miércoles, 26 de diciembre de 2007

FáVula 8: Recalentado...

"Los rústicos parajes son los mejores lugares para que la vida se mofe de sus moradores. Eso me pasó a mí. Pensé que la libraría, pensé que no volverían a tragar nada más. ¿Cómo iban a hacerlo si casi la mitad de los corrales quedaron vacíos? Mataron a dos cerdos y quince lechones, los oí gemir sus últimas súplicas entre gorgoteos de una sangre caliente, humeante, los oí decir que se privarían de las delicias que los habían colmado las últimas semanas. En fin, ellos merecían morir, porque son parecidos al hombre y a su mujer, y a sus cinco hijos y a la comadre que anda haciéndole ojitos al compadre y a la abuela y a todos los que irían a cenar. Todos son insaciables, igual que los cerdos. Por eso me parece que se ganaron a pulso la muerte; dando y dando, diría mi tío Jonás.

Después se despacharon a tres patos, quienes sin saber ni cuando ni donde aparecieron de pronto patas pa'rriba, viendo cómo volaban pedacitos de plumas. Ya después, entre tanto zangoloteo, sólo escuché unos quince huesecillos tronar y después, sus ojos se fueron para atrás y quedaron sus cabecitas colgando. Yo estaba completamente asustado, pues, que yo supiera, los patos no habían hecho nada como los cerdos. Ellos estaban felices, comiendo mosquitos y de pronto, zaz, que se los llevan a las ollas llenas de agua hirviendo, con unos pedazotes de cebolla y unos manojos de hierbas. Pero algo debieron haber hecho, pensé en ese momento, la vida es justa y sólo le da cran al que se porta mal. Yo me he portado muy bien y por eso me parece que la vida me dejará aquí hasta que me porte mal. Bueno, eso creía.

Después se llevaron al tío Jonás y dejaron a mis primos aturdidos, porque el tío Jonás no se dejó tan fácil. Fue difícil, pero creo que la vida también le pasó a cobrar algo que se tenía muy guardadito. En fin, de no ser por una vaca que mugió por última vez, yo podría decir que la mitad de los animales del corral se habían portado muy mal. Esta fecha del 25 es temida por todos nosotros, es el apocalipsis cada año y yo me había salvado por muchos. De hecho, pensé que este año no sería diferente. Entre las probabilidades de que los hombres y mujeres estarían saciados y que yo no he hecho nada malo, sabía que era imposible colgar las plumas el día de hoy. Pero olvidaba un pequeño detalle: el recalentado.

¡No sé quién diablos lo inventó! Pero sólo sé que, no obstante la cantidad terrible de comida que aún yace en los resquicios de los intestinos y que se lamenta porque no puede bien morir, los hombres y mujeres tienen la absurda y terrible idea de meter más comida. ¡Es absurdo! ¡Irónico y absurdo! Yo creo que fue un complot, porque yo nunca antes había oído de el mentado recalentado. Seguro la vida se cansó de ver cómo yo no moría y me jugó rudo. Sólo creo que no es justo. Estas, señora con cuchillo, son mis últimas palabras..."

* * *

La cocinera no sabía que había ocurrido, sólo se despertaba del suelo. Todos dentro de la casa estaban un poco asustados, porque vieron a la vieja señora desvanecerse justo antes de sacrificar al último pavo. Éste salió corriendo despavorido, burlando a varios mozos y logró escapar de la casa, pero su huida no fue muy fructífera, pues metros más adelante fue aplastada por el auto del Señor de la Casa.

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