sábado, 19 de julio de 2008

¡Esos chinos dan harto miedo!

Cuando uno va al banco, lo más que puede esperar es hacer largas filas, quizás mirulear los cartones con las caras de los ladrones de cuentahabientes más buscados, que, curiosamente, siguen siendo los mismos desde hace un año. También puede uno entretenerse mirando cómo todos contestan los teléfonos celulares (sabemos de la regla que prohibe estos aparatos), unos diciendo a su interlocutor "estoy en el banco, ahorita te marco" y otros de plano, y hasta socarronamente, se echan el cafecito con el/la amig@ (me cae gordo utilizar este signo para hablar sobre la ambigüedad de géneros, pero ni modo, la semiótica cibernética es la semiótica cibernética). En fin, todo esto es lo que comúnmente se ve cuando se va a los bancos.

Pero hace un par de días, acompañé a mi padre al banco y el cuate que nos atendió nos hizo una declaración bastante fuerte. Decía el muchachón que la Renta Variable está cayendo (cosa que podemos ver si ponemos atención al IPC). ¿Por qué? Por lo que todo mundo sabe, las hipotecas impagables en Estados Unidos, la falta de dinero que tienen los bancos americanos para pagar sus deudas, el impacto financiero negativo (producto de la incomprensible y terriblemente asustadiza mente de los humanos), los precios del barril del petróleo y la onda de la falta de alimentos. Pero, el punto interesante de toda la charla con el muchacho fue lo que tenía que ver con la falta de alimentos.

Muchos podemos creer (y de hecho así ha sido gracias a la información parcial y completamente industrial que pulula en los canales televisivos) que la culpa es de las personas que han transformado el maíz en etanol y esto en combustible. Ergo, ya no alimentamos hombres sino máquinas. Pero la realidad es mucho más simple y a la vez más aterradora. China se ha convertido en un verdadero monstruo tanto para el equilibrio injusto en el que estamos metidos todos, como para sus propios moradores. Su crecimiento imponente se dio gracias al sacrificio de sus hombres y mujeres, pero, gracias a todos los que rezaron por ello, a los chinos les fue bien este año. Su condición de vida aumentó. ¡Ya comen tres veces al día! Sin embargo, el impacto inmediato es claro: falta comida. Miles de millones de bocas comieron y miles de más empiezan a temblar, pues, si ahorita, ya comen algo, imaginemos cuando sus condiciones de vida sean como las de nosotros: la comida no va a alcanzar para todos.

China abrió la boca y todos nos quedamos callados por el susto.

(La foto la tomé de aquí)

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