domingo, 29 de marzo de 2009

Perspectivas del futuro

Esta es la última parte del ensayo que entregaré el miércoles. Creo que es poco académico, pero no puedo evitarlo. Eso sí, tiene una alta carga de lo que pienso y lo que creo.

Entonces, las monedas se unen, los bancos se centralizan con el poder del Estado, diversificando las marcas. En este punto es interesante recalcar los sucesos franceses, en donde extrañamente desde que Sarkozy llegó al poder, los asaltos, las huelgas y los secuestros han aumentado. Extrañamente desde que llegó Sarkozy, en México aparecen una francesa ligada con secuestradores (diversificación mercadotécnica del negocio del narco), después un “doctor” francés es ejecutado y más tarde una pareja de franceses son muertos en un microbús. ¿Coincidencia? Creo que está muy ojona pa’ paloma. Mi hipótesis es que la mafia narcótica francesa subió al poder junto a Sarkozy y está tratando de entrar a México. Pero lo interesante de esto es que la mafia ya penetró (o ya se evidenció terriblemente) en las altas cúpulas. Ya no son los sobornos, ya controlan las cosas. Ya no temen al gobierno, porque ellos son el gobierno, y si son el gobierno entonces están centralizando el dinero y entonces sí, entonces sí…

Esa es la perspectiva hacia el futuro, un capitalismo centrado nuevamente en la producción, una repartición de la riqueza para que la máquina siga girando, unas monedas y economías cada vez más fusionadas, producción sectorializada y por lo que se puede ver los bienes mundiales (agua, energéticos y alimentos) privatizados. Yo votaría por que los Estados realmente se dedicaran a proteger a los civiles, a garantizar energía, salud, agua y alimentos, que estos fueran “gratuitos”, previo pago de impuestos. De esta forma la producción carecería de un costo fuerte como lo es los energéticos y por lo tanto se abarataría un poco más. Pero lo que es esencial es cambiar la forma de ser de cada uno. Debemos ser menos egoístas, pensar más en el otro, no sólo en nuestros semejantes, pensar más en el planeta en el que vivimos, pensar más en los ecosistemas, pensar en las personas, olvidar un poco el mal entendido concepto de libertad que sólo nos vuelve egoístas y al final nos relega de los demás. Quizás entonces aparecerá una especie de comunismo, no centrado en estar iguales pero maltrechos, no centrado en la maquinaria, en pensar todos igual, en el concreto y el pragmatismo de sus construcciones, que son elocuentes y reflejan el vivir de una sociedad. Un comunismo real, donde no hagamos a los demás lo que no queremos que nos hagan, sino hacerles lo que es justo que reciban, tratarlos como merecen ser tratados, utilizar más el sentido común y volvernos más abiertos a los sentimientos de otros, a los pensamientos de otros, no creer que la sola verdad está en cómo lo decimos nosotros, no pensar que el mundo gira a nuestro alrededor, no ser descuidados e irresponsables con la vida y con el con que de que quiero ser libre, fumo, tomo, me inyecto, inhalo, fornico y al final los únicos que crecen son los narcotraficantes, los pederastas, los tratantes de blancas, que ven un público insatisfecho, que ansía romper las reglas, que ansía poder estar en los brazos de una niñita, que ansía fumar de la verde, que ansía que no le digan qué hacer pero que no sabe qué hacer y lo que hace, lo hace mal.

Si no cambiamos nosotros, no importa qué sistema económico venga, no importa que venga otro Mesías, no importa que haya otro holocausto, no importa que venga un Batman, no importa que todos seamos ricos, no importa que el mundo se levante en un pináculo de gloria, porque todo volverá a derrumbarse, y no venimos a este mundo a derrumbarnos sino a demostrarle al universo que vale la pena vivir, y que aunque aún somos unos cavernícolas, podemos llegar a ser cavernícolas que han logrado sobrepasar el instinto de supervivencia y que pueden llevar a cabo la misión que les dieron hace mucho tiempo: cuidar al planeta y cuidarse los unos a los otros.

lunes, 23 de marzo de 2009

Crisis bancaria: hacia una reestructuración de las finanzas mundiales

La increíble adaptabilidad de los bancos


Una cosa es muy segura, ni el capitalismo va a dejar de existir ni los bancos van a desaparecer. Los bancos son una de esas raras instituciones que no respetan sexo, edad, religión, creencias ideológicas o marca preferida de pasta dental. Son universales, pues el dinero es universal. La única manera en que éstos pueden desaparecer es si alguien diferente inventa otra cosa que haga la misma función que las monedas y el dinero, y que no se parezca lo que ya haya inventado la banca mundial.

Cuenta la leyenda que fueron los Templarios quienes inventaron el sistema de bancos al tener sedes tanto en Occidente como en Oriente, de tal forma que los viajeros que querían cruzar hacia cualquiera de las dos direcciones con tal de no ser atracados en el camino, depositaban sus bienes en las manos de los Caballeros, recibían un papel signado y al llegar a su destino podían recuperar lo que habían salvaguardado, claro, previo pago de los honorarios correspondientes. Hay quienes aseveran que incluso los bancos existieron mucho, mucho antes, ubicando su aparición en el siglo IV A. C., en algunas polis griegas, y cuya función principal era ser bancos públicos que realizaban operaciones equivalentes a lo que hoy sería el crédito y el cambio, que recaudaban impuestos y acuñaban monedas. Incluso están los clásicos que afirman que “el primer banco moderno fue fundado en Génova, Italia en el año 1406 y su nombre era Banco di San Giorgio”.

Esta información nos permite decir que por lo menos desde el siglo XIV, los bancos ya tenían una organización establecida y una función en la sociedad de aquellos años en los que el capitalismo aún no existía como tal, por lo tanto, podemos afirmar que los bancos no son inherentes al capitalismo, sino que son sólo una institución que ha crecido a lo largo de los años y que se ha adaptado a las inclemencias de sus tiempos, de tal suerte que incluso en una sociedad comunista como la de la URSS, existía un banco central que era el encargado de movilizar el capital acumulado por el Estados (porque quiéranlo o no, y ya lo decía Marx, para que exista el socialismo y luego el comunismo, primero debe existir algo que repartir y ello es el capital), un Estado que fungía como una gran empresa.

¿Qué hay de nuevo?

Y un buen día dejé de escribir. Así como así el tiempo me consumió, consumió el tiempo que tenía para poder dar vida a las letras que se me ocurrían y así como así tuve que empezar a trabajar en una ardua empresa que espero pronto dé frutos. Pero de todas formas siento que la sangre se me agolpa cada vez que quiero escribir y esas ganas batallan contra el cansancio que me produce tanto ajetreo en el día. Y hoy tengo a bien escribir un ensayo para una clase de tal forma que he pensado en incluirlo aquí para que no se me olvide que existe un blog, que existe una mente y un montón de historias que quieren salir y revolotear en la realidad para volver a anidarse en los pensamientos de quien tenga a bien leer. Después de tan breve introducción, debo agradecer a aquellos que aún recuerdan este polvoroso blog, y se dan sus vueltas de vez en vez. Un saludo y gracias...

Introducción al meollo del asunto

Y un día el cuento de hadas terminó, y los medios masivos de comunicación gritaron ¡Crisis!, y todo el mundo se lo creyó, lo palpó y lo vivió, incluso aquellos que hacía decenas de años vivían en un delirante sube y baja que siempre les prometía la tranquilidad (ya no digamos la riqueza infinita) a un pelo pero que siempre tenían que nadar para llegar a ella, y que se acostumbraron tanto a esa crisis que ahora creen que esta otra Crisis es de respetarse… y lo es.

Y surgió entonces la pregunta que a todos nos tiene en vilo: ¿qué va a pasar? ¿El futuro es halagüeño? ¿En dónde fallaron los publicistas que ya no nos prometen mundos hermosos, paradisíacos y sentimentales? ¿A dónde se fue Spielberg para que nos encante con un cuento? ¿Por qué nos han dejado solos? ¿A dónde vamos? ¿A dónde íbamos? ¿Quién tiene la razón? ¿El Socialismo fracasó, el Capitalismo se avería? ¿Qué va a ocurrir?

Existen voces que han aclamado la caída del capitalismo con gélida felicidad. Son las voces de los viejos, los antiguos que alguna vez fueron seducidos por una tendenciosa visión del comunismo-socialismo que pregonaba igualdad entre todos con base en la muerte de los ricos y el fácil esparcimiento de sus riquezas. Así vivieron, convencidos por voces de sirenas que prometían despojar al rico para repartir las migajas (mientras que el despojador se quedaba con todo). Así vivieron, felices y belicosos, contestatarios para algunos, irreverentes para todos, renegando de lo establecido, irrespetuosos de las tradiciones, vituperando a la Iglesia, porque ella es la madre de todos los vicios, decían, y sus hijos son los burgueses (¡malditos burgueses! ¿Por qué no puedo ser yo el odiado, el despilfarrador, el que lo tiene todo? ¿Por qué no puedo vivir un día en el abismo del placer?).

De pronto, llegó el año de 1988 y la caída estrepitosa del ruso se escuchó lentamente, irrefutablemente, irremediablemente, y los creyentes dejaron de creer, y sintieron un vuelco en el corazón, una lágrima en la sonrisa; de pronto, así como así, todo por lo que habían peleado caía, se desintegraba, se desvanecía. Huérfanos. Marx murió. Muchos huyeron hacia escondites Latinoamericanos en donde un grupo de vivillos tomó la sangre de Carl y la enmoheció con disparates y con populismos. Pero algo bueno había: les daba una nueva razón de ser… y ahí se escondieron muchos, tras las palabras de ratones que sólo buscaban lo que todos los seres de este mundo quieren: sobrevivir, y que llevaron hasta las más terribles consecuencias aquello que nos diferencia del resto: la ambición. Pero otros fanáticos del marxismo simplemente decidieron aceptar la realidad y esperar a que el Mesías regresará después de tres días, tres años, tres siglos, lo que fuera. Esconderse y esperar.

Esperaron cinco, diez, quince, veinte años y finalmente la predicción se hizo realidad, los neoliberales caían ante lo que todos los grandes imperios han caído, la codicia, el cinismo desenfrenado, la ambición desmedida. Los fragmentos de sus sueños encontraron la muerte en sus propios sueños (como las pompas de jabón que crecen y crecen y llegan a un momento en que su fragilidad se hace evidente ante cualquier pedazo de viento que, ajeno a los movimientos de los hombres, sigue el curso natural trazado por Dios hace milenios y entonces la rompe, porque así es la vida, un continuo hacer y deshacer, hacer y deshacer). Los que veinte años atrás levantaban las trompas, tiraban los muros, rociaban las calles con pétalos de rosas y papas de McDonalds, los que se encandilaban con la derrota del oso feroz, y se cubrían con su piel y se emborrachaban con su sangre, los que crearon un mundo a su medida, ahora caían. Y los viejos marxistas fueron felices: el capitalismo ha muerto. “Carl, tenías razón”.