miércoles, 25 de junio de 2008

Buscando a Shoun

Podrá parecer inventado, pero sucedió. Mientras escuchaba las clases de contabilidad, mi celular recibió un mensaje de la Cosquita: "Shoun ha desaparecido. No lo he visto desde la mañana". Esperé a que llegara el descanso de medio tiempo que nos dan en la capacitación y en seguida me volqué al teléfono para comunicarme con ella. Lo confirmé, efectivamente el buen Shoun había desaparecido. Shoun, para los que no lo saben, es uno de los dos gatitos que Cosquita tuvo a bien adoptar de parte de Lichita y Conrado. No, nos son sus hijos directos, sino de su gata, y sí, son (o eran) hijos adoptivos. En fin, a este Shoun, apodado también el gordito, lo caracterizan varias cosas. No puede dejar de husmear la comida ajena, aunque ya haya saciado su hambre con croquetas; es bastante perezoso; suele no ser aventurero y tiene unos pelos muy coquetos que le salen de las orejitas.

En fin, ya dado el preámbulo, pasemos a lo barrido. Shoun desparació. La Cosquita dice que la última vez que los miró, estaba afuera de la puerta, junto a su hermano, Henma, echados como la costumbre lo indicaba. ¿Después? Ya no supimos. Ella se dedicó a vaciar su automóvil y antes de salir para hacer sus que haceres, miró que Henma subía del jardín. ¿Conclusión? El gordito seguro iba atrás de él. Regresó y cuál fue su sorpresa al ver a Henma pero no a Shoun. Primer indicio de que algo andaba mal, pues nunca estaban separados. Iniciaron las averiguaciones y, tras buscar exhaustivamente en el jardín, en la casita, y en los agujeros más recónditos, lograron encontrar harto polvo, pero nada de Shoun. El Stan, perro guardián, bonachón y amante de los gatos (como una delicia culinaria más que otra cosa) seguía con su mirada atenta y vigía hacia el jardín. ¿Era posible que todavía estuviera en el jardín y que el buen Tony y la buena Cosquita ni el buen Henman lo hubieran localizado? ¿Se lo habría almorzado el Stan? ¿Habría caído a alguna de las casas aledañas, cosa que, de ser cierta nos conduciría a la pregunta de si seguiría con vida? ¿Se habría dormido para siempre en un nido oculto y tenebroso? ¿O a caso, se habría salido por la puerta, movido por la curiosidad, sobrepasando su cobardía innata y cayendo en las redes de la confusión de un gatito que no rebasa los 4 meses?

Así inició uno de los operativos en busca de un gatito más grande de toda Bellavista. Cosquita me envió el volante que imprimí para después sacar copias (50 para ser exactos) y una cinta adhesiva que, dicho sea de paso, tenía el adhesivo más jodido que nada. En fin. Llegué a casa de la Cosquita e empezamos a pegar los letreros, algunos en las partes más externas de la privada (pues cabía la sospecha que, por augurios extraños, Shoun estuviera en manos de algún chiquillo vándalo, próximo a perder sus ojitos, sus patitas o cualquier extremidad, ya ven cómo son los niños de ahora) y el resto en todas y cada una de las casas de la privada. Recorrimos lugares insospechados, nos enfrentamos con perros ariscos, caminamos empinadas cuestas y, sonando un cascabel para ver si el buen Shoun aparecía, exploramos los rincones del lugar del crimen. Encontramos pocas señales y muchos gatos que no eran como el gordito.

Lo debo confesar. Me invadió una gran tristeza. El buen Shoun es un gato que por alguna razón ha establecido una buena amistad conmigo. Perderlo era un golpe duro, sobre todo después de que Eke había emprendido la marcha sin retorno a penas una semana atrás. En fin, con un sentimiento más azul y gris que el cielo (que por cierto, se había aguantado las ganas de llorar, aunque, viendo la situación, comenzaba a soltar sus primeras lágrimas), me salí al balcón a intentar ver si, por algún rincón salía el perezoso Shoun, o por lo menos podía identificar su frío cuerpecillo. Cosqui me acompañó. Empezamos a platicar. Henma, achicopalado por la pérdida de su hermano, salió para sentirse menos solos. La plática se hizo una trenza cálida que envolvía nuestros corazones ante la inminente pérdida; entonces lo que todos sabemos que pasó. De entre las ramas de una enredadera salió la cabecita de un gato. "Miau", fue su palabra, y el Henma, la Cosqui y yo volteamos. Era el Shoun que se encontraba atorado entre las ramas.

Corrimos al jardín y lo rescatamos. El pobre tenía hambre y estaba más asustado que nada. A poco estuvo de estarse ahí por siempre. Ya más calmados, nos dimos cuenta de lo que había pasado. El Stan siempre tuvo la razón. Seguramente le madrugó al Shoun y éste, incapaz de hacer otra cosa, se trepó como loco a la enredadera y ahí estuvo hasta la tarde, cuando las tripas le ganaron a cualquier otra cosa. Ahí estaba el Stan, mirando la enredadera, esperando a que el buen Shoun bajara para volver a intentar su captura. Por suerte lo descubrimos a tiempo, antes de que el Stan lo cenara o de que sus patitas le fallar y cayera irremediablemente al suelo, partiéndose los ya de por sí partidos bigotes. Ahora estoy más contento, contento de que esta búsqueda tuvo un final feliz.

1 comentario:

EM dijo...

jajajaja
qué día el de la búsqueda de Shoun!! aun me duelen los pies jajjaj te amo, gracias!