domingo, 3 de agosto de 2008

Mi vida

Ahora miro los autos pasar. Sus luces me llenan de esperanza. En cualquiera estarás tú y pronto vendrás a mí. Disfrutaremos de las delicias del paladar, reiremos, cantaremos y nos amaremos. La adrenalina se apodera de mí poco a poco. Es un sentimiento surrealista, combinando pedazos de realidad para volcarme en un pensamiento sin límites obstinados. No tardes, quiero comerte, quiero sentirte, quiero vivirte. Sabes que te amo, sabes que te adoro. No tardes, mi vida.

Dos días llevo en esta terraza. Me comí sola las migajas de lo que no se había avinagrado. La adrenalina me dominó, se convirtió en una terrible serpiente que entró en mis huesos y los explotó. El corazón ya me había estallado para entonces, pues cada coche que pasaba era un palpitar estrujante, que se aliviaría al ver tus ojos; nunca pasó. Ahora entiendo que me olvidaste, que no sólo jugaste con mis sueños y mis esperanzas, sino que te ríes ahora al pensar que te esperé. Lárgate de mí, no tardes... ¡ja! ¿Mi vida?

Tardaste en salir, tardaste en dejarte escupir de mis entrañas, en vomitar todo lo que sentía por ti, desde el amor insulso y estúpido hasta el odio matón y asesino. Pasaron ante mí, ahora lo comprendo, muchas aves, muchos soles, muchos arco iris, la lluvia me empapó y el calor me secó y creció vida sobre mí y los gatos anidaron y ronronearon a mis pies y nada de eso sentí, porque mi cuerpo no te dejaba ir. Parece tarde, nunca lo es, empiezo de nuevo mi camino. Quiero que lo veas y me veas subir al cielo y estallar en un montón de estrellas. Quiero que sepas que ya no soy tuya ni nunca lo seré... nunca lo fui. Anda, ven, no tardes, no tardes para contemplar lo que realmente soy, por que soy mi vida.

(foto)

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