martes, 31 de julio de 2007
¿Que pedo con Ebrard?
Ahora sí que se voló la barda el señorito Marcelo Ebrard. En su afán de imitar y seguir el impulso de su otrora jefe supremo, el buen peje feliz, el señorito quiere seguirle los pasos, pero cada vez lo va superando más y más en lo ridículo y en la farsa que el buen peje feliz solía hacer. Está claro que al señorito no le quedan este tipo de programas quesque para ayudar a la ciudad y a los que "menos tienen" (frase completamente cliché, insignificante y ñoña), él tiene una imagen y unas uñas qué cuidar. El pelo no se lo puede desarreglar (como el buen peje feliz y su gallito inmortal) y las corbatas sí le van bien. Pero ni modo, tiene que seguir con las farsas cada vez más caricaturizadas que el otrora jefe mártir y mesías costeño (¿o tropical?) puso de moda.
¿A qué voy? ¿Por qué de pronto me pongo a escribir sobre cosas que no me importan? Simplemente porque el hecho de que los payasos legisladores se suban los sueldos y no quieran trabajar lo pasas, siempre lo han hecho; que impongan un nuevo reglamento de tránsito que nadie va a respetar (por lo pronto yo lo he hecho y supongo que muchos de ustedes también lo hacen) se soporta, digo, los mexicanos servimos para ir primero yo y al último yo y si todavía queda espacio, pues yo también; también se tolera que anden con sus torpezas de "andar todos en bici" en una ciudad donde es suicida y prácticamente mortal andar sobre dos ruedas, en primer lugar porque los choferes son cafres, las calles tienen minas y el aire poluto destruye los pulmones; hasta te hace gracia las tonterías de traer playas para los que "menos tienen" y que después se hagan bolas porque la arena no la trajeron de reservas naturales, ¡no! San Marcelo, el señorito no podría ni pensar en tocarle un pelo verde a la madre naturaleza (antes al contrario quiere que ella reverdezca, quizás en un chico rato se pase a la otra farsa del Partido Verde o a la farsa internacional de Greenpeace), la arena la trajeron ni más ni menos que de unas minas que se encontraron en Iztapalacra (jo jo jo), eso sí, nada que ver con los hoyotes que se hicieron después; incluso hasta parece tierna la "consulta" (ojo con las comillas-comillas) para tener "una ciudad verde", que por supuesto está completamente ladeada y está hecha con base en decisiones hechas previamente y puestas para una refrenda popular en donde sólo 300 000 personas de casi 20 000 000 votaron, pero eso es hacer democracia; bueno, pa' acabarla, se le pasa que quiera traer al experto, ilustrado y benemérita autoridad en el tema del calentamiento global, Al Gore, por la suma risible de 2000000 de pesos.
Todo lo anterior se pasa, pero lo que sí salta de lo ridículo a lo estúpido es querer poner macetitas en las azoteas. ¡Por favor! Con buena suerte las pinches macetas echan raíces (¡yupi! la madre naturaleza ha llegado, literalmente a la parte más alta de nuestras cabezas, que no de nuestra conciencia) y entonces las goterotas y la pinche gente diciendo, ¡puta madre! el pinche gobierno federal no quiere arreglarnos nuestras casas, pinche Calderón, él y todos sus pinches amigos ricos tienen la culpa de que tenga estas pinches goterotas, y el señorito Ebrard (si sigue en el PRD, y si no es que le ofrecieron mejor chamba en otro lugar) dirá: "tienen razón gente (gentuza asquerosa, mírenlos, ni siquiera se lavan las uñas, que no me toquen, ¡que no me toquen!) es culpa de fecal (que asco, fecal me suena a popi, pero bueno, a la raza lo que pide) y de el traidor salinas y toda su camaradería (espero que no se acuerden que yo estuve entre sus camaradas, sobre todo cuando anduve de manita sudad con Camachito, ¡no'mbre! ¡qué se va a acordar esta raza sudada! a duras penas se acuerdan del cuauhtémoc blanco) muerte a los represores", y se irá con las manos limpias y previamente maniquiurizadas (tompi, no sé cómo verbalizar esta acción cada vez más de moda entre los metrosexuales, otrora llamados gays que no han salido del clóset).
¡Háganme el maldito favor! Macetas en las azoteas para "darle una mejor vista a la ciudad", ¡mis polainas! Segurmente al rato los narcomenudistas de tepito van a contribuir con sus macetitas de marihuana. Que alguien ponga a trabajar a este señorito. Y luego anda de chillón que porque no se quiere tomar la foto con Calderón que porque huele feo, pero con Zapatero sí porque tiene unos ojitos de melón que lo derriten y que quiere que le perdonen la deuda a la ciudad pero no quiere transparentar el manejo de los dineros, y que todo lo que diga su rey "el peje con su gallito tan sensual" es su dogma de fe. Esta clase de politiquillos pulula como cucarachas asquerosas (esas grandes, largas, con alas) en todo el mundo. ¡Ya estuvo bueno! Ojala y vayan y minguen a su chadre...
jueves, 12 de julio de 2007
Martin
Martín, espero que no estés enojado conmigo. Sabes que fue un accidente, pero no te preocupes, yo cuidaré de Nadia y seremos muy felices. Espero que lo entiendas, y si no, pues ni modo.
Nadia me hace infeliz, Martín. Me pidió que te trajera estas flores y que cuidara de tu tumba. ¡Ja! Seguro ahora se está revolcando con alguien la infeliz. El mundo se me cierra, pero tú me entenderás.
No te pido disculpas, porque estoy pagando lo que hice. Quería a Nadia para mí y por eso te hice a un lado. No sabes cómo añoro tu compañía, Martín, ahora que la soledad me enfría los huesos.
Nadia me hace infeliz, Martín. Me pidió que te trajera estas flores y que cuidara de tu tumba. ¡Ja! Seguro ahora se está revolcando con alguien la infeliz. El mundo se me cierra, pero tú me entenderás.
No te pido disculpas, porque estoy pagando lo que hice. Quería a Nadia para mí y por eso te hice a un lado. No sabes cómo añoro tu compañía, Martín, ahora que la soledad me enfría los huesos.
Ojos atras de ojos
(imagen tomada de: http://www.jggweb.com/2006/01/22/ojos/)
El ocaso permea por las ventanas y el edificio se derrumba poco a poco. Hace tiempo los padres levantaron este lugar, pero después, el tiempo se encargó de llevarlo al camino de la desmemoria. Ahora, los jóvenes buscan evitar que la Profesa y sus cuadros se escurran por el canalón del olvido, dejando en el limbo a los testigos incomprendidos de una vida añeja y romántica.
Fue un trabajo árduo que empezó con una mirada, y después con el enamoramiento que llevó a la pasión de estudiar hojas y libros y conocer a personas para saber más sobre esta mansión. Después se dedicaron a estudiar cómo sería la mejor forma de contar la historia de la Profesa.
Dedicaron varias semanas para encontrar la guía que conduciría sus descubrimientos y que permitiría la creación de un documento que hablara y que mostrar las bellezas que cada día conocen algo nuevo y encierran en sus trazos, en sus lienzos, en sus colores desvaídos o brillantes, rastros de la historia que se petrifica y espera al traductor que las libere de su encierro involuntario.
Horas de ver páginas que develaban al paso de las hojas nuevos pedazos de un cuerpo enterrado por los tiempos. Días de confeccionar una idea, única y valiosa, que encaminara a todos al mismo sentido: hacerle justicia a un lugar olvidado. Semanas en las que se quemaron los ojos encontrando la luz adecuada que no mancillara la piel añeja de los cuadros; semanas en las que estudiaron el lugar para encontrar los encuadres perfectos y relatar con imágenes lo que sus ojos sentían; semanas para dar un orden adecuado a cada retazo para queu embonara perfectamente, cuidando los detalles para embellecer el todo.
Valieron la pena las largas jornadas de trabajo individual, y las largas charlas en donde todos compartían ideas, visiones, nostalgias. Valieron la pena y ahora me doy cuenta que alguna vez unos padres le dieron vida a este templo y lo enriquecieron con pinturas, y hoy, unos jovenes le vuelven a dar vida para que un nuevo respiro le alcance para siempre.
(Ver: :http://mexicodesconocido.com/espanol/zonas_arqueologicas_y_museos/centro/detalle.cfm?idcat=8&idsec=47&idsub=0&idpag=2216
http://www.oratorio.org.mx/spanish/biblioteca/documentos/americalatina/congreal.html)
miércoles, 11 de julio de 2007
El legionario
Debo ser leal a Roma. No importa que este calor me funda ni que el sudor me derrita. No importa que yo no le importe a Roma y que me haya escupido hasta el lugar más inmundo de su imperio. Le seré fiel hasta la muerte...
¡A quién engaño! Roma me odia. Roma se ríe de mí y me expulsa para vivir junto a esos cerdos asquerosos. Judíos repugnantes, como ese de ahí, siempre molestando, bramando, arrojando espumarajos de la boca, mordiendo a la gente, burlándose de su temor.
Pero lo entiendo. Su pueblo le dio la espalda y en su soledad permitió que el demonio lo habitara. Eso dicen todos y aunque no lo creía al principio es lo más lógico que he escuchado. Es igual a mí. Sólo que yo no puedo dejar que el demonio me domine.
“¡Eh! Muchacho, no te acerques al poseso, te hará daño”. No puedo creerlo, sus manos lo han liberado. El judío está sano. ¡El judío es libre! “¡Eh muchacho! Ven aquí, yo también tengo un demonio. ¡No te vayas, por favor! ¡Es que yo también quiero morir como ese anciano!”.
¡A quién engaño! Roma me odia. Roma se ríe de mí y me expulsa para vivir junto a esos cerdos asquerosos. Judíos repugnantes, como ese de ahí, siempre molestando, bramando, arrojando espumarajos de la boca, mordiendo a la gente, burlándose de su temor.
Pero lo entiendo. Su pueblo le dio la espalda y en su soledad permitió que el demonio lo habitara. Eso dicen todos y aunque no lo creía al principio es lo más lógico que he escuchado. Es igual a mí. Sólo que yo no puedo dejar que el demonio me domine.
“¡Eh! Muchacho, no te acerques al poseso, te hará daño”. No puedo creerlo, sus manos lo han liberado. El judío está sano. ¡El judío es libre! “¡Eh muchacho! Ven aquí, yo también tengo un demonio. ¡No te vayas, por favor! ¡Es que yo también quiero morir como ese anciano!”.
martes, 10 de julio de 2007
A gozar, a gozar...
El mundo se viene abajo. El apocalipsis lo había predicho Nostradamus y el mismísimo Newton. ¡Cómo fuimos tan ciegos! ¿Por qué no supimos entender las palabras sabias de los sabios? Ahora pagaremos. No queda otra cosa más que gozar nuestros últimos diez, veinte, o dos mil años más. Son los últimos y tenemos que festejar, tenemos que embriagarnos, tenemos que salir a las calles desnudos como lo hicieron los españoles alguna vez. Quizás así podamos llegar a ser una superpotencia económica y cultural como nuestros primos españoles.
Pero esperen, no nos pongamos rejegos ni lloremos ni mucho menos comencemos a empacar las maletas, porque los artistas de nuestro mundo se han propuesto evitar que las profesías de Nostradamus y de nuestro amadísimo Newton se cumplan. Madonna ha decidido enfrentar al único problema del mundo: el calentamiento global. Atrás quedaron los niños panzoncitos de África, pues el venerado Live 8 logró cambiar su sufrimiento por una sonrisa. ¡Benditos sean! Por eso ahora, Madonna y compañía no se quedarán atrás, van por todo estos muchachos.
Con un increíble despliegue de tecnología y altruismo, los buenos señores y señoritas se lanzaron en una cruzada directa contra el problema y tomaron al toro por los cuernos. Inventaron el "Live Earth". Ahora Shakira pudo mover sus (bellas) caderas al son de su (bella) música y mediante este hechizo expulsó al mal de la tierra. ¡Gracias Shakira! Y no sólo eso, Bon Jovi resurgió de las cenizas y con sus melodías pegajosas y platónicamente perfectas también se unieron para hacer que los humores cálidos del mundo se dispersen.
Gracias a todos y cada uno de los artistas y productores que, sin ningún beneficio han beneficiado al mundo. No importa que Japón ni Estados Unidos rehuyan a firmar los acuerdos de Kioto. Tampoco importa que Al Gore no ponga en la agenda problemas bestiales, institivos y prehistóricos como las guerras, el hambre, la pobreza en que tienen a las naciones que les dan de comer a los EE. UU. y a la UE, la confusión en la que viven los jóvenes, la falta de honor y de otras "cosas" pasadas de moda, el sufrimiento, el dolor, la corrupción, la injusticia. No importa, porque eso siempre ha estado en el mundo y de hecho quizás cuando dejen de existir el mundo realmente se va a acabar. No importa que con el Live Earth se hayan producido más de 74000 toneladas de bióxido de carbono. (http://www.rawfish.com.au/live-earth-produces-74-500-tons-of-co2/ y http://www.dailymail.co.uk/pages/live/femail/article.html?in_article_id=466775&in_page_id=1879) Nada de esto importa, porque ahora sabemos que estaremos protegidos, y si Dios no existe, ¿qué importa? siempre estará Madonna y sus amigos.
miércoles, 4 de julio de 2007
Cronicas de las tierras goyinas: Parte V Cucarachas
La crónica que me refirieron las piernas me dejó eclipsado. Las ardillas, las que me habían llevado a las tierras goyinas, ahora habían sido despedazadas por su propia ignorancia. Las ratas se apoderarían poco a poco, o quizás muy rápido, de las cavernas intrínsecas de las entrañas de la tierra. Eso significaba que volver a ponerme en orden sería cuestión de supervivencia, pues de lo contrario, todas las ratas me almorzarían y bastante trabajo me había costado escapar del hambre suicida de las ardillas como para sucumbir al hambre instintivo de las ratas.
De modo que apuré a mis brazos para que se unieran con prontitud, pues poco a poco se escuchaban pasos en el sótano de las tierras goyinas, y mientras se hacían los enalces nerviosos que me reconectavan con las extremidades, comencé a vislumbrar instantes de memorias, toques de sensaciones, piezas de rompecabezas, pedazos de un cuadro inconcluso, olores, texturas, gritos, agua, ardor, odio y amor, ternura y aspereza. Los pequeños destellos empezaron a tener una forma en mi cerebro y pude ver lo que los brazos habían visto.
Cucarachas. Todas estaban nerviosas, condición muy diferente a su natural estado de alerta. Todas corrían sin motivo, pues en la obscuridad de las cavernas no podrían temer a nada. Y sin embargo temían. Los brazos se habían arrastrado, rompiendo en pequeños trozos las uñas en su afán irracional por sobrevivir y salir de los temibles submundos de las tierras goyinas. Entonces se encontraron con un cortejo fúnebre inexplicable y que paradójicamente explicaba mucho. Las cucarachas rendían honores mortuorios a un medio millón de las suyas. Había sido una terrible matanza y todas gemían y se comían entre ellas y robaban sus propias cosas en un caos intempestivo.
Las manos y los brazos se agitaban con movimientos discantes y temerosos, y sentían que los pocos cabellos restantes se les erizaban cuando las cucarachas se movían sobre ellos. Sabían que su muerte sería segura si no salían pronto de ese lugar infestado por la incertidumbre. "Las ratas, las ratas se acercan", pensaban los brazos y las manos se movían con mayor velocidad, asiendose de la tierra y triturando sin quererlo a muchas cucarachas que seguían en su baile apocalíptico. "las ratas están pisándonos" pensaban, pero entonces, una cucaracha que estaba sorda les abrió los ojos a los brazos y a las manos, mientras dejaba descansar a su cuerpo sobre la muñeca de la mano. Entonces empezó a llorar y a gritar y a enfurecerse.
"Nos traicionó, nos traicionó y se lanzó con vehemencia hacia afuera. ¡Hacia afuera! ¡Puedes creerlo! ¡Afuera! y sus actos se impregnaron en nuestra caverna y muchas quisieron imitarla y muchas otras quisimos impedirlo, pero fue inútil, ¡fue inútil! Corrían con una felicidad espantosa en sus miembros. El fin se acerca, el fin, el fin, pero no pudimos impedirlo. Lo intentamos, arrancamos las patas a algunas, les quitamos las alas y se las pusimos en los ojos pero fue inútil, muchas salieron y cuando salieron murieron. Los monstruos de afuera, los monstruos de dos patas las aplastaron, las destorzaron, y querían regresar pero era imposible. Si regresaban, los monstruos sabrían en donde vivimos y llegarían a matarnos. Malditos, con sus manos, y sus dedos y sus...".
Entonces la cucaracha se dio cuenta de que estaba paseano sobre dedos, sobre manos, sobre tantas cosas que sus ancestros les habían advertido y se los habían hecho saber con historias y con sacrificios. La cucaracha no pudo evitar su terror y quiso salir huyendo, pero en su carrera desenfrenada chocó contra otra y las dos se aplastaron como gotas de agua. Los brazos huyeron, se arrastraron y huyeron, escarbaron y lograron encontrar un agujero lo suficientemente grande y lo suficientemente blando para escapar por ahí. "Así que las cucarachas no temían de las ratas", pensaron los brazos. Pero de todas formas sabían que las ratas estaban cerca y que podían destrozarlos, porque seguían escuchando las pisadas en el sótano.
De modo que apuré a mis brazos para que se unieran con prontitud, pues poco a poco se escuchaban pasos en el sótano de las tierras goyinas, y mientras se hacían los enalces nerviosos que me reconectavan con las extremidades, comencé a vislumbrar instantes de memorias, toques de sensaciones, piezas de rompecabezas, pedazos de un cuadro inconcluso, olores, texturas, gritos, agua, ardor, odio y amor, ternura y aspereza. Los pequeños destellos empezaron a tener una forma en mi cerebro y pude ver lo que los brazos habían visto.
Cucarachas. Todas estaban nerviosas, condición muy diferente a su natural estado de alerta. Todas corrían sin motivo, pues en la obscuridad de las cavernas no podrían temer a nada. Y sin embargo temían. Los brazos se habían arrastrado, rompiendo en pequeños trozos las uñas en su afán irracional por sobrevivir y salir de los temibles submundos de las tierras goyinas. Entonces se encontraron con un cortejo fúnebre inexplicable y que paradójicamente explicaba mucho. Las cucarachas rendían honores mortuorios a un medio millón de las suyas. Había sido una terrible matanza y todas gemían y se comían entre ellas y robaban sus propias cosas en un caos intempestivo.
Las manos y los brazos se agitaban con movimientos discantes y temerosos, y sentían que los pocos cabellos restantes se les erizaban cuando las cucarachas se movían sobre ellos. Sabían que su muerte sería segura si no salían pronto de ese lugar infestado por la incertidumbre. "Las ratas, las ratas se acercan", pensaban los brazos y las manos se movían con mayor velocidad, asiendose de la tierra y triturando sin quererlo a muchas cucarachas que seguían en su baile apocalíptico. "las ratas están pisándonos" pensaban, pero entonces, una cucaracha que estaba sorda les abrió los ojos a los brazos y a las manos, mientras dejaba descansar a su cuerpo sobre la muñeca de la mano. Entonces empezó a llorar y a gritar y a enfurecerse.
"Nos traicionó, nos traicionó y se lanzó con vehemencia hacia afuera. ¡Hacia afuera! ¡Puedes creerlo! ¡Afuera! y sus actos se impregnaron en nuestra caverna y muchas quisieron imitarla y muchas otras quisimos impedirlo, pero fue inútil, ¡fue inútil! Corrían con una felicidad espantosa en sus miembros. El fin se acerca, el fin, el fin, pero no pudimos impedirlo. Lo intentamos, arrancamos las patas a algunas, les quitamos las alas y se las pusimos en los ojos pero fue inútil, muchas salieron y cuando salieron murieron. Los monstruos de afuera, los monstruos de dos patas las aplastaron, las destorzaron, y querían regresar pero era imposible. Si regresaban, los monstruos sabrían en donde vivimos y llegarían a matarnos. Malditos, con sus manos, y sus dedos y sus...".
Entonces la cucaracha se dio cuenta de que estaba paseano sobre dedos, sobre manos, sobre tantas cosas que sus ancestros les habían advertido y se los habían hecho saber con historias y con sacrificios. La cucaracha no pudo evitar su terror y quiso salir huyendo, pero en su carrera desenfrenada chocó contra otra y las dos se aplastaron como gotas de agua. Los brazos huyeron, se arrastraron y huyeron, escarbaron y lograron encontrar un agujero lo suficientemente grande y lo suficientemente blando para escapar por ahí. "Así que las cucarachas no temían de las ratas", pensaron los brazos. Pero de todas formas sabían que las ratas estaban cerca y que podían destrozarlos, porque seguían escuchando las pisadas en el sótano.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)