Una timorata e ínclita dama, se paseaba por un jardín. De pronto, sobresaltada miró a su lado a un bien vestido y distinguido proxeneta, gallardo y burdelesco a la vez. Sin notar su profana profesión, la límpida joven acercó su presencia y preguntó al de sentimientos palurdos:
-Disculpe, ¿Me podría dar la hora?
A lo que el alcahuete contestó:
-Su desorden gramatical al formular su pregunta, bella damicela, me deja impertérrito, pero se la puedo dar ahora o cuando usted así lo pida, sólo avíseme para agendarla.
1 comentario:
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