jueves, 17 de abril de 2008

Un buen día

La Cosqui siempre tuvo ganas de ver el dichoso museo nómada y subirse al turibus. Ayer el deseo fue cumplido. Haciendo un esfuerzo sobre humano, logramos hacer que nuestras mentes se activaran desde las ocho de la madrugada. Bueno, realmente empecé el día desde las siete y ella lo hizo, supongo, desde las mismas horas, pero todos sabemos que los primeros minutos desde que abres los ojos hasta que te das cuenta de que tienes que abandonar la cama, son instantes en que estás como perro lampareado. La Cosqui llegó por estos rumbos defeños (previo chequeo de Visa y Pasaporte, pues viene desde la hermana república de Satélite) con todo y lonche en mano, dejó su Andimovil en una tranquila calle de mi demarcación y procedimos a concluir el viaje hasta el corazón de México (lugar siempre infartado por marchas, huelgas de hambre, adelitas, gritones, comerciantes, olor a grasa y basura, hordas de gente, y rancios inmuebles, pero eso si, siempre bello el corazón) vía la línea 9 del metro. 

Bajamos en Chabacano y de ahí trasbordamos hacia Bellas Artes. Sé que hubiera sido más fácil bajarnos en la estación Zócalo, pero causas de fuerza mayor nos obligaron a cambiar levemente el rumbo. En Allende enfrentamos una invasión al carro del metro de cientos de trabajadores a los que ya se les había hecho un poco tarde. Saliendo del tren, nos equivocamos de salida y ascendimos en el Franz Mayer. Se podía predecir que ese día estaríamos dando vueltas y vueltas a la gran ciudad. Nos dirigimos a una breve escala en el Sanborns de los azulejos, lugar donde me enteré (según Cosqui) que la siempre añeja Elenita Poniatowska había residido en sus años mozos. 

Al salir tomamos el camino hacia el zócalo, utilizando al vía de Madero. Ante nuestros ojos se abrió el espectáculo del museo nómada. Estructura enorme hecha con base en bambúes gigantes y un aspecto autóctono al más puro estilo de Gaudi (el decía que lo original era regresar al origen, y por ende sus estructuras se inspiraban en muchas construcciones de los hombres africanos, tal y como lo observé en el museo nómada). Llegamos y dimos una pequeña gran vuelta para formarnos. Creí que iba a ser mortal la fila. Gracia a la buena coordinación de todos los involucrados y a que era miércoles por la mañana, la fila era medianamente aceptable. Finalmente logramos colarnos al interior del museo. Sólo puedo decir dos cosas sobre las fotografías y los tres videos: la museografía estuvo excelente, las luces adecuadas y los marcos de agua y los pisos de madera dieron todo le ambiente para que la música completara el espectáculo. La única que no disfrutó tanto del momento fue una señora que trastabilló con una madera salido medio centímetro. Cayó de golpe en el agua y no sé que le habrá dolido más, si el madrazo o que cayó frente a cientos de personas. Lo bueno fue que nadie se rió. 

Los videos son muy buenos, sólo que con tanta gente llegando y haciendo que el inestable piso de madera se moviera como microbús, fue difícil entrar en el estado hipnótico preferible para ver ese tipo de espectáculos. Salimos no sin ver la famosa foto del niño tibetano con el leopardo o jaguar (no sé que era, el marasmo de gente no te permitía detenerte a observar una obra con tranquilidad, creo que se tomaron muy en serio aquello de nómada). Finalmente salimos y compramos 8 postales con las fotos que más nos gustaron. ¿De ahí a dónde? Pues como casi era la una, pues ya era hora del lonche. Nos dirigimos a Burger King, pedimos unas papas y un refresco (Nestea plis) y abrimos los sandwiches que el buen Tony tuvo a bien preparar por nosotros. Estaban buenos, salvo que sólo tuvieron una rebanada de jamón. 

¿Y luego? Pues turibús ¿no? o qué. Y ahí nos tienen a ambos dos preguntando en la estación informativa sobre los horarios y precio del mentado camioncito. "Sale cada 30 o 40 minutos, lo pueden tomar frente al hemiciclo a Juárez o al Franz Mayer y cuesta 100 pesitos". ¡Andale! Mejor información, jamás. Decidimos ir a ver un tranvía para ver su precio y demás informes y en lo que llegábamos nos abordaron dos artezánganos. El uno decía que podía hacerle una trencita a la Cosqui. Nel. El otro decía que compráramos un dije hecho con hueso de aguacate, quesque muy vernáculo y artesanal. Nada de eso, los compran hechos en alguna bodega del centro. "Ándenle, cero fashion. No que puro turibus... sólo hacen más rico al rico". Se ve que por eso estamos como estamos... todos siempre llenos de resentimientos. 

En fin, preferimos turibus a tranvía y nos lanzamos al hemiciclo a Juárez. Justo cuando estábamos por llegar, vimos cómo se alejaba el inche autobús. Estuvimos esperándolo unos 60 o 70 minutos. De hecho hasta le preguntamos al señor que nos acompañaba en una banquita si el autobús tenía horario de oficina. "No, que yo sepa trabaja todo el tiempo, y pasa cada 30 o 40 minutos, pero desde que yo estoy aquí sentado no lo he visto pasar una sola vez". Total que esperamos un poco más, y otro señor, cuatacho del primero, nos prestó una guía para que nos diéramos cuenta de que efectivamente salía cada 30 o 40 minutos. La Cosqui dijo, "mejor ya vámonos", y corrijió "mejor no, siempre que digo eso de 'mejor ya vámonos' llega lo que estábamos esperando a los dos minutos". Y mejor nos quedamos y dicho y hecho a los dos segundos apareció el turibus y lo abordamos. 

Parecíamos japoneses tomando fotos a lo que se dejara. Algunas fueron buenas otras malas, pero lo más divertido era ver cómo todos teníamos que esquivar las ramas. Un señor quería tomar una foto a uno de los edificios de Polanco y Periférico y el poli de abordo lo regañó pues no podía ponerse de pie en la parte de arriba. Se puso rojo de la vergüenza y con cara de perro asustado. Después, ya que se le había pasado el embarazoso momento, dijo, pues voy a tomar una foto sentado. Y estaba colocando la cámara y preparando la toma cuando de pronto, ¡chan! que le pega una ramita en la cara. Creo que ya no le quedaron ganas de tomar fotos. 

Una vez cumplido el ciclo de dos horas y media (más tráfico), regresamos de donde salimos y nos fuimos a comer al carísimo y poco rico Café Tacuba. Ahí vale la pena ir a merendar un chocolate y pan. Comer no lo recomiendo. Para llegar ahí atravezamos al grupo de Adelitas, que también se disponían a comer sandwiches con pollo aderezado con un intérprete de canciones de José Alfredo Jiménez. Estuvimos tentados a gritar "la patria no se vende, se defiende", con tal de que nos invitaran a tan agradable tertulia. Adelantito estaban otras Adelitas viejitas, viejitas, cantando canciones de protesta de sus años mozos, y decían "Nos tienen miedo porque no tenemos miedo, nos tienen miedo porque no tenemos miedo..." y no sé qué más. 

En fin, para coronar el día, en lugar de regresar vía metro (que por ser las siete de la noche iba a estar hasta el queque) decidimos sacarle jugo al boleto del turibus y lo montamos de nuez en el Zócalo. Queríamos que nos dejara por la condesa, pero en vista de que el tráfico estaba terrible, nos bajamos en el ángel y caminamos hasta mi casa. En resumen, sólo puedo decirles que el de ayer fue un buen día de paseo por la monstruosa urbe, que el día de hoy no se digno a comernos. 



Anexo:
Dicen los diarios que fue exquisita la muestra de fútbol que entregaron los mexicanos. Yo vi un buen despliegue de juego pero ciertas ineficacias tanto al momento de abordar la portería contraria como (igual que siempre) al momento de meter el gol. Sin embargo, lo que más risa da es ver los comentarios de la gente en un foro de discusión. Primero, con Lavolpe, TODOS los vituperaban y EXIGÍAN a Hugo Sánchez. Meses después de que su deseo fue cumplido, TODOS vituperaban a Hugo y EXIGÍAN a Chucho Ramírez (como nota, todos los que defendían a Hugo en los primeros meses terminaron por encerrarse en sus respectivas casas, nadie quería saber de él). Finalmente, cuando está Chucho, TODOS lo vituperan y EXIGEN que llegue Scolari. ¿Qué irá a pasar con Scolari?

El problema claramente no es el técnico. ¿Los jugadores?, ¿los directivos? Creo que el problema son los mexicanos. Somos un pueblo que muestra su ignorancia en todos los aspectos, rebosante de ingenuos y de personas que son buenas para hablar y malas para actuar. Ahí tienen a el buen Chente Fox. Muy bueno para los albures, pero malo pa' lo demás. ¿AMLO? Igual. Todos los mexicanos son buenos para emitir comentarios, pero hasta ahí llegan. Todos son buenos para quejarse, pero no solucionan. Todos son buenos para "reírse" de nosotros mismos, pero qué hacer para dejar de ser corruptos, dejar de ser machos, dejar de ser envidiosos y egoístas y dejar de ser "wannabes" (hasta la palabra la tenemos que tomar prestada de otro idioma). ¿Algún día podremos tener identidad, no ya como pueblo, sino como seres humanos? No lo sé, sólo sé que ayer fue un buen día.

1 comentario:

EM dijo...

Hej! Beibi!!
Sipi no pudiste escribirlo mejor! Ayer nos pasó todo todo eso! Sólo te falto platicar cuando te asusté esperando el turibus y me pusiste cara de "no te madreo xq eres tu, que sino...". el don que cantaba era interprete de Javier Solis (uuuuuuu) no de el Señorisimo JoseALfredo Jimenez..
Pero tenemos que volver.. nos faltó los panquequitos de la panaderia Madrid! Te amo :)