamos bien, el joven canino le ladraba a una pareja de maduras personas que venía atrás de nosotros, lo cual nos hizo sospechar que o traían droga, o el perro no más no aguantaba el estrés visual por estar tan feos, jo jo jo.

Después de ahí, nada qué contar, caminamos y caminamos harto. Diseñamos un nuevo plan para nuestra bitácora, vimos un borrachito que se veía medio drogado, una señora anciana le decía a su acompañante, también anciana, que "no voy a claudicar", y eso nos hace ver que hay espíritu en las personas, lástima que ese espíritu esté en las personas de 80 años para arriba, que están más pa' allá que pa' acá, y no en los chavos que cada vez hacen menos. En fin, finalmente llegamos a la dichosa Seduvi. No hubo purrún, o como quien dice, no nos la hicieron cansada. Nos dijeron qué diablos debíamos llevar y ya estuvo. La cosa con la burrocracia no es tan difícil, sólo hay que llevar todas las copias de todos las identificaciones posibles y existentes, aunque no te las pidan, y ya está.

Total que nos regresamos en nuestros pasos, vimos a la misma ancianita, al mismo borracho, al rotboiler ya no lo vimos pero sí estaba la chusma de perredistas buenos para nada, y finalmente la estación San Antony Abad. Abordamos el tren, trasbordamos en Chabacano y nos fuimos hacia Centro Médico. Justo estábamos por llegar a la estación cuando vi que el marketing le ha dado en la madre a todos los changarros viejos y sus equivalentes. En la estación previa a Centro Médico abordó una viejita y un chavo con su maletita para vender discos piratones. La viejita, que se veía acostumbrada a pedir dinero con su cantaleta de "ya estoy viejita, no tengo trabajo, no tengo quien me sostenga...", empezó a apechugar y habló. Pero al mismo tiempo, el chavo encendió su música. ¡A quién escuchar! El chavo, buena onda y solidario, le cedió unos segundos para que la viejita terminara su choro. Así fue, terminó y nadie le tendió un mísero peso. En cambio, el chavo buena onda terminó vendiendo como tres discos. Conclusión, incluso para mendigar hay que cambiar las estrategias, y aquí el famoso refrán alcanza dimensiones literales: "renovarse o morir".


(fuente foto)

jueves, 24 de julio de 2008

Por cierto

chiste gráfico 1

Esto tiene que quedar en el anecdotario. Por alguna extraña razón, no me fijé quién fue nuestra gotita número 4000, por lo visto ya juntamos 34 gotitas más después de aquél suceso. Sin embargo es razón suficiente para decir que, un día se me ocurrió entrarle a esto de la web, a esto de postear cosas que te vienen de la mente, y en mi caso, y por eso el nombre del blog, que ocurren en mi cerebro, y que hasta estas fechas me animo a compartir con ustedes.

En el camino, me encontré con diferentes facetas mías, que si bien conocía, nunca había analizado y mucho menos había aprendido de ellas. La primera es que me gusta mucho contar las cosas que he hecho, eso empecé a hacer y así lo hice en las primeras entradas. Después tuve mi primer choque con las mentes malignas del ciberespacio escudadas en el denostable "anónimo" (ver Anónimos). Esto produjo un cambio radical, comencé a ser más punzante en mis observaciones, dejé de ser ameno y me convertí en un bloggero más que cree tener la razón y por obvias razón mi público disminuyó. Después, al ver que nadie entraba decidí cerrar el círculo de amigos, grave error, pues sólo yo entraba y eso me produjo coraje y decepción, hasta que recapacité y decidí regresar a las andadas por medio de un itinerario, en donde un día hablaba de algo otro de otro y así por el estilo, pero a final del año pasado (cuando, bye the way, cumplí las 100 posteadas) decidí que iba a escribir de lo que me diera la gana. Por eso es que ven de todo, cuentos, opiniones (sobre todo opiniones, no puedo dejar de señalar lo que me parece mal y decir cómo lo haría yo, sé que mi opinión no es ley, y también quiero dejar claro que no creo tener la razón, sólo que a veces las cosas se dan para decir lo que uno piensa sobre una cosa en particular), anécdotas, crítica de cine, y muchas otras etiquetas.

chiste gráfico 2

En fin, el punto es que este blog ha caminado por senderos sinuosos esculpidos por mi enervada forma de ser. Pero agradezco a ustedes, señores y señoritas, caballeros y damas, por leerme, y dejar su rastro (como diría patricio) en este mellado Blog. Felicidades al blogector número 4000 y espero que sigamos en esto por un rato más. Definitivamente esto queda para el anecdotario.

chiste gráfico 3

(Si la ley de Murphy es verdadera y el destino es tan chistoso como cuentan, es probable que después de esta entrada no aparezca otra más hasta dentro de mucho tiempo, digo, por aquello de la ironía).

Enseñando

Esta semana, como lo habrán notado por anteriores entradas, la he dedicado al cultivo (o por lo menos al intento) de mi sacrosanto cuerpo. Y además, me di a la tarea de ayudar a mi hermano a que utilice el automóvil. Digo, no es que no sepa, simplemente que, como todo en la vida, es necesario un poco de apoyo al principio. De hecho, no es malo manejando. No se apaga el motor en primera, no jalonea el automóvil, sabe medir las distancias (al respecto hay dos puntos, o sabes o no sabes, si sabes, sólo tienes que pulirte, si no sabes serás un tronco en ruedas de por vida) y, aunque todavía no se ha enfrentado con las pistas de alta velocidad, ya se enfrentó a los capitalinos un día por la mañana antes de ir a trabajar, ustedes saben lo que es eso.

En fin, en eso hemos estado y, después de darme cuenta que las vueltas no son su fuerte y que todavía debe aprender a cruzar las manos para girar el volante (condición que, por lo pronto, ya controla bastante bien), me percaté que uno de sus más feroces miedos es (o era, por lo que vi el martes pasado, cuando ingresó al Viaducto) espejear; ustedes saben lo que esto quiere decir, utilizar los espejos para cambiar de carril. Es un movimiento completamente natural para aquellos que han manejado un automóvil por más de tres meses. Simplemente lo haces, parece como si la visión extra que te dan los reflejantes vidrios te permitiera tener, de un solo vistazo todos los lados de tu auto, por lo que, casi instintivamente cambias de carril.

Estoy de acuerdo con que hay gente que es muy bruta para manejar y que eso de la espejeada no más no se les da. Pero procuremos revisar la anotación dada más adelante: cuando sabes sólo tienes que pulirte, cuando no sabes, serás un tronco sobre ruedas de por vida. Pero este no es el punto de esta anécdota. El punto esencial es que, para poder enseñarle a mi hermano cómo diablos espejear, tuve que fijarme cómo es que yo espejeo. Parece sencillo, sólo tienes que ver cómo haces tus movimientos mientras manejas, pero, al ser tan automáticos (y este es el secreto para brincar de ser un simple técnico al siguiente nivel, un nivel más artístico, pues tus movimientos deben ser realizados por meros reflejos, lo cual te permite razonar cómo hacer que estos movimientos produzcan algo directamente de tu imaginación) es difícil concentrarse en ellos.

Lo increíble es que en esta ocasión el tráfico no cooperó conmigo, y mientras quería ver en qué posición aparecía el automóvil para poder estar seguro de que tenía un lugar lo suficientemente amplio para cambiar de carril, sucedía que no había automóviles lo suficientemente estorbosos como para poder darme cuenta de esta dimensionalidad. Finalmente, me dije a mí mismo "seguramente es parte de la Ley de Murphy, en un sentido más bien relativista, pues ahora que quiero que haya coches lo suficientemente cerca para que yo pueda saber cómo diablos cambiar de carril, no los hay". Después me vino a la mente otro pensamiento, quizás tratando de nivelar mi disonancia cognoscitiva: "es probable que siempre que quiero cambiar de carril, no haya coches estorbando, no es que en este momento no los haya". La verdad es que no lo podré saber a ciencia cierta, pues siempre que estoy en el tráfico traigo un chip de automático.

Lo que sí sé con seguridad es cómo cambiar de carril. Es un método sencillo que requiere de conocer por separado los pasos, y utilizarlos en una perfecta combinación, en un perfecto compás y en una perfecta armonía para que no resulte en un choque o mentada de madre. 1) Primero hay que definir dos puntos base, llamémosles A y B, los cuales representan los límites del espacio elegido para cambiar de carril. 2) Después hay que señalizar el movimiento con la direccional. 3) En un ambiente ideal, se debe calcular la velocidad a la que vamos, con la velocidad que van el auto del límite delantero A de nuestro espacio, y el del auto del límite B trasero de nuestro espacio. Hay que coordinar su velocidad, que puede ser más alta o más baja, con la nuestra, en seguida, 4) se debe hacer un leve giro de cabeza para verificar que no exista un automóvil en nuestro punto ciego. 5) Al comprobar que la existencia es negativa se gira el volante hacia la dirección del espacio, acelerando un "poco", en tanto que este "poco" es directamente proporcional con la velocidad previamente coordinada.

Ahora bien, decíamos que esto es un ambiente ideal, si estamos hablando de un ambiente como el de la capital en movimiento, la ciudad de la esperanza, hay que hacer una pequeña variante. Dados los puntos 1 y 2, se deberá observar que al señalizar el movimento, es probable que el auto del punto B incremente su velocidad acortando intempestivamente las dimensiones del espacio deseado. Por ende, regresando al punto 1, se ubicarán cuatro puntos más, el A y B que tomaremos como referencia y el C y D, que serán los puntos reales. El punto C y D serán, los límites delantero y anterior nuevo, siendo el delantero el auto del punto B y el trasero o anterior el del auto que esté detrás del auto B, aunque bien puede ser el auto que venga detrás de éste, dependiendo de la velocidad y la pericia del automovilista. Tan pronto como el auto del punto B incremente su velocidad, nosotros giraremos el volante hacia el lado deseado, casi empalmando al auto del punto B, sin acelerar demasiado, sólo esperando a que este pase, para ocupar el lugar que está detrás. Es una operación sencilla, pero como dije al principio debe ser echa con cautela siempre teniendo información de los límites C y D.

Debo señalar que existe un pequeño secreto. Teniendo en cuenta que el espejo es un cuadrado, dividámoslo en tres franjas horizontales. La franja inferior será nuestro guía para saber si el punto D o B están lo suficientemente alejados como para asegurar un espacio libre de riesgos. Cuando el automóvil que marca el límite trasero o anterior se mantenga en las dos franjas superiores, el espacio es lo suficientemente grande como para entrar sin problemas. Sin embargo, tan pronto como el automóvil empiece a entrar al espacio inferior del espejo, las dimensiones se harán mucho más estrechas, aumentando el riesgo de colisión.

En fin, después de este descubrimiento, creo que podemos saber que existe un método más bien eficaz para cambiar de carril. Es probable que ni siquiera sientan este movimiento o que apliquen algún otro truquillo, pero a mí me funciona, y, demonios, mi hermano ya conduce mucho mejor. Para más información, vayan a este blog, de donde tomé prestada esta fotografía:

domingo, 20 de julio de 2008

Esos chinos


Si se fijan bien, las letritas rojas son subliminales.

La diferencia

¿Se han dado cuenta de que la diferencia entre guey (gay) y güey son sólo dos puntitos? Os lo digo, el diablo se esconde en los detalles...

sábado, 19 de julio de 2008

¡Esos chinos dan harto miedo!

Cuando uno va al banco, lo más que puede esperar es hacer largas filas, quizás mirulear los cartones con las caras de los ladrones de cuentahabientes más buscados, que, curiosamente, siguen siendo los mismos desde hace un año. También puede uno entretenerse mirando cómo todos contestan los teléfonos celulares (sabemos de la regla que prohibe estos aparatos), unos diciendo a su interlocutor "estoy en el banco, ahorita te marco" y otros de plano, y hasta socarronamente, se echan el cafecito con el/la amig@ (me cae gordo utilizar este signo para hablar sobre la ambigüedad de géneros, pero ni modo, la semiótica cibernética es la semiótica cibernética). En fin, todo esto es lo que comúnmente se ve cuando se va a los bancos.

Pero hace un par de días, acompañé a mi padre al banco y el cuate que nos atendió nos hizo una declaración bastante fuerte. Decía el muchachón que la Renta Variable está cayendo (cosa que podemos ver si ponemos atención al IPC). ¿Por qué? Por lo que todo mundo sabe, las hipotecas impagables en Estados Unidos, la falta de dinero que tienen los bancos americanos para pagar sus deudas, el impacto financiero negativo (producto de la incomprensible y terriblemente asustadiza mente de los humanos), los precios del barril del petróleo y la onda de la falta de alimentos. Pero, el punto interesante de toda la charla con el muchacho fue lo que tenía que ver con la falta de alimentos.

Muchos podemos creer (y de hecho así ha sido gracias a la información parcial y completamente industrial que pulula en los canales televisivos) que la culpa es de las personas que han transformado el maíz en etanol y esto en combustible. Ergo, ya no alimentamos hombres sino máquinas. Pero la realidad es mucho más simple y a la vez más aterradora. China se ha convertido en un verdadero monstruo tanto para el equilibrio injusto en el que estamos metidos todos, como para sus propios moradores. Su crecimiento imponente se dio gracias al sacrificio de sus hombres y mujeres, pero, gracias a todos los que rezaron por ello, a los chinos les fue bien este año. Su condición de vida aumentó. ¡Ya comen tres veces al día! Sin embargo, el impacto inmediato es claro: falta comida. Miles de millones de bocas comieron y miles de más empiezan a temblar, pues, si ahorita, ya comen algo, imaginemos cuando sus condiciones de vida sean como las de nosotros: la comida no va a alcanzar para todos.

China abrió la boca y todos nos quedamos callados por el susto.

(La foto la tomé de aquí)

miércoles, 16 de julio de 2008

¡Apa niñita!

Lo que es la ociosidad. Desde hace al menos unas cuantas horas debí haber comenzado a bañarme, pero, por una razón u otra, terminé por arrellanarme en el sillón frente a mi computador y me puse a "surfear" en la red. Después de hacer un par de cosillas meramente lúdicas (pueden verla ya en la entrada previa, ya dando click aquí). En fin, seguía yendo de un link a otro, cuando, por mera arte de magia, caí en el célebre portal de www.eluniversal.com.mx. ¿Qué fue lo que encontré aquí? Una de las artimañas más inocentes que jamás haya visto. Una pequeña niña se escabulle dentro de las tripas metálicas de una de las maquinitas que tienen una garrita para atrapar un premio (recuerden, como el de Toy Story), para poder tomar el que ella quería.

Lo más simpático es cuando la niña se asoma por ventana mientras la mamá trata de atraparla (incauta) todavía en el recién estrenado acceso. Claro, esta historia tiene final feliz, de lo contrario ya estaría en todos los noticieros y quizás se estaría lapidando a los creadores de tan chanchullesca máquina. Esta es una demostración más de que los niños son los seres más peligrosos del mundo, descuidaos y caereís en sus garras.


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Yo no sé porqué tanto pancho...

...si su fuerte es la izquierda.

El otro día escuché en las noticias que el buen presidente Calderón era zurdo. Entonces, como por arte de magia, encontré esto en la inmensidad del mundo hecho a través de códigos binominales.

martes, 15 de julio de 2008

Ni una más

Era domingo y era día de echarla hueva. Pero en mi caso no fue así. Desde las 7 de la mañana ya estaba despierto y camino al rito sagrado del baño y la bañera. A las 7:30 estaba tomando un desayuno verdaderamente ligero, un poco de jugo de uva, y un mango. A las 8 estaba preparando mi mente, ¿qué le preguntaría? ¿cómo lo diría? ¿por qué quería verlo? En el inter, estaba buscando una copia de mi primer libro publicado pero no publicado (ironía, porque fue publicado pero no hecho público, extraño, pero eso sucede con todas las tesis, a menos que seas un gran pensador, estés de moda o seas amigo del editor). Ya eran las 9 de la mañana y ubiqué la calle en el Guía Roji. 20 minutos para las 9:30, justo el momento de tomar el automóvil y lanzarme con el buen profe Capeto.

Platicamos de cómo debe un hombre caminar hacia su destino. Bastante motivador y energéticos comentarios han logrado que poco a poco el pequeño bote agarre impulso y trate de enfrentar las marejadas y los embates. Una vez más invitó él, pero no volverá a suceder, pues la próxima vez que nos reunamos, las cosas serán diferentes. Salí del afamado cafecito de la Condesa y caminé hacia el automóvil. Justo cuando estaba por llegar, me encontré con algo bastante fuera de lo común; un hombre, viejo se podía percibir por el hedor que expelía (a rancio, a añejo, avinagrado) y por el color gris de su piel, por la tersura seca y porosa de sus mejillas, por lo opaco de los ojos, que otrora se adivinaban brillantes. ¿Quién era y qué hacia sentado sobre el cofre del automóvil?

(la foto es de aquí) Quise asustarlo con el alarma del automóvil, pero al parecer los tímpanos también habían perdido flexibilidad y ningún sonido le llegó a la cabeza. Me acerqué más y le dije que se moviera, pero me di cuenta de que no me escuchó, es más, ni siquiera notó mi presencia. ¿Qué le pasaba a aquél hombre? Sólo hablaba, parecía que conmigo, pero en realidad lo hacía consigo mismo. Balbuceaba incoherencias y, de no ser porque sus ojos por alguna razón me parecían familiares y me habían atado, hubiera tomado el coche, lo hubiera arrancado y me hubiera ido, sin pensar en que la muerte de aquél extraño ser. Pero no ocurrió, así que vano fue escribirlo. Antes, al contrario, sus palabras me hipnotizaron. "¿Por qué me dieron la espalda? ¿Por qué se mostraron mal agradecidos? Yo bajé a socorrerlos, bajé a ayudarlos, bajé a escucharlos, bajé a ser parte de ellos, pero nunca me reconocieron, más bien me desconocieron, me hicieron a un lado, me traicionaron, me cambiaron, decían que éramos hermanos, pero no era verdad, me mintieron, me dejaron ahí, solo, a mi fortuna, les hablé y les hablé y nada dijeron, sólo enojos, sólo puñaladas e hipocresías, silencios delatores que los evidenciaban, dejando sus mentes diáfanas e impuras, traidores, ingratos, aborrecibles, inhumanos, ratas, animales, rastrojos, rescoldos de recuerdos embadurnados en caca, semen infértil y degradantes, dos caras, fariseos...". Y así pudo seguir su diatriba sin que poder humano pudiera hacerlo desistir. Por un momento me interesé en su monólogo pero pronto me di cuenta de que se me hacía tarde para visitar a mi Cosqui. "Señor, ¿me deja irme por favor?", su respuesta fueron diez minutos más de adjetivos inútiles y descontinuados, que sólo provocaron que mi ira subiera poco a poquito. Entonces, para detenerlo de sopetón, no contuve mis palabras ni medí su alcance, "¿Y usted, viejo ingrato, alguna vez les habló, alguna vez quiso saber cómo estaban, alguna vez se preocupó por ellos, alguna vez buscó algo más que pasar un rato ameno o decir un par de improperios o tomar unas cervezas? ¿Alguna vez regaló un poco de lo que ahora pide encarecidamente, con su boca rota por la sed de la franqueza?". El anciano finalmente terminó, me miró y parecía que una pequeña piedrita deshacía todo un castillo de piltrafas. Pude ver cómo se derrumbaba por dentro. Duró siglos, aunque a mí me parecieron minutos, hasta que, después de diez en los que noté vana respuesta de su parte, y temiendo su pronta muerte, toqué su hombro y el hombre cayó al suelo, mostrando sólo una cáscara, un exoesqueleto curtido por las lluvias ácidas de los corajes y la depresión, vacía por dentro. Su residuos se los llevó un remolino causado por una hummer. El viejo desapareció y pude seguir mi camino.

A la 1:30 ya estaba en la iglesia. A las 3 estaba terminando unos pósteres de la Cosqui. A las 5 me dirigí a su casa y ayudé a bajar el super y acomodarlo en la despensa. El señor, papá de Cosqui, me ofreció una cerveza. Grave error fue aceptarlo, pues después de esa vino otra y otra y otra y yo ya pensaba que saldría de casa de Cosqui caminando a gatas. Pero no fue así, antes de que pudiera terminar mi cuarta cerveza, la Cosqui sacó un bote enorme de cristal lleno de monedas antiguas mexicanas. Los tres nos pusimos a verlas, a descubrirlas, a recordar que con una moneda 1000 podías comprar un kilo de tortillas y con una de 5000 el lunch completo. Vimos las pequeñeces más curiosas de todos los tiempos, los famosos maicitos de 10 centavos. Terminamos de verlos porque el óxido de los años comenzaron a atentar contra nuestros ojos, tanto como el óxido del desprecio, el odio y la ignorancia pudrió el ser de aquél viejo. Ya no lo recordaba, sólo sé que hoy no llovió.

domingo, 13 de julio de 2008

Hasta en esto

Ayer fue un día importante. Finalmente y después de meses de espera, Cosqui y yo fuimos a reciclar todo el bagaje de latas y frascos de PET. Así lo hicimos porque nos dimos cuenta que la cadena Walmart, en "sano" (si siguen leyendo, entenderán porqué entrecomillo la palabra "sano") contubernio con Pepsi Co. y Gatorade, quizás en un gesto más bien culposo, prefirieron hacer algo por el planeta y pusieron un punto de reciclaje justo a las afueras de la tienda de autoservicio. Como nota técnica, si ustedes quisieran también reciclar frascos Tetrapack, hay un punto de reciclaje parecido en Superama; ahora bien, desconozco si es en todos los Superamas y todos los Walmarts están, aunque lo más seguro es que así sea. En fin, decía que encontramos el tierno gesto de las trasnacionales justamente ubicado detrás de un montón de bolsas de comida para caninos, arrumbado, en un rincón, cual muñeca fea.

Sin importar implicaciones, la buena Cosqui decidió estacionar su automóvil justo a un lado. Esto no tienen nada que ver con la historia, pues no pasó nada más, es una referencia meramente descriptiva. Llegamos ante el lujoso receptáculo y leímos las instrucciones. "Meter frasco, de a uno por uno". Entendido y anotado, nos dispusimos a abrir los diez costales de metro y cacho de altura para empezar a vaciar todo el esfuerzo ecológico de la Cosqui. Siguiente instrucción, "Asegúrese de que el código de barras quede boca arriba, de modo que nuestro lector discriminador lo pueda leer". La cosa se empezaba a complicar. En primer lugar nos encontramos con un reciclaje que discriminaba entre productos con código de barras y sin código de barras, lo que implicaba que, aquellos frascos sin marca, no tendrían acceso al interior de la reencarnación, en otro producto.

No importó, porque descubrimos una grieta en el sistema: cada vez que la máquina traga PET y aluminio abría las fauces, aprovechábamos y metíamos una de contrabando. De esta forma comenzamos a vaciar nuestros costales vertiginosamente. Entonces (llegamos al twist de esta historia) de entre las profundidades de las bolsas negras, apareció un frasco de Coca Cola. ¿Y esto qué tiene de raro? No debería tener nada de raro, salvo por el pequeño detalle (y el diablo se esconde en los detalles decía Greenaway) de que Coca Cola es la acérrima (al menos en el papel) enemiga de Pepsi. ¿Qué podría pasar? ¿A caso no era un pedazo de plástico más? La experiencia nos demostró lo contrario. Pusimos el frasco de Coca Cola y la máquina, suspicaz como todos los inventos del hombre, detectó la treta. "Código imposible de ver", nos dijo ufana.

¡Imposible de ver! Habíamos metido frascos completamente hechos chicharrón, con el código ininteligible y una Coca Cola, con su código pequeño pero perfectamente claro era imposible de ver. Lo intentamos nuevamente y la máquina no se tragó el cuento. ¡Qué hacer! Recurrimos a la treta. Pusimos una lata de Tecate y, tan pronto abrió las quisquillosas mandíbulas, arrojamos el frasco de Coca Cola. Misión Cumplia... bueno, eso esperábamos, porque, ya sea por el destino, por que estaba demasiado llena la maquinita esta, o por un extraño algoritmo que evita meter frascos de la competencia, la máquina puso en su display un letrerito curioso "Error 123, busque asistencia". ¡Ajá! El viejo truco del "error". No había más que pudiéramos hacer. La máquina no quiso tragarse el cuento y nos cerró toda posibilidad.

A esto me refería con lo de "sano" contubernio, porque al final salió el peine, "seremos buenos con el planeta si no tenemos que reciclar plástico de la competencia". Hasta en esto hay discriminación, tal pareciera que los que buscan que la discriminación se termine son los verdaderamente raros en este mundo.

(la foto fue tomada de aquí)

sábado, 12 de julio de 2008

¿A dónde va el tiempo?

Desde hace una semana, decidí que ya era momento de cultivar al cuerpo. Por casi un mes lo había hecho con el cerebro, ya era tiempo de que las cosas se balancearan un poco. El primer día me dirigí hacia un parquecito que está cerca de Av. Coyoacán y Viaducto. Pequeño, pequeño y medio tristón, pero eso sí, vacío, por lo que pude realizar algunas faenas que antes no hubiera realizado por vergüenza. Me refiero a hacer las famosísimas barras. Hace algunos años intenté hacer una rutina en los Viveros de Coyoacán, pero he de confesar que, cuando llegaba al recinto donde se encontraban las barras y de más, había tantas personas haciendo doscientas o trescientas barras que yo me sentía ratón y me escabullía para no escuchar las carcajadas de mi conciencia, aunque siempre terminaba escuchando su cantaleta reprendiendo mi huida.

Ahora fue diferente. Estaba solo y pude darme el lujo de sólo hacer tres desplantes colgándome de la barra. Después, ya midiendo mis fuerzas, recordé las sabias palabras de un ninjutsu "primero fortalece, después viene lo demás". Entonces, permití que mi cuerpo se pendiera indefinidamente y recordé los días en que Borau, un profesor de la secundaria, nos enseñaba a utilizar visual basic a punta de sillas. ¿Y qué es eso se preguntarán sus mercedes? El castigo de la silla era el más terrible que pudiera ponerte el tal profesor Borau. Consistía en elegir a los sacrificados (pues todos eran un desmadre, pero no siempre se castigaba a todos, sino que se elegía a unas tres o cuatro víctimas para regocijo del profesor, y de nosotros también); éstos era colocados con la espalda recargada en la pared, acto seguido, tenían que hacer un movimiento de cuclillas, pegando los talones a la pared y bajando lo más posible. Así permanecían sentados por al menos un minuto. Las piernas se te ponían calientes y en el mejor de los casos, el calambre duraba algunos minutos.

Esta misma técnica la apliqué hacia mis movimientos para las barras. Dejé mi cuerpo suspendido, tratando de subir pero sin realizar el clásico movimiento hacia abajo. Creo que funcionó, pues mis brazos se calentaron y el calambre duró algunos minutos. Pero en fin, después de realizar mi rutina en ese parquecito pinchurriento, decidí irme a otro más grande. Ahí realicé la misma rutina y por una semana (con su espacio de un día de por medio, conste) he vencido la vergüenza.

Sin embargo, cuando regreso a mi casa, no puedo evitar ponerme a pensar. Mi madre habló sobre unas vacaciones a Costa Rica por sólo 5000 pesos por persona. Mi Cosqui platicó sobre un paquete a Cuernavaca por 2500. Quisiera ir a los rápidos por 2000 en Veracruz. Sin embargo, cuando miro mi cartera entonces viene el bajón. Tengo que ahorrar para una Maestría. ¡Oh terrible dilema! Cuando eres joven quieres hacer muchas cosas y entonces te das cuentas de que necesitas dinero para llevarlas a cabo. Te metes a trabajar y después de 10 años, cuando aún eres joven, has logrado reunir cantidades enormes de dinero... pero ahora lo que te falta es tiempo para disfrutarlo. Y entonces, te haces viejo y te jubilas y tienes todo el dinero y todo el tiempo pero ya no tienes la juventud para hacer lo que querías hacer... y es cuando te preguntas ¿a dónde se fue todo mi tiempo?

lunes, 7 de julio de 2008

Y ahora qué...

Ayer tuve una de las conversaciones más interesantes de lo que llevo en este planeta. De hecho se suma a la lista de las 100 conversaciones más interesantes, que he tenido con amigos varios. La verdad es que es altamente grato poder conversar con cualquier persona sobre asuntos tan, al parecer, aburridos como lo es, ¿quiénes somos? ¿a dónde vamos? o cómo hacer para descubrir la misión por la que estás aquí, o simplemente saber que te estás pasando un rato muy agradable pensando en cosa que nunca pasaran o jamás pasaron.

Ayer, gracias a esta conversación que sostuve con mi hermano, me dormí hasta las 4:30 de la madrugada. Pasamos desde darnos cuenta de que entre las 2:30 a las 4:00 es un momento mágico, de quietud extrema, en donde los átomos permanecen lo más cercanos a la inmovilidad y por lo tanto a la tranquilidad eterna; a pensar porqué Ximena Sariñana está teniendo "tanto éxito", sobre todo entre los "wannabe a not wannabe"; pasando por la eterna pregunta que dice: "algún día los investigadores de Oral-B, Listerine y Colgate dejarán de encontrar el área bucal que no había sido lavada por los cepillos o enjuagues anteriores; y culminando con una pesquisa de música verdaderamente buena, que encuentra sus raíces en lo más profundo del corazón de los afroamericanos: el blues.

Digamos que, en retrospectiva, comenzamos con la madre de toda la música actual, contemporánea y hasta pop (el blues; recordemos que junto al jazz y el gospel, son los fundamentos del rock n roll y la cultura hip hop, incluyendo el funk) para terminar, en un modo muy personal, con la realización de una de las teorías que han vuelto a meter sangre en mis venas. Algún día verán el tallón en la piedra y se enterarán sobre las palabras y las ideas que revolotearon cual mariposas, dragones, avestruces, hadas, duendes y demás criaturas fantásticas por nuestra habitación, mientras tanto, los dejo con lo siguiente, a ver si les gusta.

Esta es, por decirlo así, la versión original de Black Betty. Es como transportarnos al momento mismo en que fue concebida como representación de un momento especial, por parte de un escalvo.


Esta es una versión que a mí, en lo particular, me agradó más que las otras que existen en el mercado de Internet.

Que me los chuto

Hacía siglos que no lo hacía, más que nada por cuidar la economía, aunque algunas personas adviertan que era por cuidar que no me pasara de los kilos de más que ya traigo. Pero ayer me valió madres y sácatelas, que me chuto unos 9 tacos de suadero, no más porque la gastritis me lo impide. ¡Qué buenos tacos! Hacía mucho que no me atascaba con tantos tacos, y eso que fueron pocos, comparados con los que alguna vez, en mi cada año más lejana juventud de mozalbete, me terminé tragando.

Todo sucedió cuando, después de habernos dado nuestros respectivos regalos por haber culminado nuestros esfuerzos y nuestros estudios, a la Cosqui y a mí se nos antojaron unos cuantos taquitos. No tardamos mucho para elegir el puesto que iríamos a saquear (eso pensaba hacer, hasta que, en el noveno taco, mis tripas me dijeron "no te pases"), lo cual es cosa harto extraña, pues por lo general, la decisión es el paso más largo al que nos enfrentamos a menudo.

Por lo menos a mí me pasa, pues cuando estoy en una tiendita, o como lo llamaban los antiguos, en un estanquillo, tardo más en elegir de entre el inventario de papas, el de panes dulces, el de refrescos, el de panes sin chiste (digamos, los llamados panes de caja que se venden en bolsa, pero que, efectivamente, parecen ser una cajas), y regresando a las papitas de la marca de la competencia que, por debajo del agua, son de la misma marca pero pretenden ser diferentes para darnos a nosotros, los consumidores finales, la ilusión de que hay una compañía de papas (mexicana por supuesto) que se enfrenta a la tiranía de las trasnacionales (véase el mal del jornalero). Pero en fin, ritornando a lo que les decía, esta es la fase en la que más me tardo, aunque, y no es por presumir, las decisiones que tomo suelen ser acertadas, por lo menos para el momento.

En el caso de los tacos no fue tan difícil, habíamos pasado ene cantidad de veces por el camino que lleva al Periférico y siempre habíamos visto al pequeño puestecito, arrejuntado a un Superama, símbolo del capitalismo más ávido después de la CocaCola (digamos que la CocaCola es como Mayinbú, mientras que Waltmart, patrón de Superama, es Freezer), último eslabón defensor del taco y de su prole, lleno, desbordado, apelotonado de gente. Harta gente entrándole singularmente a los tacos.

Por supuesto que, dadas las referencias visuales, y en ocasiones olfativas, nos pusimos a pensar que realmente era un lugar bueno para comer tacos. Expuesto lo anterior, podemos entender porqué fue sensatamente fácil elegir el lugar, pues el momento de elección se había dado los días anteriores, lo que nos refiere que, contrario a lo que habíamos pensado, de que no hubo momento de elección, éste sí estuvo presente y fue mucho mayor a cualquier que hubiéramos tenido hasta ese momento. En fin, llegamos con el buen "tío". No me extenderé más. El servicio fue muy bueno, la salsa es el secreto de la casa, y el precio, si consideramos la zona y el sabor, es barato (sólo 7 pinchurrientos pesos). Conclusión, ayer estuve en el condumio de la vida. Ojalá se repita nuevamente.

domingo, 6 de julio de 2008

Extraño

Ayer fue el día más empapado de mi vida. Quedamos de vernos en un café, conocidos por muchos como el café de la villa (VC por sus siglas en inglés). La tormenta nos sorprendió en el justo momento en que nos bajamos del coche. Cosqui y yo nos disponíamos a caminar un par de cuadritas, cuando de pronto ¡PRATANAN! que se suelan miles de pequeñas gotitas que al pegar sobre nuestras caras nos dejaban moretones entumidos. Corrimos a refugiarnos en un enclenque techito, y tuve a bien utilizar la sombrilla para protegernos del agua que emanaba, no ya de los cielos que se caían a estrepitosa velocidad, sino del pequeño refugio traidor que nos salpicaba de vez en cuando por mero juego.

Después de algunos minutos, el agua cambió su parecer. En lugar de simplemente mojarnos, decidió empaparnos porque arreció. Yo no más miraba cómo los charquitos del principio se hacían granDOTES, granDOTES. En fin, la Cosqui, cual brava guerrera que es, me sugirió que iniciáramos nuestro trayecto hacia el VC. Así lo hicimos, aunque el tonto de mí tomó el camino más largo. Caminamos cual muéganos, cubiertos tan sólo por un pequeño paraguas, rosa por cierto, que escurría los chorritos a todo nuestro cuerpo. Digamos que nos protegió muy bien la cabeza.

Caminamos lentamente, realmente nos concentramos en tratar de no pisar charcos, hasta que nos encontramos con uno que atravesaba toda la banqueta y parte del asfalto. "Camina de puntitas", me dijo la buena Cosqui, sólo que, para mi mala suerte, llevaba unas conocidas zapatillas tenis de tela, que por su harto uso, ya tenían sendos hoyos justamente a la altura de "las puntitas". Ni modo. Metí toda la patota en el charquísimo. ¿Resultado? Sentía que pisaba esponjas. A la Cosqui le fue peor, pues le entró agua hasta por las orejas. En fin, ya resignados, mojados y sin esperanzas de mantenernos secos, caminamos con más desenfado hasta el dichoso café. Pisé un poco de mezcla albañilezca (espero que haya sido mezcla albañilezca, y no... pues otra cosa, ¿verdad?). Nos ladró un perro. Un automovilista nos dio el paso, señal de que, o se le ablandó el corazón, o se le ablandó el sistema motriz de su automóvil y ya no pifaba.

Anyway, llegamos hasta nuestro destino. Nos sentamos, nos dieron las cartas, me quité los zapatos, pero me di cuenta de que debí haberme quitado hasta los calcetines, lo cuál hubiera sido demasiado. Y ahí, viendo caer la lluvia, esperamos a que llegaran Edgar y Gabriel (después nos enteraríamos de que Alicia y el Güeris estaban pasando las de Caín, pues su auto casi se queda varado en algún lugar del Distrito Federal). Conclusión: es bonito ver llover y no mojarse... sí y sólo sí, no te has mojado previamente, porque de lo contrario, los pantalones mojados son cosa harto molesta. He dicho.

viernes, 4 de julio de 2008

Por fin el principio

Muchos consideran que es patético no aventarse a la corriente estranguladora de la vida, así no más, sin ningún motivo, con la simple idea de sentir al agua, bulliciosa, arremolinarse entre el cuerpo, llenándote de miles de piquetes por su fría temperatura y haciéndote sentir que vives gracias a la adrenalina, el sudor y el espanto. En ocasiones yo salto y me zambullo, aunque me confieso ante ustedes, que siempre lo hago en lugares poco profundos, si es posible sin remolinos, en aguas pacíficas (aunque estoy consciente, parte por abstracción, parte por empirismo, que suelen ser las más peligrosas pues te pueden volcar en el momento en que justo bajas la guardia), y puedo presumir que en ocasiones me he adentrado en lugares un poco más turbulentos, pero nunca nada que me haga sentir que he perdido el control. Sin embargo, no había querido dar el gran brinco, hasta no estar seguro de que iba a disfrutar los putazos que me daré en la caída por la cascada (porque me han contado que allá adelante hay una cascada, la cual te puede tragar o, si eres lo suficientemente hábil, puedes salir victorioso, aunque los que salen suelen perder piso y terminar por ser tragados en un hoyo mucho peor que el de la cascada).

Hoy, finalmente terminé un curso que, según yo, me puede ayudar a prepararme física y mentalmente contra lo que venga. Hoy entregué los planes de lo que quiero sea mi trabajo por los próximos años y mi vida en las próximas décadas. Hoy termino de dar el primer paso para acercarme a la materialización de abortos de sueños, que quiero que revivan y que abran los ojos para que disfruten del sol y de las caricias del viento. Hoy, me he preparado para iniciar el viaje, en barca, hasta donde me lleven los vientos. Los que quieran estar (seguir) a mi lado (y que han estado conmigo siempre) les brindaré un lugar junto a mí y estaré muy contento por saber que con ellos me enfrentaré a los tiempos cálidos y a las borrascas y tumultos tremebundos, infernales o sibéricos. Los que se suban conmigo serán bienvenidos; los que se queden en la orilla, los recordaré con gusto.

Felicidades a todos, y felicidades a mí. No cualquiera, eh, no cualquiera.