viernes, 8 de junio de 2007

Un grinch, tres peliculas y un libro...



¿Y TÚ, CUÁNTO CUESTAS?

Después de ver la pelícual El Violín, decidí que sería buena idea ver el documental de Olallo Rubio. Un buen amigo me dijo que había notado un fenómeno particular: después del estreno de "Bowling for Columbine", el documental del archifamoso y buen tipazo (al menos aparentemente) Michael Moore, se dió un boom del documental. De tal forma que cuando vi en la cartelera otro documental mexicano, supuse que sería una buena idea ir a verlo.

Fuimos al mundialmente conocido por los capitalinos Cinépolis de plaza Universidad, y ahí esperamos a que diera la hora indicada para entrar a ver la película. En el inter nos rifamos con unas palomitiux que estaban bastante buenas, aunque a la mera hora, Cosqui le puso mucha salsa a las friturillas estas y se aguadaron. Pero no importa, de todos modos sabían buenas. En ese momento surgió en mí una duda existencial ¿En qué momento se hicieron tan famosas las dichosas palomitas?

La duda sesgó mi cerebero por un par de minutos pero ante la impaciencia de la señorita que recoge los boletos y su insistencia pertinente para que se los diera y no entorpeciera la fila me hizo regresar de mi letargo y serenarme en la realidad mundana y boquifloja de la sala de cine. Entramos, nos arrellanamos en las butacas estelares y después de poner las palomitas que nadaban en la salsa valentina al centro y empalmar gozosos nuestro par de raspados industrializados, léase ICEE, esperamos que la luz reflejar en la pantalla la visión ácida de Rubio.

Pasaron los comerciales y los comerciales del cine y más comerciales y otros pocos comerciales del cine y entonces vino la película. A mí me pareció que como cineasta, Olallo Rubio es un buen podcastero --dudo si así se dice, pero me parece la palabra más adecuada--. Es decir, cuando escuchaba a Rubio primero en Radioactivo y después en Radioactivo II y últimamente a través de sus podcasts, me parecía que tenía un ingenio particular.

Sus comentarios solían ser chistosos y lograba poner una visión crítica en un mundo donde los medios alineados --y alienados, según la teoría marxista expresada por Alia Emar, personaje ficticio y real de Antonio Skármeta-- inundaban las pantallas y las ondas radiofónicas con una sola postura sobre el acontecer diario. A través de sus emisiones radiales e internéticas --más palabras inventadas, hermoso, hermoso-- nos guiaba por los laberintos de su mente.

Me parece que el control que tiene y la maestría ejecutada al momento de bailar con el lenguaje radiofónico es un arte que lo tiene bastante bien hecho. Sus crónicas están inundadas con efectos acústicos que realmente te hacen imaginar lo que está narrando y te transporta a la realidad --te re presenta, de acuerdo a la teoría de la representación de JPCG-- de sus locuras y de su forma de ver las cosas que a todos nos afectan, de una forma o de otra.

Pero el lenguaje visual, ese sí me parece que le falta y mucho. Su técnica es poca y me parece que el hecho de escribir palabras que el narrador está diciendo, lejos de logra un efecto de resonancia en la mente del espectador, deja ver una falta clara de poder conceptualizador. El señor no sabe hablar con imágenes pues. Sabe hablar con la voz, pero con imágenes nel. Sus gráficos están muy bien hechos, bonito diseño, pero no aporta nada más a su guión: se dedicó a ilustrar con imagencitas su discurso. Tache.

Además, a mí, en lo particular --como todas las tonterías que escribo, son muy particualares-- no me agradó que la narración no corriera a cargo de él. Él escribió el guión, por lo tanto él sabe qué intención dar a cada frase. El narrador es opaco y a la larga, tedioso. O no supieron dirigirlo, o el narrador no supo entender las órdenes del director. Es decir, el lenguaje hablado que sí maneja magistralmente Olallo Rubio, se fue directito al hoyo. Otro tache.

Finalmente, aunque la postura de este "documental" era, más allá de responder las pregunta que plantea, proponer más preguntas y lograr que el público saliera de la sala preguntándose más y más y más y más, las cosas que critica y las preguntas que propone ya se vieron hace un rato. Si este documental hubiera salido unos añitos atrás, hubiera tenido un punch bastante fuerte. Ahora, las preguntas se diluyeron. Un último tache.

Lo que sí me gustó mucho mucho, y lo que salva en gran medida a este trabajo documental son sin lugar a dudas los testimoniales. Las cosas que dice la gente, mostrando lo que piensa o su postura sobre lo que se le pregunta me parecen realmente interesantes. Ahorita recuerdo lo que dijo una de las mujeres mexicanas cuando se les preguntó: ¿y tú cuanto cuestas?, "Mucho, mucho dinero... [viene pregunta inaudible pero que bien pudo ser: ¿pero más o menos cuánto?] Como diez mil pesos". Ella, una mujer, un ser humano se cotiza con la increíble cantidad de 10, 000 pesos. Eso refleja la realidad.

Yo me quedo con los testimoniales, y con la pregunta: ¿En qué momento se hicieron tan famosas las dichosas palomitas?¿quién industrializó las palomitas?...

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