jueves, 25 de junio de 2009

En busca de la felicidad

Dicen que todos los sistemas humanos, desde la economía más comunista, hasta la política más anárquica, pasando por el protoneoliberalismo o el nombre que quieran darle, eso no importa, todos los sistemas van a colapsar si no cambiamos a quien de verdad importa: el ser humano. Esto es verdadero pues quien da vida a cualquier orden mundial, a cualquier organización, a cualquier sociedad son esos pedacitos de carne y células vivientes, animados por un big bang o un soplo divino, los dos igual de inexplicables, pedacitos de mugre e ideas que se pelean, que gritan, que cantan, que se divierten, que viven. Sin ellos no habría socialismo y sin ellos tampoco habría capitalismo, no existiría la oligarquía ni la plutocracia, no existiría la vida comunal bosquimana ni el desenvolvimiento de tribus perredistas. En suma, lo más importante para cualquier ideología de derecha, de izquierda, de centro, de arriba o de abajo es el hombre porque es él el que lleva a cabo las acciones y si es él el que está enfermo, necesariamente se contagiara todo lo que toque... así como el rey Midas.


Viktor Frankl puso un rayito de luz en la obscuridad... (fuente: tecnología.hondublogs.com)

Viktor Frankl propone algo muy interesante en su famoso libro "El hombre en busca de sentido". Nos avisa que aún cuando todo se cierra ante ti, puedes seguir viviendo, puedes seguir luchando si consigues aferrarte a un hato de verdad, a una hebra que aunque carezca de sentido para todos los demás a ti te dote de esa capacidad de seguir viviendo, entendiendo vivir no sólo como estar en contacto con la realidad a través de los sentidos, sino transformar dicha realidad en los pensamientos, jugar con ella, crearla, recrearla, acción, que pasen cosas, que el mundo se mueva y siga girando. La propuesta de Viktor Frankl cae como un balde de agua fresca dentro de la pulverización de la vida del ser humano que realizó involuntariamente la escuela del buen Sartre.



Sartre, inquieto como todos los hombres intelectuales y movidos por esa cosquilla de la libertad, concibió un pensamiento que a todos agradó: el hombre no está predeterminado por nadie (o sea, Dios no lo inventó y por lo tanto no lo precargó con sistemas operativos para que procediera a adorarle; o bien el hombre no existe para servir a otro, porque así está dictado por sus genes: el hombre, dice Sartre, es libre) y es en el transcurso de la vida (esa de la que ya hablamos líneas atrás) como encuentra un sentido, es realizando acciones como encuentra lo que realmente es. Sartre nos da una bella definición de libertad: no estamos llamados a hacer nada más que lo que nosotros podamos hacer. Y con ello, con la desvinculación de Dios, con la emancipación de la responsabilidad (porque no hay leyes ni reglas ni conductas que nos obliguen a hacer nada que no queramos hacer) una juventud agitada y convulsa por la sangre y el terror de la Segunda Guerra Mundial, su periodo de entreguerras pervio, su Primera Guerra Mundial y miles de siglos que le antecedió lleno de batallas y de desgarres sociales vio en Sartre al mesías que los liberaba, que los dejaba ser lo que quisieran ser (se hace camino al andar). Pero como suele suceder, no estaban preparados para encontrar un sentido, una verdad, un pedacito de misticismo con el cual conducir sus vidas y cada quien, de la forma más democrática, agarró camino hacia donde sus instintos los llevaban, porque aunque Sartre diga que no estamos precondicionados con nada, existen esas sustancias químicas que en todo cuerpo se aseguran que éste no pierda los lineamientos básicos: la supervivencia. (Fuente de la foto: red Voltaire)

(Como vemos, la aportación de Viktor Frankl fue un balde de agua fresca porque nos da la oportunidad de buscar algo que nos haga creer que seguir viviendo tiene sentido...)


Ser hippie era bueno, pero había que comer... (fuente: Mantrarock.wordpress.com)

Y así durante décadas, los pueblos suprimidos por el "moralismo" y la impía sociedad que no les dejaba disfrutar la vida como ellos querían se veían liberados por Sartre y su pensamiento. El niño que se peinaba con goma de raya a un lado, se limpiaba y se mostraba presentable para estar en su sociedad de pronto sintió que podía tener más flojos los zapatos y de un momento a otro ya estaba cantando "With a little help of my friends", menenado la cabeza y contoneándose al lado de una damisela en Woodstock, liberados los dos de olores de perfumes, de la prisión de las ropas, sintiendo la libertad del viento ("The answer is blowing in the wind, remember?") y sin saber cómo ni porqué ya tenían cuatro chamacos que disfrutaban de las bondades del mundo, como en los primeros años de la libertad del mundo, como esos bosquimanos que viven tan felices. Gracias Sartre.

Pero esos niños crecieron, y sus padres no les enseñaron otra cosa más que sé tú mismo. Bonito se escucha pero de poco sirve cuando te enfrentas a un mundo cambiado por personas que no escucharon del todo a Sartre, pero que ya sabían, por la sabiduría engendrada de generación en generación que las reglas se habían hecho para romperse, claro siempre y cuando al final de la línea hubiera más dinero del que ya habían amasado. Piratas árabes se hacían de los tesoros del seno de sus tierras, el cambio de régimen después de la Segunda Guerra había traído a juniors que convirtieron al dólar en el nuevo dios y habían logrado sus fortunas en la convulsión, por lo tanto, como buenos simios, sabían que para mantener su estatus, la convulsión debía ser perenne y desarrollaron los derivados (que ya existían, pero los desarrollaron hasta alcanzar sus características actuales) para mantener fortunas y crearlas y aumentarlas en la turbulencia, claro que si ya no había turbulencia, ya no servirían mucho esos inventos.


Los muchachos de los setentas (Fuente: lds.org.ar)

Claro está que no tuvieron problemas con mantener dichas condiciones de inestabilidad que estabilizaban sus carteras, pues los sesentas mostraron movimientos sociales de afroamericanos, por un lado, de vietnamitas, de Guerra Fría, de Gandhi, de Fidel Castro y cuando esto parecía derrumbarse llegó 1970 con sus crisis financieras, embargos petroleros, y este era el panorama al que se enfrentaban los ciudadanos del mundo aleccionados por las enseñanzas de Sartre y compañía. ¡Se imaginan lo que es enfrentar un mundo con una concepción de que estamos hechos para ser lo que queramos ser, cuando ese mundo nos da a entender que efectivamente existen las reglas, las líneas, los caminos trazados! ¿Qué pensaría un chico que se enfrentaba a un mundo así? Le quedaban tres opciones: enfrentar las terribles y engañosas olas del capitalismo andante; convertirse en delincuente, en pirata (así mantenía "su libertad" pues iba en contra de las reglas y entraba al comercio, se hacía rico y si todo salía bien moriría viejo y desolado con el alma destrozado e infeliz, pero libre); o podía mantener sus ideales y darse cuenta que el nihilismo es algo más que "la vida no vale nada".



Los que se decidieron por enfrentar a los mercados se convirtieron pronto en exitosos hombres y mujeres (algunos conocidos como yuppies, otros simplemente conocidos como el nerd Gates o Stevie Jobs); los que se fueron por el segundo camino se convirtieron en un Carlitos Brigante, Paul Jung o un Tony Montana cualquiera; los terceros seguramente quedaron enterrados en algún asilo mental, viviendo en una camioneta, o vaya usted a saber qué fue de ellos (si saben avisen). Total que todos eran algo, según la concepción de Sartre, todos tomaron caminos pero a todos les faltaba ese algo para seguir siendo hombres, a todos les faltaba la chispa adecuada, les faltaba creer en algo más allá de sus trabajos, de sus joyas, de sus automóviles... y ahí es donde se dieron cuenta que no eran tan felices como parecían, y lo que es peor, no supieron cómo hacer para que sus hijos aprendieran a ser felices.

(Fuente de la foto: janeheller.mlblogs.com)

¿Cómo buscamos la felicidad? ¿A través de las enseñanzas de la liberad? ¿Rompiendo las reglas a lo tonto? A mí me parece que podemos empezar por saludar a cualquiera que se nos cruce por la calle o subiendo al microbus o al metro. Podemos empezar por dejar pasar al otro automovilista, en lugar de aventarle el coche. Podemos empezar por creer que nosotros no vamos en primer lugar. Podemos empezar por dejar de decir "es un pinche empresario del PAN o es un pinche corrupto del PRI o es un pinche naco del PRD". Podemos empezar por no celebrar las cochinadas que hacen nuestros amigos. Podemos empezar por no emborracharnos. Podemos empezar por sonreír todo el tiempo. Es un reto, es difícil pero saben qué, realmente se siente bien hacerlo y la recompensa te hace sentir realmente feliz...

1 comentario:

patzarella dijo...

Ya no terminé de leerlo, está un poco laaaargo... Pero qué buen libro es ese de "el hombre en busca de sentido", es uno de mis favoritos, y cuando vi al pel;icula "la vita e bella" recordé varias cosas porque creo que es el reflejo al 100 de la teoría de Frankl...

La mejor de las suertes para Camerino mañana !!!!