viernes, 24 de febrero de 2012

Sueñan

13

Beyoncé siempre tuvo la conciencia tranquila. Sus ojos nunca perdieron el brillo y sus labios siempre estuvieron listos para una queja o para un beso. Recuerdo aún, horas después de que regresamos del médico (aquél que nos contó lo que a nadie le deberían adelantar jamás), mientras daba de comer a pequeño Bebé Guillermo Tipaso, que su mirada, perdida, buscaba algo en la obscuridad de la puerta. Aquella ocasión entré a la habitación, como siempre lo había hecho, dejando a Topo Gigo fuera, para que fuera cuidado por Zoraida.

"Tengo miedo". Beyoncé comenzó a tirar lágrimas que hacían surcos cada vez más hondos. "Sabes que no hay nadie". "Tengo miedo. Toma mi mano". "Está fría". La miré. Mi vida volteó a verme y su cara me hizo llorar. "No tengas miedo". "Tengo mucho miedo". "¿Qué podría pasar?". "¿Y si quedo en medio? Tengo miedo" y su mirada se quedaba en la nada. Me miraba pero no me miraba. Cuánto miedo había en sus ojos. La enfermedad comenzó a tomarla hace años y ahora sólo falta el final.

"¿Me vas a acompañar?". "Hasta la muerte". "¿Y más allá?". Ya no sabía si hablaba conmigo. Bebé Guillermo Tipaso soltó el pecho de Beyoncé y comenzó a llorar. No lo escuchó. "¿Cómo es? Dime". Entonces miró a la puerta. "¿Hay alguien ahí?". "Estoy cansada. Tengo miedo". "Beyoncé". "Hay un fantasma ahí". Me lo dijo con naturalidad. Me miró nuevamente. "No quiero dormir. Tengo miedo. Tengo miedo. Mucho, mucho miedo". Me abrazo y sus brazos de hielo me hirieron profundamente. Bebé Guillermo Tipaso cayó con tranquilidad en la cama. Lloraba. "No te vayas", alcancé a musitar y sus brazos se extendieron, se hicieron agua. Se estaba yendo. "Tengo mucho miedo. Quédate conmigo".

Esperamos horas. Ella miraba la puerta. El sueño la vencía. Se la llevaban. Sostenía a bebé Guillermo Tipaso con fuerza. No quería irse. Sabía que en cualquier momento ocurriría. ¿Quién la acompañaría? Yo podría hacerlo, pero tenía a bebé Guillermo Tipáso, sin contar la promesa de Zoraida y a Topo Gigo. "Adiós". Me dijo y el corazón se me estrujó. Nuestras cuerdas se rompieron. Las lágrimas acompañaron como coros su partida. "Caigo", me dijo y su boca esbozó una sonrisa dolorosa. "Lo veo. Sus ojos. Tengo miedo. ¿Me vas a cuidar? ¿Y si quedo a la mitad?¿Y si fui mala? Cuando muera... me esperarás. ¿Me esperarás?". Apretó a bebé Guillermo Tipaso. Él la acarició. "Adiós. La puerta se abre. Es algo que podría ser. Es. La cabeza rueda. Caigo. Ayúdame. Luz. Maravillas. Vértigo. Te amo".

Beyoncé miraba la puerta. Su mirada quedó fija. El cuarto tembló. No soltó a bebé Guillermo Tipaso. La cama se movió. Entramos a un torbellino. Era como caer por una cascada. Era como un avión cayendo a toda velocidad. Era un tornado. Era como ver una gran ola caer sobre ti. Era estar en la punta de la ola y ver cómo caerías sobre toda tu vida. Un torbellino. Un huracán. Beyoncé gritaba. Bebé Guilermo Tipaso lloraba. "¡Beyoncé!", le gritaba. Tormenta. Agua. Lluvia. Truenos. "¡Beyoncé!". Velocidad. Líneas. Terror. Miedo. Miedo. Miedo. "¡Beyoncé!". Caemos. Caemos. Caemos. Caemos. Aaaaaahhhh. Aaaaaaahh. Paz.

Estática. Un lago hermoso. Tristeza profunda. Beyoncé no me escuchó y cerró la puerta al salir. Ahí estaba junto a mí, en la cama. Me di cuenta que mis manos sujetaban con fuerza las suyas. De sus manos sin fuerza jamás cayó bebé Guillermo Tipaso. Lo detuvo ante la tormenta, ante la gran ola que nos acababa de sacudir. Con dificultad liberé a bebé Guillermo Tipaso. Nos miramos. Lloramos desconsoladamente. Las lágrimas de silencio nos acompañaron por varias horas. Te extraño, Beyoncé. Te extraño mucho. Ahora yo tengo miedo. Beyoncé murió con los ojos cerrados.

La foto la tomé de este link.

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