sábado, 3 de marzo de 2012

Soñé

14

Sentado junto al calentador. Mirando la luna que se colaba entre los tabiques de la habitación. Bebé Guillermo Tipaso y yo estábamos recuperándonos de la tormenta. Creo que Beyoncé aún estaba en la cama, sentada, mirando al final, con esa mirada valiente que siempre amé; que siempre temí. Me costó trabajo recuperar a bebé Guillermo Tipaso, tan fuerte lo había sostenido mi hermosa Beyoncé. Logré abrir sus dedos y el bebé pudo nuevamente respirar. Por segundos sospeché que había perdido a las dos cosas que más había amado en el mundo. Ahí estábamos los dos ahora. Mirando el futuro como quien mira un camino después de haber salido vivo de las entrañas de un camión volcado.

"¿Dónde está mamá?", alcancé a escuchar. Era bebé Guillermo Tipaso que en un gritito, en un simple sonido me había comunicado toda su incertidumbre. "¿Dónde está mamá?", me pregunté yo también. "¿Dónde estás, Beyoncé?". Entonces entendí que por primera vez en el mundo me sentía solo. Dios no existía en mí. Se había ido dejando la luz apagada. Quise que la rabia me invadiera pero no pude. Tan vacío estaba. Dios me había abandonado. Recordé fugazmente el sueño terrible, cuando el ángel se apareció ante mí. Ahora veía aquellos pedazos de recuerdos y quise burlarme de mi estupidez, pero ni eso pude hacer. Fue cuando miré nuevamente a bebé Guillermo Tipaso.

Estaba conmigo. Yo lo cargaba y lo mecía. Sus ojos. Sus ojos. Beyoncé apareció nuevamente ante mí. La tranquilidad regresó. Una extraña sensación de alivio a pesar de la tristeza profunda. "Tranquilo, bebé Guillermo Tipaso. Tranquilo, papá está contigo" y una voz resonó en mi mente y me dijo "Tranquilo, tranquilo, yo estoy contigo". Las palabras de mi amigo corrieron a cabeza y resonaron como si el mismo universo se hubiera develado ante mí: hay que confiar en Él como los hijos confían en sus padres y se abandonan en sus brazos. Un baño de agua caliente por la tarde. Respiré nuevamente. Dios me estrechó entre sus brazos y yo lo miré y le sonreí y me acurruqué en su pecho y continuamos andando por la vida.

"Hoy soñé que alguien moría", me dijo Beyoncé mientras trataba de abrir mis ojos cuajados con lágrimas. A penas podía conectar palabra alguna, pues los grititos de bebé Guillermo Tipaso, que pedía comer, nos habían arrebatado dulcemente del más dulce de los sueños. "¿Quién era?", le pregunté, al tiempo que me preguntaba a mí mismo si había escuchado bien lo que Beyoncé me decía. "Que hoy soñé que alguien moría, pero no sé quién". "Vuelve a dormir, quizás recuerdes o quizás tu sueño continúe y podamos saber la verdad". "Tenemos que ir por los biberones, recuerda que ya no puedo darle pecho". "Te amo. Ya extrañaba tu sinceridad". "Mira quién está ahí, es Topo Gigo y es Zoraida". "De verdad que estoy contento, Beyoncé, finalmente has desistido en tus bromas de no poder verlos; por un momento me hiciste pensar que yo estaba loco". "Es que antes no los veía... pero ahora somos una familia. Ya no tengo miedo como ayer, ¿recuerdas? ya no tengo miedo".

Foto tomada de aquí: link.


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