viernes, 4 de julio de 2008

Por fin el principio

Muchos consideran que es patético no aventarse a la corriente estranguladora de la vida, así no más, sin ningún motivo, con la simple idea de sentir al agua, bulliciosa, arremolinarse entre el cuerpo, llenándote de miles de piquetes por su fría temperatura y haciéndote sentir que vives gracias a la adrenalina, el sudor y el espanto. En ocasiones yo salto y me zambullo, aunque me confieso ante ustedes, que siempre lo hago en lugares poco profundos, si es posible sin remolinos, en aguas pacíficas (aunque estoy consciente, parte por abstracción, parte por empirismo, que suelen ser las más peligrosas pues te pueden volcar en el momento en que justo bajas la guardia), y puedo presumir que en ocasiones me he adentrado en lugares un poco más turbulentos, pero nunca nada que me haga sentir que he perdido el control. Sin embargo, no había querido dar el gran brinco, hasta no estar seguro de que iba a disfrutar los putazos que me daré en la caída por la cascada (porque me han contado que allá adelante hay una cascada, la cual te puede tragar o, si eres lo suficientemente hábil, puedes salir victorioso, aunque los que salen suelen perder piso y terminar por ser tragados en un hoyo mucho peor que el de la cascada).

Hoy, finalmente terminé un curso que, según yo, me puede ayudar a prepararme física y mentalmente contra lo que venga. Hoy entregué los planes de lo que quiero sea mi trabajo por los próximos años y mi vida en las próximas décadas. Hoy termino de dar el primer paso para acercarme a la materialización de abortos de sueños, que quiero que revivan y que abran los ojos para que disfruten del sol y de las caricias del viento. Hoy, me he preparado para iniciar el viaje, en barca, hasta donde me lleven los vientos. Los que quieran estar (seguir) a mi lado (y que han estado conmigo siempre) les brindaré un lugar junto a mí y estaré muy contento por saber que con ellos me enfrentaré a los tiempos cálidos y a las borrascas y tumultos tremebundos, infernales o sibéricos. Los que se suban conmigo serán bienvenidos; los que se queden en la orilla, los recordaré con gusto.

Felicidades a todos, y felicidades a mí. No cualquiera, eh, no cualquiera.

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