domingo, 27 de julio de 2008

El maldito Colmillo

Hace unos días, Coschi vino a mí para contarme una desgracia. Sucedió por la mañana, como todos los días, salió a su terraza para ver cómo estaba el buen Stan (Stanislao pa' los cuates). Así lo hizo pero nunca pensó que lo que encontraría le haría sentir escalofríos por la espalda. El buen Stan la miró y, como todos los días movió la colita, se dio sus tres vueltas y la volvió a mirar con ganas de que le diera su buena dotación de croquetas. Lo realmente macabro fue que el Stan estaba más de buenas que de costumbre, parecía decirle con los ojos: "hemos tenido una buena caza". La verdad no podía ser más clara, junto al están yacía un gato negro en posición fetal (o fatal, que siempre serán términos sinónimos). Decíamos, Coschi sintió un rayo frío cruzar por su columna. Miró al negro y le dio un revistazo, pero el negro lo entendió como un "muy bien hecho".

El gato que yacía se llamaba Gadet. Hacía unos años había convivido con Coschi y años después, cuando sintió el llamado de los machos, se largo de la casa. Hace algunos meses apareció nuevamente en el barrio, aunque en esta ocasión, los vecinos lo habían adoptado, bueno, realmente sólo le ponían croquetas y agua y una casita, porque el pobre gato necesitaba un poco de cariños, ya saben cómo son de reinas los gatos. El gato se veía descuidado, sus dos patas delanteras estaban chuecas, producto de fracturas mal tratadas. Su pelaje estaba terriblemente hirsuto, medio chamagoso y completamente sucio. También tenía una extraña manía por abrir el hocico intermitentemente, como si se le hubiera atorado algo (probablemente tenía dislocada la coyuntura), y babeaba constantemente. Cuando te acercabas, maullaba como una máquina descompuesta. Aún así, era feliz el gatito y se paseaba, aunque con dificultad, por los terrenos aceptablemente planos, y se veía que hacía tiempo había decidido olvidar aquello de subir azoteas y árboles.

Coschi miró al gato, muerto en su terraza y en seguida fue por un par de guantes y una bolsa para ocultar sus despojos. Antes, observó que el pelo, ya de por sí sucio, de Gadet, estaba lleno de pedacitos de pasto seco, signos, decía ella, de que había sido revolcado en una feroz lucha contra el Stan, cosa que había deducido por que encontró el cuello de Gadet destrozado, con huellas de quien lo transporta agarrado por el cogote y deja residuos de saliva, además de que, al mirar el hocico, encontró un colmillo fuera de su lugar, sin estar totalmente desprendido, pero con marcas de haber sido desprendido, pues se encontraba volteado mirando hacia afuera y hacia arriba. Todas las pruebas, decía Coschi, señalaban como único culpable al pobrecito Stan.

Yo, por mi parte, estoy seguro de que no fue él. Es verdad, los signos que presentaba Gadet eran muestra de una muerte dolorosa, pero no quieren decir que hubiera alguna conexión asesina con el Stan, simplemente mostraban que el perro bien pudo encontrar al despojo del gato en el jardín, olisquearlo, y al ver que no se movía, jugar con él, revolcarlo, clavarle y safarle dientes y lo que se quiera, pero con la probabilidad de que Gadet no hubiera sentido ninguno de los bruscos movimientos del Rottweiler. Coschi dice que no me doy cuenta de que Stan ya tenía antecedentes y que el signo del colmillo roto era prueba suficiente.

Por mi parte sólo estoy seguro de algo, el gato murió de una caída. Era bastante obvio, al ver su andar desequilibrado y con gran parte de sus felinos reflejos mellados, que no podía realizar movimientos comunes en los gatos. Creo que el gato, siguiendo el inevitable llamado de la naturaleza por perpetuarse, decidió caminar por un pasadizo hacia la casa contigua. Ahí, quiso seguir su camino a través de la línea que marca la barda, pero, al no contar con sus habilidades primarias, resbaló y, de un buen golpe, se mató. No pudo ser de otra forma, porque, la gran pregunta que me hago es, cómo, si el gato era casi un inválido, pudo trepar una barda difícil, caminar por un estrecho camino de unos 8 centímetros, recordando su falta de equilibrio, y de pronto aparecer en el jardín, en la parte baja, tomando en cuenta que las paredes son altas y sus patas ya no estaban en condiciones para aventuras, completamente vivo, sano y salvo. Definitivamente el gato murió de la caída, quizás sus gritos de dolor, pues probablemente murió lentamente, llamaron al Stan quien, al verlo muerto, lo cogió por el pescuezo y todo pareció parte de un terrible asesinato.

Yo creo en el Stan, creo en su inocencia, creo que, y en esto coincidimos Coschi y yo, es demasiado juguetón, creo que no mató a Gadet, aún cuando Coschi haya encontrado un nuevo signo para demoler mi teoría de la caída: Stan tiene una herida, que, según Coschi, fue producto de la defensa de Gadet, quien mordió al Stan en el cuello, pero, al ser este más fuerte, terminó por safarle ese maldito colmillo.

¡Vean sus ojitos de inocencia!

2 comentarios:

Anónimo dijo...
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Masteryoudas dijo...
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