Espero poder ser constante en los siguientes meses que vienen; para tales efectos, he decidio publicar más seguido un poco de lo que se cuece en mi cerebro. Por lo pronto creo que:
Todos los domingos, hablaré de cine (alguna crítica, alguna idea, etcétera, etcétera).
Todos los martes, escribiré un cuento
Todos los jueves, plasmaré alguna opinión
Todos los sábados, algún dibujo
Así, que como hoy es domingo, pues empezamos con el cine.
La semana antepasada, realmente estuvo rica y variada en cine. En primer lugar, y como ya lo escribí con anterioridad, vimos Cosqui y yo la película de Malos Hábitos: buena técnica, mal narrada. Pero por suerte la semana cinéfila no terminó ahí. Unos días después y aprovechando que el cine del Sky Mall estaba a un precio razonable (¡¡¡por favor, el otro día fuimos al Cinemex y nos salieron con la charada de que eran 50 varitos por cabeza!!! Ese Slim, está bien que de pronto le den sus aires de filantropía pero el colmillo sangrador ese jamás se le caerá) y decidimos ir a ver un documental que, en lo personal, me llamó la atención más que nada por la fotografía de un niño negrito simpático, vestido al estilo de los años 30's, más bien campirano. ¿El nombre del documental? I'm not there...
I'M NOT THERE
Verdaderamente me dejó muy satisfecho esta película. Fue todo un placer deleitar su rítmica, su prosa narrativa derivada de un manejo de los cuadros que nos acerca al postomodernismo mejor logrado; una mezcla de versiones, de ideas, de formas de contar, de estilos, de colores, de atmósferas, de velocidades, de silencios, de vacios.
Es sobre la vida de Bob Dylan, y según dicen los que saben y apuntan los que opinan y cuchichean los que leyeron en alguna revistucha de tercera y que luego piensan que por eso son grandes cineastas y luego salen con una cámara rentada, valuada en miles de pesos, con una chaqueta más bien caqui, vestidos con un aire de pseudointelectual pedorro, unos lentes y una melena y con eso ya son los próximos seres que van a revolucionar el cine, ¡mis polainas! Decía, el documental ha sido aprobado por el famosísimo Dylan como la biografía oficial... y eso que no tiene nada de oficial.
La trama está, como dijera el buen Edgar, locuaz. El personaje de Bob Dylan es destazado en seis personajes, todos ellos diferentes entre sí, pero compartiendo un destino trágico y único. El primero es el niño negrito, muy acertado, viviendo a través de las canciones de otros, de las experiencias de otros, de los sueños de otros... hasta que, saltando de tren en tren sufrió un fatídico accidente. Otro, interpretado por Christian Bale, nos configura a un personaje más bien mesiánico o si no, profético, más tirándole a los santos que alguna vez prestaron sus cuerpos y sus lenguas para que Dios hablara a través de ellos (lo que pasa es que Dios no puede solito, de hecho, hacer un Universo él solo pues lo agotó y de hecho inventó al hombre para que a través de él, hubiera una comunicación directa con el reino recién inventado... pero en fin). Este segmento tiene cara de documental, lo cual llega a aletargar al desprevenido.
De pronto, y sin ningún tipo de aviso, aparece en escena el que puede ser el personaje más importante, no sólo por la explosividad histriónica que nos maneja, sino que, por lo menos en una forma perseptiva, aparece un poco más de tiempo que el resto de los personajes. Es divino(a) la actuación que nos regala este actor(riz), quien nos muestra a un cantante (¿Dylan?) abrumado por la vacuidad de su éxito. El último es un hombre que huye de todo (al igual que el resto de los personajes) y se esconde en un poblado inexistente bajo la máscara de un desconocido. Así pasa sus días hasta que el mundo vuelve a entrometerse con él.
Es magnífica la historia y nos dibuja la maldición de muchos íconos culturales, que han sufrido de la voracidad de la cultura hegemónica: por más que quieran esconderse, el Sol siempre los delatará.
TESS
Después de haber disfrutado de esa entrada deliciosa, sucedió que me subí al metro, y pues como cualquier viaje en el metro (por lo menos para los que no lo frecuentamos tanto o los que todavía encontramos cosas fascinantes en él, porque el resto de los mortales sucumbe ante la rutina, tal y como sucede con los que usamos todos los días los coches o los que viajan siempre (ver Fightclub) o los que se la pasan debrayando tanto) me encontré con algo interesante: había un ciclo de Roman Polansky en la Cineteca.
La verdad yo siempre he escuchado sobre Polansky y lo único que sé, como buen ignorante pseudoconsumista, es su macabra historia con la familia Manson (y como no me puedo resistir, les contaré (aunque ya lo sepan) que un día, el buen Polansky salió de su casa, quizás a filmar, quizás no, y dejó a su esposa embarazada (esto es básico, si no, sería un asesinato vulgar), quien al tener sola la casa dijo "Nel, a mí me da miedo esto de estar solapa, mejor hago una peda y así me siento menos solita", y chacarrácatelas, que invita a unos amigos y que tú traes las papitas y que es de traje, no como crees yo invito, nanai todos llevamos lo que chupamos, bueno y estaban en la tertulia cuando entran unos morros mandados por el mismísimo Charles Manson y chanclas, que les dicen que si no les daban sus pertenencias se los gazpacheaban y que si sí, pues también, el chiste era acabar con la raza de ricos con vidas vacías que estaban destrozando a los pobrecitos jovenes norteamericanos, y de paso al mundo. Total que los chicos de Manson mataron a la doña de Polansky con todo y bebé adentro, o sea que como quien dice fue doble pecado, porque cometieron homicidio y aborto a la vez, pero como estaban economizando, pues les salió mejor a los Manson boys).
También estaba harto de que mi único acercamiento con la obra del legendario Director fuera El Pianista y La Última Puerta. De modo que fui con Cosqui a la Cineteca (15 varos de estacionamiento más 40 varos de entradas (por güey no mostré mi credencial de estudiante... duh!)) y ahí nos enfrentamos con unos sillones muy poco cómodos, pero qué diablos, es Polansky, además, ya basta de consentir al trasero burgués, que sienta lo que es ser intelectual yerbero de Filosofía y Pedas. Bueno, el chiste es que entramos. Encendieron el proyector y chachán, ante nosotros la película más maltratada que haya visto en mi vida. Eso sí, la dirección muy buena, la historia muy dramática, las actuaciones muy al estilo inglés, pero lo mejor, lo mejor, lo mejor, fue el arte. Realmente te hacen sentir en la época de principios del siglo XIX (creo, y si no, por lo menos eso te hace creer). La chava, Tess, muy guapetona, pero lo que más destacaba era su vestuario, las botas llenas de lodo, los cabellos sudados y grasientos, pero siempre conservando su belleza natural. La verdad, muy buena película, aunque me cayó gordo que estaba bien cortada... De pronto iban a decir algo y "corte a" ya estaban vestidos.
La recomiendo ampliamente, sobre todo si quieren ver a alguien sufrir y ya se aburrieron de las cosas que sacan en Hechos de la Noche o con el Ticher...
LUZ SILENCIOSA
Finalmente cerramos esta primera sección de cine con otra película de otro mexicano. Ya estaba harto de que, cada vez que entraba a ver una película mexicana, saliera decepcionado (ver: http://jorgepablo.blogspot.com/2007/10/un-grinch-regreso-al-cine-malos-habitos.html/http://jorgepablo.blogspot.com/2007/06/tres-peliculas-y-un-libro.html). Pero escuché sobre Luz Silenciosa y después me dijeron que era de Carlos Reygadas y me dieron ganas de verlo. La verdad no había visto nada de Reygadas, pero por alguna extraña razón me sonaba (después caí en cuenta de que Edgar alguna vez me había recomendado Japón de Reygadas).
Total que ahí van Cosqui y yo al cine. Después de un periplo que empezó en la cima de un cerro y terminó adentro de las paredes de MundoE, entramos a nuestras butacas. Desfortuandamente no medí las consecuencias de entrar a una función de un mexicano, aparentemente aburrida. ¿Por qué? Porque muchas parejillas calenturientas (y muy mal educados, tompi si sueno mamonzón, pero y qué... soy un grinch) pensaron que sería la opción perfecta para darse calor, sobre todo ese día que había dado el cordonazo San Antonio. Total que mientras estaban los comerciales y esas cosas, todos muy atentos, pero eso sí, cuando empezó la película, la pareja de nacos (ver: http://jorgepablo.blogspot.com/2007/05/cereza-yo.html) de nuestro lado derecho empezó a murmurar. Cosqui los shhheo (los cayó con un shhhh) pero nada de caso. Entonces que me enojo y los shhhhhhheo más fuerte. Santo Remedio.
Entre algunas interrupciones de una pareja y otra, la película transcurrió con cierta tranquilidad. La verdad es una película excelente. No sólo va de un ritmo lento (nos muestra todo un amanecer en unos minutos) hasta el ritmo semilento (nunca hay velocidad, porque la vida de los menonitas así es), sino que la historia tiene un giro mágico al final, que le da un sabor bastante sabroso, pues dentro de tanta realidad, hay un dejo de ilusión. Creo que Reygadas es un nuevo maestro del cine, pero poco se sabrá de él, porque no ha logrado (ni creo que quiera) ser un famoso publicista (como Alejandro González Iñarritu o Simon Bross), ni tiene espectacularidad en sus películas. Pero tiene algo que a muchas obras intelectuales y artisticas de hoy les hacen falta: un pedacito del alma de quien las crea.
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