viernes, 25 de enero de 2008

In Memoriam (24.01.07)

Apenas hace unas horas caí en cuenta de que se fue para siempre... y todo lo que ello implica. No volverá a sonar el teléfono por las mañanas el día de mi cumpleaños ni la escucharé dándome una felicitación desde el corazón. No volveré a ver su cabello esponjocito ni le diré esponjadito acariciando tiernamente sus chinos. No más milanesas con sopa de fideo. No más tacos de sal con Coca. No más panqueques de la "Madrid". Adiós a la que siempre estuvo ahí, sin decirte nada, sin aconsejarte en lo más mínimo, pero siempre con una sonrisa y con una tranquilidad y una confianza que nació desde que era un pequeño y creció hasta convertirse en un lazo irrompible.

Hoy me di cuenta de que, a pesar de que todos sabíamos que la suya, era una enfermedad en sus últimas etapas, y que sólo faltaba esperar para que llegara la guadaña a rasgar la frágil hebra, nunca estás preparado para estas cosas. Sabes que ocurrirá, como todos sabemos que en algún momento daremos el paso tan terriblemente terrorífico; y llegas a concluir que el que realmente sufre es el enfermo, pues tiene una pistola apuntándole todos los días, mientras se baña, mientras come, cuando sube las escaleras, cuando reposa la cabeza en la almohada, y nunca, nunca sabrá el momento exacto en que la bala saldrá. Es tener la espada de Damocles pendiendo perenne sobre la testa.

Pero cuando el féretro está por cerrar la luz a ese rostro tan familiar y tan querido, entonces te das cuenta de que no la has visto lo suficiente, de que nunca te despediste como merecía y que tenían tantas cosas por platicar, chistes por contar y largas horas frente al televisor, disfrutando de la compañía tácita. Y entonces tratas de exprimir los últimos segundos que te dan para explicarle todo y se lo dices con los ojos confundidos, ahogando las lágrimas que no se asoman (porque no saben todo lo que está pasando) mirando tu reflejo (rechazado por el vidrió que te separa de ella) mezclarse con su cara cada vez más desdibujada por la muerte y derritiéndose en un vínculo inefable e indecible.

Hasta ese momento te das cuenta que nunca la volverás a ver; porque incluso hasta ese momento la amistad había sido fiel, y aunque fuera por una carcaza, un capullo abandonado, su compañía estaba presente. Fiel hasta el final. Pero el ataúd cierra su puerta y con ello el último adiós se sella. No volverás a verla. No volverás a sentir sus pasos. Esponjadito, te quiero mucho, y espero que por fin puedas llegar hasta donde siempre quisiste volar. Te deseo un buen viaje...

domingo, 13 de enero de 2008

La cremallera

Los botones que cerraban la abertura frontal de los pantalones, ya no figuraban dentro de las perspectivas de la moda. Así que Juan Joaquín decidió someterse una vez más a las tendencias que suicidaban poco a poco la personalidad de este pobre sujeto. "Madre", dijo con aire imperioso y el azar lo llevó a una sala llena de sillas pegadas a la pared, y un sarcófago de ébano en el centro, escoltado por altos cirios que vertía sus palpitantes destellos sobre la cara mortuoria de la señora. "Madre", repitió Juan Joaquín, con ademanes extensos, virtuosos, apocalípticos, sardónicos, quiméricos, tántricos y un poco solemens, "vengo a decirte que ya no seguiré las tradiciones que ahora te vuelcan de un solo golpe seco sobre la tumba. Ahora seré libre de tus designios y de tus risibles observaciones, siempre llenas de una vacuidad inmensa. Ahora seré yo el que elija qué usar sobre este cuerpo mellado por tus costumbres ancianas y desgastadas. Diré adiós a tus consejos que sólo me alejaron de la felicidad y me clavaron a la cruz de la amargura". Entonces, Juan Joaquín tomó la cara de su madre entre las manos y de un solo tirón puso a la muerta en una posición más cómoda, sentada. "Mirad, vieja raquítica, cómo tu hijo se deshace de estos harapos", y conforme hablaba se despojaba de las ropas que llevaba encima, "de esta camisa de tela persa que heredé del tío abuelo de tu tío abuelo; de estos guantes de piel de dinosaurio que seguramente rescató algún pariente en la era mesozóica; de estos zapatines que han albergado numerosos pies y numerosos hongos; de estos calcetines que heredé de mi padre. Dile adiós a estos pantalones de botones, que ya no son sino el recuerdo de la infancia de los muertos. Mira, ¡mira! Mira cómo los lanzo sobre tu lecho, y dejo que se desintegren en pedacitos de olvido, junto con tu cuerpo decadente".

Ahora estaba desnudo y a manera de ritual, comenzó a desenvolver nuevas prendas que venían en un papel delicadísimo. Así extrajo una camisa de seda italiana, unos calzoncillos de algodón finísimo, unos calcetines que hacían sentir a la piel un nuevo significado para la palabra "terso". Se puso las ropas, extendió un pantalón con cremallera, ¡con cremallera! Ah, cómo brillaba ese artilugio tan innovador frente a sus ojos. Juan Joaquín sonreía hipnotizado por aquel accesorio que le daría el impulso a la modernidad que tanto quería. Se puso los pantalones lentamente, disfrutando ver a su madre cómo no podía hacer nada para impedir que su hijo se deshiciera de las estúpidas costumbres apiladas en los tejidos de su ropa. "Mira madre, mira, mira, mira, mira", y entonces subió la cremallera. Un gesto de dolor infinito transformó en el acto su cara. Los ojos produjeron un par de lagrimitas que reflejaban el terrible dolor que subía poco a poco desde su bajo vientre hasta la garganta. Su madre lo veía y Juan Joaquín no podía soportar el dolor que se mezclaba con la vergüenza y la ira y la desesperación y impotencia de ver cómo su madre regresaba de ultratumba con una sonrisa burlona para hacerle ver que jamás podría romper los cordones de las tradiciones.

miércoles, 9 de enero de 2008

Sobre la pobreza...




Al hablar de pobreza me viene a la mente la necesidad por mencionar alguna de sus características y a partir de la fijación de este punto, entonces podremos hacer un pequeño estudio sobre esta condición de los hombres. Para muchas personas, más de la mitad de la población mundial vive en lo que es llamado por los sociólogos y estadistas como "Extrema pobreza". Ellos afirman que la situación de pobreza se puede concebir como "la imposibilidad de acceso y/o carencia de los recursos para satisfacer las necesidades físicas y psíquicas básicas humanas que inciden en un deterioro del nivel y calidad de vida de las personas". Ahora bien, ante esta definición dada, debemos detenernos en cada punto para poder desmenuzar con facilidad el concepto de pobreza.

Empecemos por situar tres conceptos diferentes: recursos (imposibilidad de acceso o carencia), necesidades básicas (físicas y psíquicas) y por último calidad de vida. Si nos ponemos a revisar detenidamente estos tres ingredientes para lograr la pobreza nos damos cuenta de que el orden en el que están puestos, responde a la cultura capitalista en la que estamos sometidos. Es decir, en primer lugar están los recursos para llevar a una calidad de vida. Visto desde este punto de vista, efectivamente, si no tenemos recursos no podemos llevar una vida con las necesidades básicas cubiertas. Pero detengámonos y analicemos. ¿A qué llamamos entonces necesidades básicas y calidad de vida?

Si pensamos que calidad de vida es comer, descansar y ocuparnos, entonces muchas personas que son catalogadas como "pobres" no deberían ser catalogadas así. Se les llama pobre cuando se les compara con otros grupos que comen, descansan y se ocupan de una forma distinta, y ante los ojos de estos mismos, lo hacen de una forma mejor que aquellos a los que llamamos pobres. Es decir, el concepto de pobreza va ligado con la capacidad adquisitiva (llamese moneda) para adquirir cosas que grupos con mayor poder adquisitivo pueden conseguir. Es decir, la pobreza surge por el deseo, las ganas de tener lo que otros tienen. Y el deseo es conseguido a través del dinero.

Luego entonces existen dos tipos de pobreza: la pobreza real y la pobreza adquirida. La primera es donde efectivamente, la persona no tiene acceso a ninguna forma de alimento ni puede descansar ni aprender ni nada, pues vive en condiciones infrahumanas, llámese en un pueblo lleno de guerra y destrucción, por ejemplo, en África. En este caso, el ser humano, por más que quiera buscar alimentación, descanso y ocupación, no lo conseguirá, porque simplemente esto no existe.

En cambio, hay lugares en donde las personas pueden comer (y si se dieran cuenta de que comen puras garnachas (en el caso del mexicano) y demás cosas que no son nutritivas, sabrían que no sólo pueden comer, sino alimentarse adecuadamente, dejar a un lado el refresco que te cuesta 9 pesos por un litro cuando si compras un garrafón de 20 litros de agua te cuesta 30 pesos; ¿agua simple? ¡No! Si yo puedo comprar un refresco, que te da el plus del azúcar, y de la felicidad intrínseca que te da el tomar coca cola, pues como buen negociante prefiero dar 9 pesos por agua con azúcar y felicidad que 1.5 pesos por agua simple) descansar y ocuparse pero como no lo pueden hacer como lo hacen los llamados "ricos", entonces se sienten pobres, aunque realmente no lo son.

Todo se traduce en un cambio de actitud, tal y como lo anoté en la entrada anterior, sobre las mujeres. Todo es un cambio de ver las cosas y saber que se puede SER mejor. Sólo hay que empezar por saber dónde estamos parados y, con una actitud positiva, sacar provecho a lo que la vida nos ha regalado. Es decir, ver las cosas buenas que tenemos y sacar provecho de ellas para multiplicarlas hasta llegar al punto en donde queremos estar. Suena absurdo y hasta infantil, pero, si los infantes son los que mejor se la pasan en este mundo, pues prefiero ser niño otra vez...

Sobre las mujeres...

Dejé la última entrada con unas preguntas al aire. Y de hecho recibí algunas contestaciones. Mi pregunta viene al caso cuando recuerdo las palabras de un profesor que tuve: "Las mujeres no están contentas con ellas mismas, y por eso pretenden ser hombres". Creo que era un poco exagerada, pero al fin y al cabo, venía al tema en aquella ocasión, cuando se habló sobre el feminismo. Muchos sabemos que las mujeres han sido sometidas y sobajadas hasta extremos terriblemente estúpidos. De hecho, y retornando al inicio de esta reflexión, en la historia de Phoolan Devi, la mujer no es más que un palo de escoba o una vagina. Es verdad que han sido cosificadas por muchos milenios, y quién puede decir si este sometimiento viene desde épocas ancestrales (donde el hombre era hombre por el poder de sus músculos) o si es algo que ha llegado a la civilización humano desde que se organizó precisamente en sociedad.

Para el caso, es lo mismo, las mujeres siguen siendo sometidas... Por lo menos eso lo demuestra el relato de Devi. Si una mujer se siente terriblemente incomprendida y además cree que su vida es una mezcla de tristeza, desgracia y mala suerte, le recomendaría que le diera una leída al libro que relata Phoolan Devi, y así se dará cuenta de que, por lo menos la situación de la mujer en la ciudad de México (no me atrevo a incluir a los pueblitos alejados de Dios) es otra cosa y que tiene mucho camino ganado y que todo se puede arreglar con un cambió de actitud. Ya no tiene que vencer miles de obstáculos que podrían interrumpir su camino al éxito o a donde ella quiera. Esos ya están rotos, sólo que su actitud, sus dudas, su baja autoestima le impide ver que los troncos que impedían el paso se han caído y que ahora son meros espejismos los que no le permiten seguir caminando. Si leen a Phoolan Devi, sabrán lo que son dificultades y se darán cuenta de que siempre se puede estar peor, y que la situación en la que las ha puesto la vida es privilegiada con respecto a muchas otras mujeres.

Las mujeres deben, en primer lugar, saber que son mujeres y que eso significa tener una gran cantidad de características que las podría impeler hacia la sublime felicidad sin tener que querer ser un hombre para ser tratado "dignamente". Sólo es cuestión de ponerse a trabajar, de reunirse (como lo han venido haciendo) e impulsar los cambios que necesitan (como decía uno de los comentarios) sobre las leyes, sobre los sueldos, sobre las prestaciones. Deben tomar en cuenta de que ser mujer es diferente a ser hombre, y en muchas ocasiones ustedes tienen características que a nosotros nos falta (dígase la intuición femenina... que tanta falta nos hace en este mundo) y además, tienen la posibilidad de cambiar al mundo pues son ustedes las que están en contacto directo con los hijos que serán las piezas que moverán al mundo en unas décadas. Así pues, el futuro está y siempre ha estado en sus manos, sólo es cuestión de quitarse las chinguiñas en los ojos y ser lo que saben ser muy bien: unas luchonas de esas que ya no existen en estos campos de la vida.

lunes, 7 de enero de 2008

La reina de los bandidos hindues



Phoolan Devi "La reina de los dacoits"

Cuando terminé de leer este libro no pude emitir otra exclamación que "¡No mames!". Phoolan Devi es la protagonista y narradora de esta historia: la de su vida. Es escalofriante y a la vez reveladora. Es verdad lo que decía su madre: "No sé qué has merecido para tener tan mala suerte". La historia no se las platicaré, pues bien pueden encontrar numerosos relatos (la mayoría un poco exagerados) sobre las terribles situaciones por las que tuvo que pasar esta mujer. Pero nos invita a hacer una reflexión sobre las cosas del mundo. En primer lugar, me gustaría preguntarme, ¿por qué ser mujer debe ser tan difícil? Es una pregunta seguramente estúpida, pero debo formularla. Yo soy hombre y, quizás por la forma en que me crió mi madre, no puedo comprender porqué las mujeres se sienten tan excluidas. Yo las veo como alguien igual a mí, que puede hacer lo mismo que yo y por lo tanto me pregunto, ¿si pueden hacer lo mismo que yo, entonces porqué sufren tanto? ¿Por qué les molesta ser mujer?

No creo que les moleste ser mujer siempre, pero deben aborrecerlo en algunos momentos, si no el hecho físico, por lo menos la situación en las que se encuentran y por las que luchan, la mayoría de las veces, en completo silencio. ¿Ser mujer debe ser tan difícil? ¿Dónde radica la dificultad? Me gustaría que alguien me respondiera...

Una segunda reflexión que viene a mi mente es sobre la pobreza, y la iniciaré con una simple pregunta ¿la pobreza es eterna? Y me refiero a eterna en toda la extensión del significado de la palabra: que no tuvo un principio ni tendrá un final. Es decir, ¿a pesar de que se cambien los sistemas económicos, seguirá existiendo la pobreza? ¿O es acaso la pobreza una situación que llegó con las ciudades y la invención del dinero? ¿Cómo definir realmente la pobreza? Me gustaría lanzar por lo pronto estas interrogantes, pues no me considero, por lo pronto en la disposición para contestarlas... en algún momento lo haré, quizás incompletamente, pero lo intentaré. Mientras tanto, las comparto con ustedes... quizás tengan algunas ideas.

domingo, 6 de enero de 2008

La rosca

El 6 de enero tenemos la costumbre en mi casa -como supongo, será en casa de muchos mexicanos- partir la rosca de reyes. Este 6 no fue la excepción. Llegamos a una panadería y compramos una pequeña rosca que, a decir de los vendedores, contenía nada más y nada menos que 3 muñequitos. ¡Ah los muñequitos! Tan temidos por muchos mexicanos, que huyen a su encanto de poliuretano, a sus ojitos que no se ven por culpa de los moldes mal hechos. Además, cuenta mi abuelo, que ya no son tan buenos como eran antes (a veces me pregunto qué tan cierto será ese dicho de todos los más viejos, ¿a caso sus abuelos no decían lo mismo? ¿y si esto resultara verdadero, no quiere decir entonces que las cosas nunca han sido buenas?). "Antes, dice mi abuelo, eran muñequitos de porcelana, o de alguna madera. Eran bonitos, les pintaban sus ojitos, y tenía su pelito". Supongo que esa es la razón por la que dejaron de ser utilizados: eran de manufactura muy cara y resultaban una potencial arma mortífera.

En fin, con todo y el terror que produce sacar uno de esos monitos, decidimos comprar esa rosca y llevarla a la casa. Al llegar, no pudimos dejar de darnos un buen manotazo en la cabeza, pues habíamos olvidado la esencia del pan: el chocolate. Un pedazo de rosca sin su chocolatito es una especie de blasfemia. Lo sé, lo sé, una lechita o un cafecito puede ser un buen sustituto; ¡pero eso es para los mediocres! Así que decidimos ir a buscar una tabletita de chocolate abuelita. Fuimos a la tienda de la esquina, y el cubano, hombre dueño del local, nos dijo con una mirada compasiva que acababa de vender la última tableta a unos niños que acababan de pasar. Con las fauces del fracaso ciñéndose sobre nosotros, decidimos darle la vuelta a la cuadra. En eso andábamos cuando sentimos un golpe en la ventana trasera del automóvil.

Parecía que alguien nos había lanzado una piedra, y eso corroboró mi hermano. "Unos chamacos nos dispararon con una bala de plástico". Volví a dar la vuelta a la cuadra y nos los topamos. Bajé el vidrió y grité a dos mozalbetes que presumían las armas regaladas por los tarados Reyes (bueyes) Magos. "Ven acá ¡cabrón!", los niños se quedaron pasmados, no sabían hacia donde correr y no pudieron hacer otra cosa que acelerar el paso hacia la dirección contraria de nuestro sentido. "¡Perdón!", alcanzaron a murmurar, con el rabo entre las patas. Decidí dejarlos, pues era preciso ir por el chocolate.

Llegamos a un expendio de abarrotes, casi tan grande como una cuadra entera -los que lo conocen bien lo llaman "Sumesa", pero eso es algo que sólo lo sabe el viento-. Entramos y buscamos, tal y como lo hiciera Terminator en sus películas, "seek and destroy" o bien podría ser "seek and buy" en nuestro caso. Finalmente llegamos al área de leche en polvo, cafés y chocolate. Buscamos afanosamente las pastillas del chocolate abuelita, o de perdida el Ibarra... pero encontramos sólo Chocomilk, Hershey's Cocoa y Cal-C-tose. ¡A caso el sino se burlaría de nosotros? ¡A caso no podríamos probar chocolate con rosca de reyes este 6 de diciembre? Y cuando las nubes cerraban los rayos del sol, vimos entre los escombros un sobre de Chocolate "Morelia, en polvo". Peor es nada. Esa es la presentación más sesuda para cualquier chocolate de tableta, pues todos sabemos que tarde o temprano terminará hecho añicos y polvo. Por lo tanto, estábamos salvados. Los Reyes Magos sí existen.

Llegamos a la casa y extendimos el chocolate a mi madre, quien delicadamente preparó un chocolate de agua sabrosísimo. Nos reunimos los cuatro a la mesa (padre, madre y hermanos) y mi padre empuñó el cuchillo y realizó una incisión con mesura. Sacó el pedazo de rosca y... nada. No se encontró al muñequito. Tocó el turno a mi madre y en dos tasajos encontró al muñequito. Felicidad en sus ojos. La suerte la acompañaría por todo el año (a ella no le importa "tener" que ofrecer una tamaliza el 2 de febrero, pues sacar el muñequito significa tener tanta suerte que incluso te darás el lujo de regalar tamales). Tocó mi turno y enseguida eché ojo a un pedazo de rosca con azúcar. Hice los cortes adecuados y... nada tampoco. Sería en otra oportunidad cuando la suerte tocara a mi puerta. Mi hermano sacó su trozo de rosca y la rebanó a la mitad, pero no se asomó nadie. Así transcurrió la primera ronda: sólo un muñequito, de tres, descubierto.

Yo necesitaba encontrar a ese muñequito, no podía irme sin uno, pues era mi talismán, un amuleto que invariablemente he obtenido desde hace un poco más de 10 años. Este año no podía, no debía ser diferente. Me preparé para dar mi segundo corte y lo realicé. Nada. Mi hermano de pronto mostró una cara adolorida y en seguida sacó un muñequito de la boca. "Maldito monito, ¡lo mordí! Casi me deja sin dientes el desgraciado...". Felicidad en sus ojos. Incredulidad en los míos. Cortó otro pedazo y por fortuna no encontró ningún otro monito. Tenía todavía esperanzas yo. Mi padre cortó otro pedazo y nada. Las esperanzas me inundaron y quedé sólo frente a cuatro pedazos sin cortar. Tomé el cuchillo y seccioné la mitad de un trozo de rosca. Nada. La desesperación se apoderó de mí... la locura subió a mis manos. No podía irme sin muñequito. ¡No, no y no!

Entonces, volvía a cortar un segundo pedazo y un tercero un cuarto. No había monito. Los de la panadería me habían mentido. Destazaba el pan a diestra y siniestra y las borlas saltaban y las entrañas de la rosca se mostraban pero no aparecía el muñequito. Sentí cómo la suerte me jugaba una mala pasada. No quería sentir que la perdía. Y en eso estaba, cuando, de pronto, el cuchillo topó finalmente con el tercer monito. Ahí estaba, acurrucado entre migajas azucaradas. La sangre volvió a mí, la suerte se quedaba conmigo un año más. Después me puse a pensar que tendría que ser más precavido para la próxima vez: "aseguraré que el muñequito no me abandone nunca más... compraré una rosca para mí solito... ¡Ja ja ja ja ja ja ja!".

sábado, 5 de enero de 2008

FáVula 11: El juego del mazo

De niño había asistido al juicio de su tío abuelo Eliseo en los Estados Unidos. Lo acusaban de inmigrante indocumentado y todo el estado de California quería verlo de regreso a México. La realidad era que no soportaban su facilidad para pervertir a los ciudadanos con sus guisos exquisitos hechos con base en frijoles prietos. Las mujeres eran las que más lo detestaban, pues sus marido llegaban a descargar toda la venganza mexica en sus casas. Debido a que perder el voto de las mujeres sería letal para la vida política del gobernador, decidió tenderle una trampa a Eliseo y así fue como terminaron en un juicio que llevó varios meses. ¿Por qué varios meses? Porque una televisora se había empeñado en transmitir el juicio y había convencido al jurado de que una semana no sería suficiente para mantener el raiting. Lo conveniente fue tener un juicio de cuatro meses.

El día del veredicto se presentó la familia de Eliseo. El niño Góngora no podía dejar de mirar al alto juez entrar por la pequeña puerta de la izquierda. Llegó con una gran bata negra y se sentó. Una vez que todos tomaron asiento a su vez, procedió a sacar un gran mazo. El niño Góngora lo miró como si fuera el juguete más preciado en todo el mundo. El mazo yacía a un lado del vaso de agua del juez. Así pasó toda la mañana, hasta que el jurado dio su veredicto: "Encontramos a Eliseo... ¡Culpable por los delitos de...!". El juez dictó la sentencia con un aire acongojado, pues mandar a don Eliseo de regreso a México era equivalente a perder para siempre los guisos sabrosos. Pero en fin, la ley es la ley y la chamba es la chamba; el juez terminó por emitir su última palabra, tomó el mazo y lo sonó un par de veces. El niño Góngora había pasado toda la mañana esperando ese preciso momento y lo disfrutó en demacía... pero no era suficiente. Desde ese momento se prometió ser juez.

Pasaron los años y el niño Góngora se convirtió en el joven Góngora y después en el abogado Góngora. Se dedicó a forjar una carrera perfecta y de esa forma consiguió ser lo que siempre había querido ser: juez, quizás no el mejor juez, ni el más justo, pero era juez. Por tal motivo, era común escuchar a los abogado y colegas decirle: "Juez Góngora, ¿está seguro de que debemos mandar a estos tipos a la cárcel?". Al juez Góngora no le importaba un bledo si los enjuiciados paraban en los reclusorios justa o injustamente, a él le hacía feliz saber que había hecho su sueño realidad: ahora podía golpear con el mazo las veces que le diera la gana...

viernes, 4 de enero de 2008

Rarezas del lenguaje 3: Que no se te pare...

Don Eliseo había pasado un muy mal día*, y cuando las cosas van mal, siempre podrán ir peor. Transitaba por una avenida llena de coches. Decidió utilizar el carril de en medio para evitar trifulcas, pero de todos modos, un microbús lo rebaso arteramente por la izquierda. La olla explotó y don Eliseo le gritó al muy desgraciado: "¡Ojalá que no se te pare NUNCA desgraciado!". El chófer del camión detuvo su unidad. Don Eliseo tragó saliva. "¿Qué me dijiste cabrón?"... "Ojalá que no se te pare NUNCA el camión, el camión".

*EL MAL DÍA DE DON ELISEO

Don Eliseo había llevando a su mujer de una tienda a otra. En unas se probaba todo y no compraba nada y en otras, lo compraba todo sin probarse nada. Era desesperante. Cuando fueron a comer, de los diez platillos que pidió don Eliseo, todos se habían terminado y tuvo que conformarse con una hamburguesa. Saliendo de mal comer, no pudo adquirir la chamarra azul que había visto en un aparador. Se subieron al automóvil. Se enfiló a la salida del estacionamiento, le pitaron un par de veces y le arrebataron los centímetros que había conseguido con base en mucha paciencia. Justo en el momento de querer salir, la máquina le hizo saber que había olvidado pagar la cuota en los cajeros de prepago. Regresó y enfrentó una fila un poco más grande que aquella situada en las puertas del purgatorio. Después de poner al límite su tolerancia, llegó a la máquina cobradora. Sacó el billete con el que cubriría el importe y fue rechazado unas quinientas veces obligando a don Eliseo a aceptar que tendría que buscar cambio. Urgó los bolsillos y no tenía más que diez pesos. Terminó por recolectar el total a pagar con la caridad de la gente, y después de juntar puras moneditas de un peso finalmente pudo cubrir las cuatro horas que se había fletado en su terrible día en el centro comercial. Así las cosas, don Eliseo tenía la extraña sensación de querer explotar.

jueves, 3 de enero de 2008

Notas sobre ¿Rock en español?

Alguna vez, en el ahora lejano año de 2007, se me ocurrió que podría escribir sobre el rock en español. Lo hice. Hoy me llega un comentario muy atrasado, pues todos los esperaba por aquellas fechas. Me parece que debo hacer algunas precisiones sobre el punto que quise compartir aquella vez. Estimado Anónimo, esta entrada se la dedico a usted.

En primer lugar, me parece incorrecto expresar que, mi entrada sobre el rock en español, "es la mayor chorrada que he oido en mi vida". Deberías leer todas las que he escrito y seguramente encontrarás alguna que la desfalque rápidamente. En segundo, creo que no quedó completamente claro mi punto (ahora entiendo porqué los filósofos e intelectuales y demás personas que se animan a compartir sus ideas, se avientan unos librotes con hojas y hojas de explicaciones sobre las explicaciones).

El "rock en español" me parece un TÉRMINO absurdo, y hasta cierto punto aberrante. NO quiero decir que no lo podamos usar. De hecho, lo usamos y obviamente no soy nadie (como nadie puede serlo) para decir qué se puede hacer y qué no. Eso sólo lo sabemos cada uno de nosotros, qué podemos hacer y qué no. Pero SÍ soy alguien para decir qué me parece y qué no, así como los amigos anónimos. En fin. El punto es que el TÉRMINO es aberrante y absurdo.

¿Por qué? Por una cosa elemental. El rock fue creado como una muestra de explosión ante las reglas. Es como el surrealismo, que quiere quebrar las reglas y se repliega a las que tiene el sueño y los pensamientos del subconciente (carentes de reglas sociales y naturales). El rock es un vehículo para vivir dicha "libertad"(que en algunos casos, como suele ocurrir, terminó por ser llevada a extremos torpes). La carga filosófica del rock se podría resumir en: libertad a toda costa.

¿Y el rock en español? ¿A caso los hispanoparlantes no tenemos derecho a utilizar el rock para expresar nuestra libertad? Claro que tenemos derecho, y como lo dije, de hecho lo hacemos. Sólo que, inevitablemente, trasladamos nuestra cultura a los acordes del rock (con el mero hecho de cantar en español, estamos inyectando una carga enorme de la cultura hispana al rock) y este rock, termina por dejar de ser el rock original; el de los anglosajones, y se convierte en un rock nuestro.

Por lo tanto, es absurdo hablar de rock en español, porque ya no es rock, es otra cosa. Este es el primer punto que quise tratar en aquella entrada. El rock en español debe tener un nombre propio. ¿Por qué? En primer lugar porque es algo diferente. Hablar de un carro tirado por un motor no es lo mismo que hablar de un automóvil. Cuando el rock cae en manos hispanas, se convierte en un ente ajeno al rock original y por lo mismo debe tener otro nombre. Esto me conduce al segundo punto que quise tratar aquella ocasión.

El rock original habla de libertad. El rock (libertad) es personal y es una visión propia sobre cómo entender las cosas. Por lo tanto, el término rock en español es aberrante para la propia filosofía del rock. ¿Por qué? El rock busca liberarse y el rock en español se ata a los términos del rock para buscar, irónicamente, una forma de expresar su libertad, pero con las reglas de otra forma de expresión. ¡Precisamente eso es la idea central del rock! Crear sus propios medios para expresar.

Ahora resulta que, para expresar nuestra libertad, utilizamos los medios de otros. Pero, si realmente entendiéramos al alma del rock, entonces comprenderíamos que necesitamos crear nuestro propio lenguaje para expresar. Ahí está lo aberrante del rock en español, se aparta de la lógica y busca el cobijo cuando debería buscar las alas propias. Y de hecho así ha ocurrido, pero no lo vemos, ¿por qué? Porque este nuevo lenguaje no tiene un nombre propio y sigue atado al rock (Rock EN español).

Si tuviera un nombre propio, entonces todo lo que surja de él, serán vástagos suyos y no del rock, y esto se traduciría en el refuerzo de la cultura hispana, que cada vez se pierde más en las marisma de la globalización cuyo único peligro es convertir a todos en lo mismo. Todo lo que quería subrayar en aquella entrada era que LA MÚSICA HISPANA CONTEMPORÁNEA merece un lugar diferente y honorable; y no seguir siendo la copia de algo más.

Pecados

“Hijo mío, ¿no quieres un pedazo más de pavo?”. “Muchas gracias madre, pero estoy satisfecho. Si comiera un trozo más, sería gula y sabes que debemos respetar a los pecados capitales… yo quiero violarlos en orden”.

miércoles, 2 de enero de 2008

Rarezas de lenguaje 2: La magia os cura

Estaba frente al cadalso y de tras de sí, una muchedumbre ardiente, furibunda, envalentonada, inconforme e ignorante le arrojaba obscenidades y lechugas podridas. No entendía porqué la gente reaccionaba así con él. Los había curado. Había procurado que el tullido volviera a caminar y el ciego volviera a ver. Hasta había resucitado al padre de uno de los villanos. Lo admiraban, lo adoraban, se sorprendían con sus milagros; lo tenían como a un ídolo, a un héroe, a un Dios. Y cuando estaba en lo más alto de la cumbre de su ego respondió a la pregunta de todos: “¿Cómo hacéis para curar?”. El respondió con franqueza y con sinceridad y ese fue su peor pecado: “La magia os cura”.

Entonces los que podían caminar se lanzaron piedras para quebrarse los fémures; los que podían ver se incendiaron los ojos y el padre regresó al sepulcro. Nadie quería nada que viniera de los espíritus malos, aún menos del demonio; porque aunque la magia oscura cure, nadie quiere comprobarlo.

martes, 1 de enero de 2008

Rarezas del lenguaje 1: El/un pájaro

Cierto día don Eliseo miró con anhelo y desesperanza una chamarra azul hecha a partir de los sobrantes del tapiz de una sala, que se exhibía en el anaquel de una tienda pudientísima en la avenida de Homero. Era perfecta para combinar con su jersey del Cruz Azul que tanto le había costado conseguir, después de miles de llamadas infructuosas a la “Zeta”. Pero ahí estaba colgada y llamándolo, pero sabía que no sería suya, pues el precio era muy alto.

De pronto, vio salir de la tienda a un par de homosexuales, tomados de la mano, mientras miles de palomas los escoltaban en su bucólico romance, y estallidos de mariposas franqueaban sus pasos que convertían todo en rosas melómanas. El primero, alto, fornido y con un degrade desagradable en el color de su pelo portaba la chamarra azul que tanto deseaba don Eliseo. No pudo mirarlo más que con envidia y con odio y coraje y con su lengua le corto las manos en una acción de verdugo vengador musitando: “Hijo de tu puta madre... ojalá y te cague el pájaro”. Su mujer sobresaltada lo miró con horror y le invitó a corregir, “querrás decir, ojalá y te cague un pájaro”. “Sí, eso también…”.