domingo, 28 de junio de 2009

Seré conciso e iré al grano (¡por favor!):

1. No estoy de acuerdo con las personas que promueven el voto en contra del voto en blanco esgrimiendo que de no hacerlo nos quedaremos marginados de la toma de decisiones y que otros decidirán por nosotros... ¿que a caso no estamos marginados ahora de las decisiones, con todo y que votamos por alguien hace 3 y 6 años?
2. La gente vota, está interesada, pero los políticos sólo utilizan estos momentos de elecciones para acercarse a la gente, después ya nadie los localiza y la única forma de llamar la atención pública (a través de llamar la atención de los medios) es realizando trifulcas tipo "Atenco" o "Toma de Reforma" o llamando a millones de personas a desfilar con veladoras y vestimenta blanca... ¡pero nunca a través del voto!
3. Las personas que quieren "hacer conciencia" al promover el voto, más deberían buscar formas y líneas para que después de las elecciones nosotros sigamos en contacto directo con nuestros empleados (representantes pues, para que no haya ofendidos) y nos respondan.
4. Yo estoy a favor del voto blanco, pues como estamos viendo, está levantando revuelo entre los políticos, está moviendo el tapete a muchos y por lo menos como experimento social y como llamada de atención está sirviendo demasiado.



Como experimento político me parece adorable esta propuesta. (Fuente: cinevisiones.blogspot.com)


jueves, 25 de junio de 2009

Un cambio

La vida no cambia con una Revolución, digo, no cambia para bien. Una revolución trae consigo incertidumbre, trae consigo desorden generalizado, trae consigo hambre y desolación, sin mencionar la violencia sinrazón que acarrearía. La solución, decía, es un cambio más en lo interior de cada uno de nosotros. Como mencionaba en otro artículo, todos los sistemas están conformados por hombres y como tal, si el hombre es el que está enfermo, tarde o temprano terminará por contaminar al sistema y se volverá al mismo ciclo confirmando la fantástica sociedad cíclica.

Ya hace mucho tiempo vino alguien con una idea magnífica pero poco a poco su grito de libertad se fue viciando y se convirtió en cosas que no debían ser. Su lema: ámense los unos a los otros. Su misión: traernos paz a todos. Hace mucho tiempo vino a nosotros la solución a todos nuestros problemas y qué hicimos. Sabemos la respuesta.

El fundamento de esa pequeña idea no tiene mucha dificultad para explicarse. Es fácil pensar que debemos amar al prójimo, pero es difícil hacerlo, sobre todo sabiendo que ese prójimo es malo ante nuestros ojos. Pero precisamente ahí está la belleza de ese dicho, se trata de confiar en el otro, se trata de lograr una empatía con él, pensar en su bienestar (y al mismo tiempo confiamos que él está pensando en nuestro bienestar) y de acuerdo con esto actuar.

Pensar en nuestro hermano decía esta persona que llegó hace milenios, ¿y ahora qué hacemos escudándonos en nuestra libertad? Dejo que ustedes contesten lo que mejor les parezca y estoy seguro de que se darán cuenta de que lo que digo es verdad. El cambio, amigos míos, está en nosotros mismos. Decía en el mismo artículo anterior del que hable antes que empecemos por pasos pequeños, sonrisas escurridizas, asentimientos con la cabeza para mostrar interés en el otro. No espero que salga nadie a querer dar de comer a todos los hambrientos, preferiría que ayudaran a su vecina viejita (la histérica de los gatos) con el mandado sin esperar si quiera las gracias… sólo háganlo. Digan a aquel que tira su colilla que no lo haga, y recójanla sin pensar que él (o ella) lo vaya a hacer primero. Por una vez en la vida no avienten el coche al de al lado nada más porque traen mucha prisa. Serénense.

Esto es de práctica, un poquito hoy, un poquito mañana, un poquito pasado mañana y así, de poquito en poquito se darán cuenta de que su círculo próximo estará cambiando y entonces sólo si sienten el impulso, salgan un poco de ese círculo y verán cómo los círculos más alejados van cambiando de lentamente, pero van cambiando. Una guerra es costosa en tiempos, dineros y no se diga en vidas; en cambio, un cambio (valga la redundancia) de actitud hacia la realidad por nuestra parte, significará mucho más.

La Revolución que no cambió nada

Es fácil encontrar entre mucha gente la conciencia de estar listos para cualquier estallido social. Están listos para cubrir el patio de sus casas con sangre a favor de un mundo mejor, de un mundo impoluto. Son personas que creen estar preparadas, física, moral y espiritualmente para inmolar sus vidas a favor de sus próceres y que al pensar así dotan de significado a la sangre que ahora corre por sus venas y quien sabe, quizás hasta puedan aparecer en los billetes de cien o doscientos pesos de los que usaremos dentro de unos cien años.

La idea simplemente me eriza la piel y me hace pensar que no saben lo que dicen, que quizás piensen que con otra revolución van a liberarse de los pagos de tarjetas de crédito, van a poder llevar a sus hijos a restaurantes de lujo, van a poder costear los precios de las medicinas, podrán comprar automóviles nuevos y no de segunda mano, podrán vivir la vida que siempre han querido. Craso error es lo que yo puedo decir.

Ninguna de las revueltas armadas ha proporcionado a México un verdadero cambio social; han cambiado los dueños de las tierras, los que ostentan el poder ya no fueron los mismos: primero los españoles peninsulares (revuelta) después los criollos (revuelta) más tarde los mexicanos liberales (revuelta) conservadores (revuelta) liberales (revuelta) Maximiliano (revuelta) Juárez (revuelta) Díaz (revuelta) PRI…

¿Verdaderamente el pobre dejó de ser pobre? ¿Realmente la condición humana del mexicano mejoró debido a la guerra que provocó un cambio? Por que es claro que los avances médicos y tecnológicos no esperaban a que México estuviera o no en guerra, a que tuviera a un dictador o que fuera un presidente el que tirara de las riendas, a que asesinaran a uno o embelesaran a otro. El mundo siguió avanzando y más bien fue el país el que tuvo que correr nuevamente para alcanzarlo y no rezagarse demasiado.

Claramente uno de los grandes impulsores de la tecnología, del progreso lo llamaban ellos, fue Porfirio Díaz y su grupo de científicos; pero él no dio a los indios lo que había buscado años atrás con las revueltas de Hidalgo y a pesar del cambio y el progreso al que llegaron, las condiciones en las que vivían campesinos, mineros, seguían siendo iguales.

Con la llegada de la Revolución Mexicana de 1910, se rompieron las ataduras de la cadena de una presidencia que parecía eterna. En 1810 se utilizó la justificación de la independencia; en 1910 fue la democracia la que movilizó a la bola. Y pasó 1810 y pasó 1910 y la bola quedó siendo bola, salvo la bola de cuates que se hicieron de la presidencia o de la bola de listillos que se convirtieron en caciques, pero la bola, la bola lo que conocemos la bola, bola siguió.

Existe, sin embargo otra clase de personas que también están casadas con esta espeluznante salida “inteligente” a los problemas (llamemos problemas al hecho de que ellos, los que llaman a los vientos de guerra, no están en el lugar de los que quieren tirar) y llevan aún más lejos sus intenciones al vestir con misticismo y proféticos acordes sus agüeros, escudándose en lo que llaman muy pomposamente: la sociedad cíclica mexicana.

Su teoría es muy conocida por muchos y dice más o menos así: “Cuentan la leyenda que cada cien años el pueblo sometido por sus tlatoanis (nótese la obligada vinculación con las más hondas raíces prehispánicas) se levanta en armas para desangrar a los que le quitan el pan y se aprovechan de ellos”. Y ya, con eso ya es seguro que en el 2010 va a haber otra revuelta para quitar a los burgueses, a los empresarios que son ambiciosos (claro que se les escapa el insignificante detalle (el diablo se esconde en los detalles) de que ellos, los que acusan, si estuvieran en la misma circunstancia que los acusado, harían lo mismo) y sólo quieren que dejemos de comer, que nuestras familias perezcan: porque son malos. Nada más estúpido.

Una guerra no es la solución para alcanzar un cambio en la sociedad. Una guerra sólo cambiará las estafetas y pondrá en el lugar de los de ahora, a otros que pronto tirarán los ideales con los que se apoyaron para subir, y se dedicarán a hacer lo que cualquiera haría: asegurar la supervivencia propia y de su descendencia, de los suyos. Pronto pondrán a amigos en lugares claves, pues actúan de la manera más lógica, confiar sólo en los confiables, confiar en el amigo porque es amigo, porque es leal, no porque sea el más adecuado sino porque permitirá mi supervivencia en una simbiosis sin igual.

En busca de la felicidad

Dicen que todos los sistemas humanos, desde la economía más comunista, hasta la política más anárquica, pasando por el protoneoliberalismo o el nombre que quieran darle, eso no importa, todos los sistemas van a colapsar si no cambiamos a quien de verdad importa: el ser humano. Esto es verdadero pues quien da vida a cualquier orden mundial, a cualquier organización, a cualquier sociedad son esos pedacitos de carne y células vivientes, animados por un big bang o un soplo divino, los dos igual de inexplicables, pedacitos de mugre e ideas que se pelean, que gritan, que cantan, que se divierten, que viven. Sin ellos no habría socialismo y sin ellos tampoco habría capitalismo, no existiría la oligarquía ni la plutocracia, no existiría la vida comunal bosquimana ni el desenvolvimiento de tribus perredistas. En suma, lo más importante para cualquier ideología de derecha, de izquierda, de centro, de arriba o de abajo es el hombre porque es él el que lleva a cabo las acciones y si es él el que está enfermo, necesariamente se contagiara todo lo que toque... así como el rey Midas.


Viktor Frankl puso un rayito de luz en la obscuridad... (fuente: tecnología.hondublogs.com)

Viktor Frankl propone algo muy interesante en su famoso libro "El hombre en busca de sentido". Nos avisa que aún cuando todo se cierra ante ti, puedes seguir viviendo, puedes seguir luchando si consigues aferrarte a un hato de verdad, a una hebra que aunque carezca de sentido para todos los demás a ti te dote de esa capacidad de seguir viviendo, entendiendo vivir no sólo como estar en contacto con la realidad a través de los sentidos, sino transformar dicha realidad en los pensamientos, jugar con ella, crearla, recrearla, acción, que pasen cosas, que el mundo se mueva y siga girando. La propuesta de Viktor Frankl cae como un balde de agua fresca dentro de la pulverización de la vida del ser humano que realizó involuntariamente la escuela del buen Sartre.



Sartre, inquieto como todos los hombres intelectuales y movidos por esa cosquilla de la libertad, concibió un pensamiento que a todos agradó: el hombre no está predeterminado por nadie (o sea, Dios no lo inventó y por lo tanto no lo precargó con sistemas operativos para que procediera a adorarle; o bien el hombre no existe para servir a otro, porque así está dictado por sus genes: el hombre, dice Sartre, es libre) y es en el transcurso de la vida (esa de la que ya hablamos líneas atrás) como encuentra un sentido, es realizando acciones como encuentra lo que realmente es. Sartre nos da una bella definición de libertad: no estamos llamados a hacer nada más que lo que nosotros podamos hacer. Y con ello, con la desvinculación de Dios, con la emancipación de la responsabilidad (porque no hay leyes ni reglas ni conductas que nos obliguen a hacer nada que no queramos hacer) una juventud agitada y convulsa por la sangre y el terror de la Segunda Guerra Mundial, su periodo de entreguerras pervio, su Primera Guerra Mundial y miles de siglos que le antecedió lleno de batallas y de desgarres sociales vio en Sartre al mesías que los liberaba, que los dejaba ser lo que quisieran ser (se hace camino al andar). Pero como suele suceder, no estaban preparados para encontrar un sentido, una verdad, un pedacito de misticismo con el cual conducir sus vidas y cada quien, de la forma más democrática, agarró camino hacia donde sus instintos los llevaban, porque aunque Sartre diga que no estamos precondicionados con nada, existen esas sustancias químicas que en todo cuerpo se aseguran que éste no pierda los lineamientos básicos: la supervivencia. (Fuente de la foto: red Voltaire)

(Como vemos, la aportación de Viktor Frankl fue un balde de agua fresca porque nos da la oportunidad de buscar algo que nos haga creer que seguir viviendo tiene sentido...)


Ser hippie era bueno, pero había que comer... (fuente: Mantrarock.wordpress.com)

Y así durante décadas, los pueblos suprimidos por el "moralismo" y la impía sociedad que no les dejaba disfrutar la vida como ellos querían se veían liberados por Sartre y su pensamiento. El niño que se peinaba con goma de raya a un lado, se limpiaba y se mostraba presentable para estar en su sociedad de pronto sintió que podía tener más flojos los zapatos y de un momento a otro ya estaba cantando "With a little help of my friends", menenado la cabeza y contoneándose al lado de una damisela en Woodstock, liberados los dos de olores de perfumes, de la prisión de las ropas, sintiendo la libertad del viento ("The answer is blowing in the wind, remember?") y sin saber cómo ni porqué ya tenían cuatro chamacos que disfrutaban de las bondades del mundo, como en los primeros años de la libertad del mundo, como esos bosquimanos que viven tan felices. Gracias Sartre.

Pero esos niños crecieron, y sus padres no les enseñaron otra cosa más que sé tú mismo. Bonito se escucha pero de poco sirve cuando te enfrentas a un mundo cambiado por personas que no escucharon del todo a Sartre, pero que ya sabían, por la sabiduría engendrada de generación en generación que las reglas se habían hecho para romperse, claro siempre y cuando al final de la línea hubiera más dinero del que ya habían amasado. Piratas árabes se hacían de los tesoros del seno de sus tierras, el cambio de régimen después de la Segunda Guerra había traído a juniors que convirtieron al dólar en el nuevo dios y habían logrado sus fortunas en la convulsión, por lo tanto, como buenos simios, sabían que para mantener su estatus, la convulsión debía ser perenne y desarrollaron los derivados (que ya existían, pero los desarrollaron hasta alcanzar sus características actuales) para mantener fortunas y crearlas y aumentarlas en la turbulencia, claro que si ya no había turbulencia, ya no servirían mucho esos inventos.


Los muchachos de los setentas (Fuente: lds.org.ar)

Claro está que no tuvieron problemas con mantener dichas condiciones de inestabilidad que estabilizaban sus carteras, pues los sesentas mostraron movimientos sociales de afroamericanos, por un lado, de vietnamitas, de Guerra Fría, de Gandhi, de Fidel Castro y cuando esto parecía derrumbarse llegó 1970 con sus crisis financieras, embargos petroleros, y este era el panorama al que se enfrentaban los ciudadanos del mundo aleccionados por las enseñanzas de Sartre y compañía. ¡Se imaginan lo que es enfrentar un mundo con una concepción de que estamos hechos para ser lo que queramos ser, cuando ese mundo nos da a entender que efectivamente existen las reglas, las líneas, los caminos trazados! ¿Qué pensaría un chico que se enfrentaba a un mundo así? Le quedaban tres opciones: enfrentar las terribles y engañosas olas del capitalismo andante; convertirse en delincuente, en pirata (así mantenía "su libertad" pues iba en contra de las reglas y entraba al comercio, se hacía rico y si todo salía bien moriría viejo y desolado con el alma destrozado e infeliz, pero libre); o podía mantener sus ideales y darse cuenta que el nihilismo es algo más que "la vida no vale nada".



Los que se decidieron por enfrentar a los mercados se convirtieron pronto en exitosos hombres y mujeres (algunos conocidos como yuppies, otros simplemente conocidos como el nerd Gates o Stevie Jobs); los que se fueron por el segundo camino se convirtieron en un Carlitos Brigante, Paul Jung o un Tony Montana cualquiera; los terceros seguramente quedaron enterrados en algún asilo mental, viviendo en una camioneta, o vaya usted a saber qué fue de ellos (si saben avisen). Total que todos eran algo, según la concepción de Sartre, todos tomaron caminos pero a todos les faltaba ese algo para seguir siendo hombres, a todos les faltaba la chispa adecuada, les faltaba creer en algo más allá de sus trabajos, de sus joyas, de sus automóviles... y ahí es donde se dieron cuenta que no eran tan felices como parecían, y lo que es peor, no supieron cómo hacer para que sus hijos aprendieran a ser felices.

(Fuente de la foto: janeheller.mlblogs.com)

¿Cómo buscamos la felicidad? ¿A través de las enseñanzas de la liberad? ¿Rompiendo las reglas a lo tonto? A mí me parece que podemos empezar por saludar a cualquiera que se nos cruce por la calle o subiendo al microbus o al metro. Podemos empezar por dejar pasar al otro automovilista, en lugar de aventarle el coche. Podemos empezar por creer que nosotros no vamos en primer lugar. Podemos empezar por dejar de decir "es un pinche empresario del PAN o es un pinche corrupto del PRI o es un pinche naco del PRD". Podemos empezar por no celebrar las cochinadas que hacen nuestros amigos. Podemos empezar por no emborracharnos. Podemos empezar por sonreír todo el tiempo. Es un reto, es difícil pero saben qué, realmente se siente bien hacerlo y la recompensa te hace sentir realmente feliz...

lunes, 22 de junio de 2009

El monte

El pequeño hombre al que todos temían subió con dificultad la última estepa del gran monte que vio desde aquella colina, su colina desde la que le habló a tantos. Recordaba que había gritado, que había gastado millones de pequeñas gotas de saliva en tratar de contagiarlo con sus pensamientos. Todo fue en vano. Ahora estaba en el monte que ayer se levantaba ante él como el último reducto de lo impensable. Ahí (le había dicho el susurro que trastocaba todas las noches sus ideas) ahí era donde debía gritar tan fuerte que nadie lo escuchara.

Estaba decepcionado de todos. Creó formas llanas de compartir su iluminación, formas invertebradas, formas espectaculares, creó cuentos, cantó canciones, los aporreó pero todos estaban adheridos a una vórtice que los arrastraba hacia el odio y la autodestrucción y mientras más les repetía sus visiones y sus mundos y sus errores, sus conclusiones y sus soluciones, mientras más se los repetía, más lo aislaban porque ninguno quería escuchar trozos de espejos que en lo profundo mostraban su cara distorsionada y verdadera. Y con esos pensamientos clavándosele en la cabeza siguió el último camino hacia la salvación de todos.

Las risas, las mofas, la indiferencia, el sinsabor, la falsa libertad, el egoísmo, el cinismo, las burlas, los silencios perniciosos, las muecas, el engaño, los celos, el egoísmo, el egoísmo, el egoísmo, cada uno de ellos se clavaban como espinas en su cráneo que sudaba y arrojaba lejos de sí gotas de sangre como quien no quiere ensuciar su cuerpo.

De pronto, los ojos inyectados con rabia, miles de sonrisas cargadas con prepotencia, con autoritarismo, cientos las manos que agolpaban a los demás para abrirse injustamente camino, la confusión, las ganas de llorar de muchos, las ganas de gritar de todos por quedarse con el único grumo de poder y que al no tenerlo esgrimían berrinches titánicos y apocalípticos que hacían palidecer a las yerbas y a los montes y al sol lo obligaban a esconderse detrás de nubarrones, todas las imágenes de cientos de personas que vivían por sobrevivir ad aeternitas entre escombros y basuras, todos ellos cayeron sobre el pobre hombre, destrozando sus hombros, haciéndole sudar sangre, haciéndole gritar sin fuerzas.

Y mientras más cargaba, el murmullo que lo alentaba soplaba sobre sus tiernas barbas llenas de cebo y desolación y le allegaba a la brisa y le salpicaba gotitas de agua fresca para que no quitara sus ojos de la punta de aquél monte. Los gritos odiosos, las amenazas, las risotadas, todos le desgarraban los cueros, le marcaban cientos de líneas en las carnes, pero el susurro le hacía no claudicar. Pero el peso era impensable. El odio era mucho. El poder finalmente había logrado carcomer la mente de sus hermanos y hermanas y ahora seguramente estaban en algún lugar ultrajándose unos a otros, olvidándose que los demás eran ellos mismos.

El peso era entonces impensable y el hombre cayó al suelo que lo abrazó con fuerza para no dejarlo levantar nunca. El lodo lo envolvió. La muerte lo apretaba queriendo liberarlo, pero era demasiado pronto. La voz le ordenaba que avanzara, que siguiera, que se arrastrara y así lo hacía, dejando jirones de piel mezclados con la arcilla impía, dejando estelas de sangre que borraban las maldiciones de bellacos y rameras, sirviendo con sus células a la tierra que reclamaba agua en la aridez que quebraba con crueldad cada rescoldo de esperanza. La voz le ordenaba avanzar, la voces caóticas lo presionaban, lo asfixiaban pero el oxígeno de la vocecilla era suficiente, era dulce en el mar de bilis que sus labios probaban reclamando la sed que le quemaba las entrañas y los huesos se le quebraban con cada movimiento, con cada roca que dejaba atrás.

El hombre se había convertido en reptil, en una serpiente, en una babosa que dejaba su rastro de sangre y certidumbre y tierra fértil que era rápidamente tragada por la tierra que estaba ávida de vida, de sol, de calma, de eternidad. La criatura se arrostraba, sus extremidades quedaban salpicadas aquí, allá, entre matorrales, entre cuevas, entre angustias, entre corazones desolados... y finalmente una mancha alcanzaba el cenit, una mancha amorfa, un cuerpo desmembrado, un hombre que ya no era hombre, un ser decorazonado, sacrificado, elegido, ensanchado, iluminado, vituperado... pero feliz, feliz descansaba, feliz de haber llegado al clímax de su vida, feliz de haber enseñado a unas cuantas liendres el verdadero camino, su cuerpo descansaba, el odio se anegaba, la desesperanza se henchía con un baño de agua caliente, el vacío se llenaba con pinturas y juegos y canciones y ojos y colores y canciones y colores, y a lo lejos quedaba la maleza esparcida, queriendo comer su rastro, para alimentarse y desaparecer.

¿Esa era la felicidad? Sí, esa era. No sentía que volaba, pero descansaba, tranquilidad absoluta, no había miedo, no había sonrisas, no había éxtasis, no había pasión, no había latidos, nada, no había pensamientos, nada, paz, paz y un olor a agua, un sentimiento a nada, una luz con colores jamás vistos y sonidos mezclados y jamás escuchados (Vivaldi vivía). Lo había conseguido. Estaba en paz consigo; ahora que los demás sigan su rastro si es que quieren...


Sale con esta gente

Sólo necesitaban de un "buen periodista", de esos que son objetivos e inobjetables para justificar las acciones de alguien que no debería ya ni siquiera estar en la escena. Hace un par de días leí la columna del famoso columnista Riva Palacios. ¿De qué hablaba? De López Obrador (ya chole con López Obrador, pero dirán los que están enamorados de él o los que aún le pueden sacar jugo$a$ ventajas, tiene que seguir en la mira nacional porque su movimiento sigue vivo o porque sigue marcando los derroteros de todos los políticos). Y lo importante, lo que podemos entresacar de sus "sabias" conjeturas, es que Andrés no es un político, es más una especie de "imán iraní". ¿Qué quiere decir esto? Simple. Manuel no busca forjar alianzas, más bien:

"es un personaje carismático que persuade audiencias absolutamente heterogéneas. Lo han admirado desde pobres hasta millonarios -como los empresarios Carlos Slim o Lorenzo Zambrano (nota personal: lo admiran por conveniencia porque aún puede ostentar el poder y como buenos comerciantes hay que quedar bien con todos, no lo admiran por su linda carita)-. Lo han respaldado desde los menos educados, hasta los más ilustrados -De la Fuente no es sino parte de un coro de intelectuales y pensadores que jugaron con él hasta el final (segunda nota personal: claro, y el problema en México es que los intelectuales no piensan)-. Ha convencido a los más demócratas sin ser un demócrata (tercera nota personal: ¿hay alguien en México realmente demócrata?) y buscando el bien común a través de prácticas absolutistas (Cuarta nota personal: se ve que Raymundo Riva Palacio incluyó estas líneas como mera estética porque nadie con las características de Manuel buscan el bien común, el bien común lo busca la gente que no busca el poder, se le fue a Ray), con una carta blanca absoluta de sus seguidores".


Y entonces, después de culminar su radiografía sobre el susodicho (que no es político pero responde a las características del cacique político de los años cuarenta, curiosamente) viene la batahola de comentarios de fervientes admiradores que ven en las palabras de Ray la iluminación para justificar el proceder de su prócer. Y unos dicen "Cierto, no es fácil, por eso los maniqueos que no lo bajan de populista no han podido desaparecerlo", y otros salen con su burrada "Una explicación más sencilla de por qué lo siguen y lo odian: Simplemente realizó un gobierno exitoso en el D.F., comenzó a aplicar las políticas sociales que verdaderamente necesita el país" y continuaban en sus intenciones por equilibrar su disonancia cognoscitiva con comentarios como "SI UN PARTIDO ME DA EMPLEO, A MI Y A MIS HIJOS, ME DA SERVICIOS DE SALUD(DESDE CONSULTA, MEDICINAS, LABORATORIO, RX, HOSPITAL, ETC.)PARA TODA MI FAMILIA. Y A MIS SUEGROS, PADRES, E INCLUSO CUÑADOS DISCAPACITADOS LES DA $DINERO$, COMO SEA, QUE NADIE LES DA(NI SIQUIERA SUS HIJOS)MI FAMILIA Y YO VOTAMOS POR ÉL SEA DEL COLOR QUE SEA (quinta nota personal: es obvio que cuando el pan o el pri realizan también sus procedimientos para ganar los votos, entonces sí la gente dice que le están copiando al peje y eso está mal y no van a votar por ellos y si no me creen lean el siguiente comentario)", "Por eso Peña Nieto le copió enseguida y por eso despertó envidias entre aquellos que se ostentan como la vanguardia: la derecha anquilosada (sexta nota personal: a los que están a favor de López les encanta usar palabras rimbombantes para no descuadrar con "intelectuales" de la talla de Monsiváis, C. Fuentes o Elenita)", y hay quienes están extasiados porque alguien con autoridad (raymundo) dijo que manuelito no era político y se sienten extasiados porque así ya no sienten culpa en el quererlo, ahora sí no aman platónicamente a un político, aman a un semidios caído de Omeyocan, a porque no puede ser del Olimpo, dejaríamos de ser mexicanos si no buscamos explicaciones aztecas (ojo, no otomíes, no zapotecas, no: ¡aztecas!).

Y yo lo único que puedo concluir es que "si peña nieto o el que sea copio o no la “brillante idea” de amlo (q no vino con la idea por sí mismo, todos los programas, construcciones, etcétera, son cosas que ya se han planificado desde antes e incluso fraguados desde comités internacionales) ¿qué tiene de malo? ¿no se trata de lograr el bien para todos?

Parece que de lo q se trata es de descalificar a unos y enaltecer a otros y no, de eso NO se trata. Se trata de que todos estamos en el mismo barco y hay que tomar lo mejor de cada uno de nosotros para el bien de todos, no sólo del mío y de mi familia y ya, sino de un bien colectivo, tomando en cuenta nuestra mente, nuestro cuerpo, nuestro espíritu, nuestra sociedad y nuestro medio ambiente. Esa mentalidad de descalificarnos, de ver a pobres y ricos, de pensar que un político (AMLO) es la solución, es la que nos tiene a todos, como sociedad y como mundo, contra el suelo y la que nos mantiene en la mediocridad.

Si los ricos se dieran cuenta de que tienen que pagar buenos sueldos para que los empleados accedan a los productos que a su vez mantendrán como ricos a los ricos, todos saldrían ganando, pero no, hay que joderse al de al lado, y si los pobres se dieran cuenta de que no es con guerras (séptima nota personal: aquí debemos ver que hay muchos que se están creyendo la estupidez de la sociedad cíclica que cada 100 años se levanta en armas para destronar a los malditos ricos, estúpido pensamiento) como se va a salir adelante, no es odiando al rico, no es odiando al que tiene más, sino trabajando, superándose, viendo siempre hacia adelante y no arrastrando rencores por fracasos que producimos nosotros mismo, entonces la sociedad olvidaría su egoísmo, ese egoísmo en el que caímos al buscar la libertad y saldríamos adelante… pero creo q ustedes (octava nota personal: los que creen en el yo, después yo, y al final yo, los que ven en el peje al salvador y no ven en sus manos la solución, los que creen que se trata de enlodarse en dinero hasta la nuez) nunca entenderán esto…

domingo, 21 de junio de 2009

A temblar

Y de un momento a otro, todos los partidos políticos unieron sus esfuerzos para contraatacar la campaña del voto blanco, esgrimiendo argumentos que van desde complots de ultraderechistas que quieren desinflar a la "oposición" para perpetuarse hasta el clásico "yo no voy a ser como los demás". Pocos (muy pocos) aún les creen y sin embargo sigue sorprendiendo que haya personas que lo hacen de corazón, con inocencia, que aún creen que existen políticos honestos que quieren un sitio en el congreso (sí, con minúscula, ni modos, se lo han ganado) para velar por sus intereses.

El resto de la gente ya sabe que TODOS son iguales, y aunque haya quien piensa que el anterior es un argumento que carece de fuerza, es verdadero, aquél que se inicia en la política es para escalar rápido, ganar mucho dinero y todo bajo el precio de sus escrúpulos y su honradez. Y mucha gente, siguiendo la vertiente de la democracia moderna que funda todo en la libertad de elegir lo que beneficia a cada quien (egoístamente, sin pensar en el otro, mientras aquél candidato me dé a mí una migaja más, estaré con él hasta la muerta, mientras me enseñe que está a favor de la lucha, por lo menos de "dientes pa' fuera" le doy hasta los calzones) ha decidido jugar el juego de la democracia a su modo, dándoles un revés a los partidos, anulando su voto.

Porque una cosa es clara, irán a las urnas, se presentarán ahí y les dirán a los partidos políticos (sí a esos que están a favor del aborto pero en contra de la pena de muerte, o viceversa, o lo mismo pero más barato, y que pretenden "vender" sus propuestas a cambio de votos para mantenerse en la perpetua, sin darse cuenta que la mejor manera de su situación sea perenne es cumpliendo su palabra y ofreciendo bienestar a todos, para que a su vez se les regrese un poco de ese bienestar y la rueca gire ad aeternitas) no nos convencen, ninguno de ustedes tiene los tamaños para gobernarnos, hoy les damos una bofetada con guante blanco y ustedes están temblando por eso.

Es un fenómeno muy interesante, imaginemos que una gran proporción del electorado vota en blanco, que el 60 o el 70 por ciento dice, ustedes NO me representan, ¿qué ocurrirá después? ¿Qué pasará con los partidos políticos, o más bien dicho, a quiénes representarán los partidos políticos? Si lo anterior sucediera querría decir que la gran mayoría de los mexicanos NO estarían representados, que una minoría estaría formando el congreso (otra vez con minúsculas) y que la democracia, donde la mayoría decide, no estaría funcionando, porque la mayoría del pueblo no estaría representada, y no tendríamos por qué aceptar ninguna reforma que se hiciera pues ninguno estaría representado y se daría un fenómeno intersantísimo y digno de verse en las democracias: ¿y qué si nosotros, el pueblo, el que tiene el poder, queremos otra cosa?

Pero entonces algo nos estaría uniendo: la no-representatividad, y al no estar formando parte indirectamente del gobierno, no tendríamos por qué pagar los sueldos de nuestros empleados, porque no tendríamos empleados a quién pagarles, por lo que resultaría absurdo pagar impuestos hasta no encontrar al empleado ideal a quien pagar. Y entonces sí, la cosa se pondría aún más interesante y el pueblo, ese que pidió el voto nulo tendrá que organizarse para presionar con más fuerza a los empleados de los partidos políticos para que hagan lo que deben hacer y se den cuenta que no se trata de vender licitaciones o de quedarse con un pedazo del pastel sino rolar los beneficios para que todos ganemos.

Concluyo que si una gran parte del electorado vota por la anulación, estará enviando un gran mensaje a la clase política, cuyos efectos ya se están viendo en las respuestas de ésta, pero se necesita de un orden milimétrico para que esta posibilidad de tener "el sartén por el mango" no se convierta en un "ya merito", en una pifia o en algo que siempre recordaremos con gusto y con vanagloria propia pero que jamás llegó a ver sus últimas consecuencias, las cuales ninguno de nosotros es capaz de vislumbrar verdaderamente.

jpcg